Título original: All the King`s Men
Año de publicación: 1946
Valoración: Imprescindible
A punto de cerrar el libro, y todavía
levitando por lo que acabo de leer, me tropiezo con la foto del escritor encabezando
una corta biografía y no tengo más remedio que emocionarme, no solo por la
huella que han dejado en mí sus más de siete centenares de páginas sino porque
nunca tendré ocasión de abrazar a un autor (norteamericano, fallecido en 1989)
cuya fisonomía puede parecer anodina, pero solo a quien no le haya acompañado a
lo largo de esta travesía maravillosa. (Y eso que mi primer impulso al ver el
bulto fue arrinconarlo por tiempo indefinido). Digo más, obras como esta no solo
deberían recomendarse, tendrían que recetarlas los farmacéuticos (¡ejem! esto se
llama hipérbole), porque pueden gustar a todo el mundo (con cierta paciencia
lectora), porque la crítica ha derrochado alabanzas desde que se publicó hasta
hoy mismo y porque ofrece un pedazo de vida auténtica, un retrato de las
sociedades humanas en todos sus aspectos, sin olvidar lo peor ni lo mejor de ellas.
Su autor ganó el Pulitzer por esta novela
(y otros dos como poeta), y, ya convertida en película, obtuvo varios oscars en
su versión de 1949, la clásica. Parece que Warren, aunque nunca lo reconoció abiertamente, tomó como modelo a Huey Long (gobernador de Luisiana de 1928 a 1932 y senador
de 1932 a 1935 por el Partido Demócrata). Imposible saber si los rasgos de
Willie Talos, aparte de la coincidencia del apodo, traducido aquí como el Jefe,
se ajustan al original, pero su política
populista y rasgos de personalidad están perfectamente descritos. De todas
formas, el argumento rebasa los límites de una biografía novelada ya que Jack
Burden, el narrador, posee protagonismo y personalidad propios, hasta tal punto
que su figura resulta todavía más relevante si cabe. Desfila también por allí
un puñado de personajes, llenando el escenario de luces y sombras y trazando un
microcosmos que se parece mucho a lo que podemos observar, tanto en nuestros
días como, probablemente, en cualquier época histórica. Se trata, pues, de una
novela política, pero tan humana y universal que, nos interesen o no ese tipo
de cuestiones, nunca nos va a dejar indiferentes.
Desde ese primer capítulo –en el que con
el pretexto de un viaje por carretera se incluyen los recuerdos del momento en
que ambos personajes se conocieron en el bar de Slade– nos sentiremos atrapados
por unos tipos y un ambiente muy particulares, así como por las metáforas y los
sarcásticos y cínicos comentarios del tal Burden. Una escena memorable que,
además de presentar a todos ellos, subraya cómo se han ido transformando con el
tiempo y en función de las circunstancias. Este capítulo fue entregado al
editor cuando la novela era solo un proyecto y devuelto con una serie de
recomendaciones que acabarían transformándolo de forma apreciable. La primera
versión se incluye al final del volumen y, desde luego, vemos que ha mejorado
con el cambio, sobre todo porque el autor no lo reescribió hasta que la novela estuvo acabada. No ocurre lo mismo con el resto de objeciones que el equipo
editorial puso al primer borrador. La edición que he leído traduce la versión
restaurada, que –tal como se indica en el Apéndice final – está basada en
varios manuscritos conservados y no solo en el texto publicado en 1946, ya que
considera que gran parte de esas correcciones rebajan la calidad de la obra o
diluyen su auténtica esencia.
Las incidencias que determinan la vida de
estas personas a lo largo de décadas muy significativas en la historia de
Estados Unidos, -marcadas por la Gran Depresión del 29, la Ley Seca, la
corrupción política, los padecimientos europeos, la mentalidad de la época etc.–
traza un panorama social fácilmente identificable y un análisis de las
relaciones familiares y de todo tipo tan realista como descarnado y, no
obstante, lleno de esperanza. Jack es observador y errático, el testigo ideal
para trasladarnos lo que ocurre. Conoceremos también a Lucy, la maestra casada
con Talos, a Sadie Burke y el encanto de su inteligencia, a Anne y Adam
Stanton, amigos de Jack desde la infancia y pertenecientes, como él mismo, a
una de las familias más influyentes del lugar, al Juez Irwin, al Niño de
Azucar, al Pequeño Duffy y al resto de los chicos
que acompañan siempre a Talos y cuya actitud recuerda a esas figuras del hampa
que hemos visto en el cine en blanco y negro. Se nos mostrarán las difíciles
relaciones que mantiene Jack con sus padres, cada uno por separado, y sus
personalidades respectivas, tan atípicas como opuestas. Pero, sobre todo, vamos a acompañar al gran
Willie Talos, el Jefe. Talos, procedente de una familia humilde, logra
graduarse en Derecho a base de robar horas al sueño. Su talante, idealista y
algo ingenuo, lo impulsa a procurar el bien común. Pero las buenas intenciones
no triunfan, el electorado no quiere que le hablen de proyectos ni
estadísticas, y se inclina más bien por los candidatos que les seduzcan con
buenas palabras. (“Tu misión es
ofrecerles algo que los saque de su marasmo y les haga recuperar las ganas de vivir.
