Título original: Мы
Traducción: Alejandro Ariel González.
Publicación: 1924 (escrita entre 1919 y 1921). Edición española de Hermida Editores, 2016. 201 páginas.
Valoración: obra maestra para interesados / muy recomendable para el resto.
Si las semblanzas de ULAD exigieran título más allá del de la obra reseñada, nuestra primera tarea del día sería fácil: “Nosotros: la primera distopía.”
Hoy nos guía un propósito bello: contribuir modestamente a reivindicar la figura de Evgueni Zamiatin y a darles, a él y en especial a su mejor obra, el lugar que a ambos corresponde.
Ciertamente ULAD ya reparó en la novela, en una brillante reseña de Koldo CF de 19 febrero de 2018, comparativa con la célebre “1984.” Tres años después y a pesar seguramente de una mayor accesibilidad, “Nosotros” sigue siendo relativamente desconocida, como si el inamovible cupo de este tipo de novelas para el común de los lectores estuviera compuesto, en exclusiva, por “1984”, “Un mundo feliz” y, quizás en menor medida, “Fahrenheit 451.”
ULAD me permite dedicar esta semblanza en exclusiva a “Nosotros”, sin “competencia,” como modesto premio individual no compartido, es decir, con todo el protagonismo. Bien lo merece.
No estamos ante una obra de fácil lectura, si bien no es extensa. El tamaño de la letra y la buena edición de Hermida Editores ayudan a leer la obra con gusto (o mejor con menor dificultad) porque parece claro que Zamiatin apuesta intencionadamente por la complejidad descriptiva con un doble fin: marcar la distancia temporal y cultural entre narrador y lector, y ahondar en los estados psicológicos del protagonista. Con notoria recurrencia los guiones entrecortan las frases, o estas finalizan con puntos suspensivos que sustituyen pensamientos inacabados, lo que exige al lector un esfuerzo suplementario para seguir la trama. De este modo, las frases parecen contener recurrentes anacolutos y muchas veces parecen no seguir, en apariencia, un hilo lógico.
No se desanimen. Léanla despacio o léanla dos veces. Quien suscribe estas líneas optó por lo segundo. Al final de la primera lectura me pareció una novela de referencia, pero nada especial. Al concluir la segunda he llegado a pensar que “Nosotros” es una obra maestra.
Vayamos someramente a la trama. D-503 es un ingeniero-matemático -como Zamiatin- primer constructor de la nave “Integral”, que vive en plena armonía consigo mismo después de la Guerra de los doscientos años y cuya pluma, “habituada a los números, no es capaz de crear una melodía de asonancias y rimas.”
En el Estado Unido que surgió tras la guerra hay un Muro Verde de vidrio adonde alcanzan los límites de la civilización, Torres Acumuladoras que dosifican la lluvia, un cielo de homogéneo azul y rostros, que son números, “no ensombrecidos por la locura del pensamiento” cuyas actividades diarias fija una Tabla de Horas. Los números se levantan, visten y trabajan “como uno solo”, habitan traslúcidas viviendas individuales y sus rasgos fisiológicos, podemos intuir, se parecen cada vez más, lo que contribuye a anular la envidia y, con ello, a generar felicidad. A D-503 le ha tocado leer y oír “cosas increíbles sobre aquellos tiempos en los que los hombres vivían aún en libertad, es decir, en un estado salvaje y desorganizado.” En la nueva civilización los Guardianes vigilan las costumbres y el Bienhechor ejerce el poder supremo en pos de la felicidad de todos, entre ellos la de D-503, el poeta R-13, O-90, I-330 y otros. Del argumento no les diré más.
De “Nosotros” sorprende por igual cuánto ha sido orillada y cuánto prefigura. Orwell bebe claramente de Zamiatin. El británico parece que fue honesto y lo admitió, y es que la sombra del plagio planea sobre “1984”, o como mínimo la de una deuda excesiva, por distintos que sean los estilos narrativos de cada autor. Quizás no tanto lo fue Huxley, seguramente menos influenciado pero tal vez también menos sincero.
