Título original: Wouldn't It Be Nice: Brian Wilson and the Making of the Beach Boys Pet Sounds
Año de publicación: 2003
Traducción: Julio Fajardo
Valoración: recomendable para todos, imprescindible para interesados
Resulta que ciertos libros aparentemente de alcance restringido o incluso, digamos, cercanos al monográfico suelen no serlo tanto e incluso disponer de una especie de ampliación de espectro (o, esto, de campo de batalla) que los eleva por encima de géneros y temáticas. Este brillante estudio casi inclasificable en términos de género (¿crónica? ¿ensayo?) se ocupa de analizar el proceso de creación y publicación de uno de los mejores discos de todos los tiempos: Pet Sounds de The Beach Boys, de cuya primera canción toma el título. Y lo hace de un modo exhaustivo en muchos aspectos técnicos y logísticos. Habla de músicos, de canciones, de productores, de estudios de grabación. Todo eso es ya suficiente para el aficionado fascinado por el disco. Pero, al igual que cierto libro que leí y reseñé hace tiempo, sobre el proceso que acabó con la publicación de Ulises de James Joyce, la cosa no queda ahí. Para bien o para mal, todos acabamos siendo un poco mitómanos. No hablo de llenarse la casa de fotos de un artista o usar carpetas para guardar cualquier recorte de prensa que lo mencione. Hablo de interesarse por los detalles del proceso creativo de ciertas obras maestras y que ese proceso, perdonad lo pedante del término, trascienda.
Brian Wilson, cerebro y compositor principal del grupo, mantenía en su cerebro cada uno de los detalles que debían hacer de este disco un paso en la carrera de la banda. Un paso decisivo donde se debía eludir el enfoque comercial y buscar una especie de territorio inexplorado. Pero ese concepto bullía de tal manera que lo eclipsaba todo: el artista aparta toda la hojarasca que se interpone entre su idea y cómo esta se perfila y ello tiene muchas implicaciones. Granata da cuenta de todos los conflictos interiores que Wilson acometía: desde las diferencias creativas con los otros componentes de la banda, algunos de ellos familiares directos, hasta su tendencia hacia ciertas adicciones, sus problemas de pareja y una siempre equívoca identidad sexual, hablamos de los años 60 y el estereotipo era claro: el rock era para hombres fornidos de pelo en pecho. Su propia condición mental pesa en el relato; la música que había concebido, y sus letras, casi constituían una renuncia a sus trabajos anteriores.
Y así es cómo se detalla como un genio, no sé si ya era hora de decir la palabrita, da los pasos hasta que su obra se completa. Emprende un camino de aislamiento casi autodestructivo donde todo se convierte en una obsesión y donde cualquier precio es bajo si se alcanza la perfección. Wouldn't it be nice no es un libro sobre música, sobre un músico o sobre un disco. Podría tratar de Gaudi y la Sagrada Familia o de Picasso y el Guernica: es un estudio profundo y que esquiva con mucha habilidad atisbo alguno de morbo. Wilson sigue vivo y seguro que aún compone y produce música de vez en cuando. La sombra de su obra no es amenazadora. Prestigio y royalties garantizan una plácida existencia. No se trata de ensalzar su modus operandi ni de enviar a los admiradores a la puerta de su casa (o rancho o mansión) a conseguir autógrafos. Este libro es un reconocimiento y un testimonio de los claroscuros del proceso creativo y esa lectura subterránea lo hace perfectamente asimilable como estudio de cierto perfil de mentalidad artística.
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