Aunque solo sea durante media hora. Por eso acuden a los mítines. ¡Diles lo
primero que se te ocurra, pero, por el amor de Dios, no intentes conseguir que
piensen!”). Esto, unido al hecho de que el panorama político esté copado por
facciones enemigas que luchan a brazo partido por hacerse con el poder a costa
de lo que sea, acabará abriendo los ojos a Talos que se convertirá en el oponente
más populista y astuto, imposible de vencer por los retorcidos procedimientos
habituales pues, una vez asimilados, es el que mejor los domina. El relativismo
moral es una constante en todas las etapas y en todos y cada uno de los personajes (que abarcan toda la gama: del amoral absoluto, el que admite componendas para conseguir un fin más elevado hasta el idealista sin mácula que caerá en un inevitable fanatismo, pasando por la abnegada que vive al margen de lo que se cuece pero se aprovecha de los réditos o la ingenua en apariencia que sufre pero también se beneficia). Aquí abundan los matices aunque la degradación va aumentando con el tiempo, a veces de forma imperceptible. Pero es Jack, el independiente, pragmático, indeciso, escéptico Jack, quien nos informa de los hechos y nos mueve a reflexionar sobre lo
que estos significan.
Los años pasan y nunca dejarán de sorprendernos, pues Warren desarrolla un argumento tan complejo como dinámico: siempre ocurre algo, y es tan determinante que dislocará una y otra vez cada estado de cosas. Hay que tener en cuenta que los acontecimientos se narran desde el futuro, y que lo que se nos muestra es un presente que desconoce lo que va a ocurrir, por eso hay comentarios o destellos fugaces de lo que ocurrirá luego que pasarán desapercibidos al lector porque quien los hace es el Jack más maduro y no el joven que los está viviendo. Alarde metaliterario que, junto a dos investigaciones acerca de la historia familiar de Jack, integran en el argumento algunos interesantes procedimientos de construcción narrativa que resultan la mar de sugestivos. También hay mucho lirismo, recreación de paisajes y sentimientos que nos acercarán al narrador hasta convertirnos en poco menos que sus cómplices. Todo encaja tan perfectamente como el mecanismo de un reloj, pero las piezas están desperdigadas y no ocuparán su sitio, para gran satisfacción del lector, hasta que lleguemos al punto final.
Lo leí por casualidad. Me llego de rebote con un pack de libros de segunda mano y no puedo estar más de acuerdo con esta reseña. Extraordinario libro. Recuerdo que cuando lo leía pensé que hoy en día “ ya no se escribe así “. Tal era el disfrute literario que me proporcionó.
ResponderEliminarHola. Gracias por compartir esta publicación acerca de todos los hombres del rey. Me gusto mucho como escribes acerca del tema. Espero sigas adelante con el blog. Felicitaciones :)
ResponderEliminarPues me alegra coincidir contigo, Myrna, y que lo hayas dicho aquí porque así se animará más gente a leerlo. Yo también tuve la suerte de que "me lo descubrieran". He leído que se reedita periódicamente, pero quizá en España no. En cualquier caso, seguro que quien tenga interés podrá encontrarlo en bibliotecas. Saludos.
ResponderEliminarHola Josefi, si te ha gustado la reseña puede que te animes a leer el libro y que sigas consultando el blog. Por nuestra parte, siempre adelante. Muchas gracias.
Una novela excelente.¿Podría ser la Gran Novela Americana? Pregunto.
ResponderEliminar¡Buena pregunta! Habría que consultar el Canon de Bloom a ver si está, y mirar otros estudios filológicos para saber qué dicen los expertos.
ResponderEliminarGracias por la recomendación. La tenía en mi lista, pero no me decidía a empezarla. Coincido con lo de “imprescindible”. Es una novela tremenda, extraordinaria. Y eso que no es perfecta: tiene capítulos, sobre todo de la biografía de Burden, demasiado prolijos y en ocasiones roza el melodrama. Pero está llena de fuerza y retrata la naturaleza de la condición humana y de la sociedad con una profundidad y brillantez inusuales. Y está, a su manera, muy bien escrita. Y no puedes dejarla, y estás deseando volver a cogerla: el placer de la lectura, que es lo mas importante.
ResponderEliminarPues gracias por la confianza y me alegro de que te haya gustado. Coincido en todo lo que dices, es una experiencia fascinante, nos habrán contado miles de historias parecidas pero este autor (como todos los grandes) te lleva de la mano, y aunque a veces digas "no tengo ni idea de por qué me estás contando esto", te dejas llevar y, al final te da lo mismo, sabes que no te va a decepcionar y le sigues adónde te lleve.
ResponderEliminarSaludos y seguimos leyendo.