Año de publicación: 2016
Valoración: curioso
La poda es una práctica agrícola que consiste en recortar un árbol o arbusto para incrementar el rendimiento del fruto. De no producirse ésta, dicha planta ve cómo la proliferación de tallos o ramas redunda en una abundancia de frutos, pero de tamaño más bien reducido. Algún tijeretazo, pienso, le haría bien al libro que me propongo reseñar, a saber, el segundo tomo de relatos del onubense Ángel Francisco Becerra, Nueve más cero.
Está compuesto, como el propio título denota, por nueve cuentos, más una pequeña broma matemático-ontológica. Todas las historias son sustanciosas y amenas, se leen con agrado e interés, pero la mayoría pecan de sobreabundancia en las apariciones -no fantasmales- del narrador (a veces, del lector implícito), demasiado consciente de sí mismo. Un narrador sobreactuado puede hacer más rico el juego narrativo, pero solo para iniciados; la omnipresencia de éste distancia la lectura de la esencia de la historia que se cuenta y, sobre todo, distorsiona el relato. El autor posee, sin duda, una voz propia: lenguaje preñado de sentencias ("Con lo poco que le cuesta al pasado perseguirnos, encima le damos facilidades" / "Hay personas que confunden ser amables con ser inferiores" / "Había sido hija ilegítima y eso no te reconcilia con la verdad jamás") y de tropos (metáforas y prosopopeyas, principalmente), posee un don inestimable para manejar los diálogos (algún relato parece el germen de una obra dramática) y es, además, dueño de una cosmovisión que fructifica en las antes referidas jugosas sentencias. Sin embargo, se pierde en voces narrativas mezcladas, se hace demasiado visible como autor y... algo que pudiera enervar: está contaminado de cierto provincianismo. Desgrano, ahora, los relatos.
El libro comienza con "Las nieblas de Belén", el texto más largo del volumen. A mi entender, el autor busca enganchar al lector con una intriga histórico-detectivesca en una línea transitada ya con demasiada frecuencia por la narrativa moderna, desde aquel lejano El nombre de la rosa; al que se añaden elementos informáticos recientes, con ecos de Stieg Larsson. La relación entre los personajes principales: Numera, un hacker, y la monja vengativa es potente, pero hay una línea paralela filológico-documental sobrante.
- "Firmado... Silvia Acosta" se basa en una historia emotiva y romántica sita en la bella Italia, en la que se hace patente esa malquerencia del autor por la mezcla de voces narrativas, en este caso, las intromisiones de la sobrina de un cartero, el cual busca denodadamente una particular Muerte en Florencia.
- "El asuntillo" es un texto directamente prescindible, si no fuera porque incluye un sabroso diálogo bodeguero que, como he dicho más arriba, testimonia las dotes del escritor en materia dialogística y que incluye un tema que posteriormente se va a repetir en otro cuento: la egoísta motivación de nuestros actos. El relato se articula como diatriba contra los ayuntamientos y sus próceres mayores.
- "Aquí" muestra las dificultades en la búsqueda de la propia identidad. Buena historia lastrada por una mezcla de voces narrativas.
- "Las caenas del amor" rinde tributo, de una manera demasiado extensa e hiperbólica, al éxtasis musical en la carne de una pareja que parece recordar a Lole y Manuel y que da fe de una visión neoplatónica de la existencia, que me inclino a considerar como base del pensamiento del escritor.
- "Provecta Figueredo" no pasa de ser un divertimento local antroponímico.
- "Nunca Sevilla", loa a un Tenorio fantasmal, se convierte en un epítome de esa característica de la narrativa del autor arriba criticada: mezcla de tiempos y narradores e injerencias del narrador.
- "Sin sueños de Ámsterdam" obliga al lector a una segunda lectura para la recta comprensión de un texto nutrido de misterio y que tiene un macguffin más propio de la ciencia ficción.
- "Cemento, arena y el agua" es la obra más cuajada del libro, o la que más se adapta a los gustos del que esto escribe: y es que el narrador se muestra menos. Arribismo sin escrúpulos, altruismo y venganza, en sabia mezcolanza.
Autor: Ángel María Arribas
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