Idioma de publicación: inglés
Título original: The tailor of Panama
Año de publicación: 1996
Traducción: Carlos Milla
Valoración: recomendable
Casi tres meses después de su fallecimiento, en el epígrafe "libros que andan por casa" presto la atención, y creo que es la primera vez, a John Le Carré, pseudónimo, por cierto, de David Cornwell, autor especializado en el espionaje partiendo de su experiencia personal en el sector. Como muchos autores de la segunda mitad del siglo XX, encuadrados dentro de un género (Greene, Lapierre, Collins) de enorme poderío comercial, de alto nivel de sugerencia visual, lo cual les procuraba un innegable gancho y una curiosa hegemonía, prácticamente ese ramillete de autores justificó el acuñamiento del término best seller y hasta aquí hemos llegado: ventas millonarias, adelantos generosos, lanzamientos multinacionales, incluso antes de que apareciera la oleada de la novela histórica (queridos lectores: no me busquéis ahí) y degradara hasta el extremo: hoy best seller es casi sinónimo de obra de fácil lectura e incierto valor literario.
Creo que Le Carré queda a medio camino de ese concepto: El sastre de Panamá me ha parecido una novela bien escrita, quizás no con un estilo depurado pero desde luego alejado de las frases cortas y las parrafadas desechables. Cierto es que Le Carré se ve obligado, 1996, a situar su obra en periodos y escenarios alejados de los estereotipos de los 60 a los 80 (telón de acero, guerra fría, los dos bloques) y que ha de optar, en ese 1996 que queda a medio camino entre la caída del muro y la de las torres del WTC, por imaginar un Panamá previo a la salida de la dominación USA, pergeñando una trama donde la república centroamericana es un nido de confidentes, espías y contraespías de los movimientos de las autoridades del Canal, auténtico protagonista inerte en su condición de enclave geoestratégico, que en este caso se concreta en la figura de Harry Pendel, responsable de la sastrería P&B, que proclama orgullosa haber tenido sede en Saville Row, Londres, sastre que se dedica a vestir con caros ropajes a la élite de poder que desfila por sus instalaciones. Louisa, su esposa, trabaja en las cercanías de políticos prominentes y emergentes. Andrew Osnard, del servicio de inteligencia británico, lo elige para chantajearle sin reparo, ya que Pendel tiene un pasado sobre el que Osnard ha indagado, un pasado mucho menos idílico del que Pendel proclama y da a conocer. Pendel cede al chantaje y acepta convertirse en informador.
Y hasta ahí puedo llegar. Se trata de una novela de suspense, sabéis. Solo diré que Le Carré se inclina más por el aspecto psicológico (Pendel ha elegido una vida honrada y aburrida a la que no quiere renunciar) e incluso escora la novela hacia cierto escenario de picaresca (Pendel debe satisfacer a Osnard sin traicionar a su entorno) en el que la novela se empantana un poco. No hay acción, no hay tiros ni persecuciones, de hecho hay más bien un juego laberíntico, descrito en escenas que cambien de enclave para evitar un desarrollo demasiado lineal, obvio recurso del género, y podríamos incluso destacar que la novela juega al cambio de roles: Osnard tiene un comportamiento más abiertamente deshonesto que Pendel. El final se atisba demasiado pronto y la novela pierde fuelle en sus últimas cien páginas, se trata de un texto más que digno si bien el género, como tal, ha perdido buena parte de la relativa erótica de décadas pasadas. Hoy todo es más sórdido y lúgubre y menos rodeado de ese glamour ligeramente decadente que la obra de Le Carré parece desprender.
Muy buena reseña, Francesc. La novela tiene una pinta estupenda. Su premisa me recuerda a alguna novela de Patricia Higsmith, en que un hombre más o menos normal acaba en metido en un fregado de cuidao. Aunque, según parece, el protagonista de Le Carré tiene un pasado turbio.
ResponderEliminarMe acabas de dar un gran disgusto. No sabía que John le Carré había muerto. En esos días de diciembre no puse noticiarios por estar pendiente de otros asuntos familiares y se me pasó la noticia.
ResponderEliminarHe leído mucho al autor. Me parece fantástico tanto en sus tramas como en su forma de ver y analizar el mundo. Para mí, sin lugar a dudas, su obra cumbre es El espía que surgió del frío. Puede que la relea como homenaje.
Un abrazo.
Yo he leído unos cuantos libros de Jhon Le Carré,este a pesar de que no está mal, no es de los mejores, yo te recomendaría, por ejemplo,"un espía perfecto"o "el jardinero fiel"o incluso también"la casa Rusia",para mi era uno de los grandes maestros de su generación.
ResponderEliminarHe leído todas las novelas de John Le Carré, con excepción de la última, publicada poco antes de su fallecimiento. También su autobiografía, Volar en círculos. Seguramente fue un escritor que, a mi entender, en la línea de Graham Greene, hizo literatura de calidad en un género donde la calidad no abunda. Que su obra fuera best seller no le quita mérito. Sus personajes no son glamorosos como James Bond. Muy por le contrario, George Smiley, su antiheroe favorito, protagonista de una decena de sus novelas, entre las cuales sobresale El topo (Tinker, Taylor, Soldier, Spy) es un hombrecito regordete, de aspecto insignificante, que porta gruesas gafas y debe soportar las infidelidades de su esposa. A diferencia de la mayoría de los autores de novelas de espionaje, para Le Carré en ese mundo no hay buenos y malos, hay solo malos (algunos más que otros). Con la caída del Muro de Berlin en 1989 muchos pensaron que se había terminado su prolífica carrera. Sin embargo no fue así.
ResponderEliminarEl sastre de Panamá no está entre sus mayores logros, pero es atrapante, entretenida y por momentos graciosa. Harry Pendel es un consumado mitómano que al igual que muchos otros protagonistas de sus libros, termina enredado casi casualmente en una aventura riesgosa.
Enemigo acérrimo del Brexit, Le Carré dedicó sus últimos años, padeciendo un cáncer, a fomentar el concepto de europeísmo. Pareciera que pocos lo escucharon en su tierra.
Coincido con la definición del anónimo anterior. Se fue un maestro del género. Yo lo voy a a extrañar mucho. Me acomañó durante más de 40 años sin defraudar.
El Puma