Cercenaríamos el análisis de la obra si eludiéramos su lectura política. Se retratan los regímenes totalitarios, con semblanzas que adelantan desgraciadas escenas de la Alemania de los años 30 y 40 o incluso la figura de Mussolini. No obstante, Zamiatin tenía la fuente de inspiración bien cerca, en la guerra civil que dio lugar al régimen soviético, al que inicialmente apoyó y del que se distanció antes incluso del acceso de Stalin al poder. La crítica a lo que sería este régimen puede considerarse, bien mirada, incluso feroz o al menos inadmisible para éste (incluida la negación de cualquier revolución como definitiva) de ahí que la obra fuera silenciada en la U.R.S.S.
Pero considerarla política sería reducirla significativamente. La intelectualidad del trabajo sobrepasa con creces la crítica a una organización social de tiempo y lugar concretos. No piensen tampoco que estamos ante abstrusas y obsoletas reflexiones futuristas, o frente a notas políticas burdamente disfrazadas de novela. “Nosotros” plantea cuestiones de Religión, Filosofía, Psicología, Ciencia, Progreso y, en suma, destino y condición humana.
Les aseguro que más allá de las cuadernas, trancaniles, cadenas de montaje y soldaduras hay trama y hay luchas. De ahí, en parte, la extraña belleza que cruza la novela y, en particular, a varios personajes, cuyas motivaciones, intuyo, son más complejas de lo que pudiera parecer. Pero puedo estar equivocado: lean y saquen Uds. sus propias conclusiones.
No es poco lo que la obra anticipa. Quizás ningún libro me ha traído flashes de tantas obras o incluso películas posteriores, por las ideas o imágenes más o menos fugaces que contiene. Por su parte, las referencias al Antiguo Testamento en comparación con la nueva “religión” (“de nuevo somos sencillos e inocentes como Adán y Eva”) no dejan de tener profundidad y originalidad. En suma, sin resultar cargante, la novela es intelectualmente sabrosa.
Por último, es difícil ponderar el valor de la obra si ya han pasado por nuestras manos otras similares que se llevaron la difusión y la gloria, y tampoco podremos sentir el impacto que su lectura nos hubiera causado de haber sido la primera, de modo que tendremos que imaginarlo. Pero los méritos deben ir, en gran medida, en función del orden cronológico. Así que si Ud. tiene pendientes también esas obras que hemos citado más arriba… pues no lo dude: léalas todas, pero empiece por “Nosotros.”
Firmado: Fran Marín Paz
Una reseña muy acertada. "Nosotros", con algún antecedente como "El Napoleón de Notting Hill" de Chesterton (1904), es una de las primeras distopías que plantea un futuro colectivista, de ahí el nosotros. El yo se borra, diluyéndose en la colectividad, sin nombre, sin rostro y sin pensamiento. La verdad es que Zamiatin lo estaba viendo y viviendo en la URSS, con el fin de la civilización individualista y el mayor intento de ingeniería social que registra la historia. La idea de que se puede controlar a la naturaleza, al igual que se controla al hombre, es una idea ilustrada, moderna y progresista, que, desgraciadamente, ha tenido consecuencias tan insospechadas como el totalitarismo. En "Nosotros" las casas son de cristal, pero ya los jacobinos habían lanzado una idea parecida (por el bien de la República, lo que es de todos, lo público); y en el Perú incaico las puertas (o lo que fueran) de las casas debían estar siempre abiertas para no entorpecer la mirada escrutadora de los guardianes del bien público. Y remontándonos en el tiempo, podríamos llegar hasta Platón y su república ideal, más allá del tiempo. El único pero que encontré a esta novela es que para mí resulta demasiado abstracta, pero también el mundo que retrata lo es, por despersonalizado e irreal.
ResponderEliminarNo me parece que "1984" sea un plagio de "Nosotros." Desde luego, el tema es el mismo: una realidad opresiva inexorable que aplasta al individuo; sin embargo, el estilo hiperrealista de Orwell tiene poco que ver, a mi juicio, con la frialdad abstracta y remota de Zamiatin. "1984", "Un mundo feliz", "Fahrenheit 451" o "La naranja mecánica" comparten el mismo argumento: defender al hombre contra la despersonalización, que es lo abstracto, genérico e impersonal. "Nosotros" marcó la pauta a seguir. En ese sentido, es una novela precursora y genial. Además, es una novela muy bella: ese mundo futuro parece salido del taller de un constructivista ruso.
Saludos cordiales.