Título original: La coscienza di Zeno
Año de publicación: 1923
Valoración: Obra maestra
Puede
que hayan escuchado alguna vez la anécdota y no sepan a quién se refiere. Allá
por los años 90 del siglo XIX, Ettore Smichtz, un comerciante italiano amante
de la cultura, de familia acomodada, ascendencia austríaca y cuya lengua
materna era el dialecto triestino, autopublicó dos novelas con seudónimo que
no llamaron la atención de nadie. Se diría que había desistido de su intento,
pero casi tres décadas después, escribe una tercera y se la enseña a su antaño
profesor de inglés y amigo, un irlandés que anduvo algún tiempo exiliado en
Trieste llamado James Joyce. A partir de ahí cambió todo. Desde luego, lo suyo
era vocación. El sobrenombre que adoptó y por el que se le conoce en el mundo
literario es Italo Svevo.
La obra
de Svevo es introspectiva, profunda, filosófica a veces y, a partir de cierto
momento, bastante influida por el psicoanálisis. Sin embargo, y a pesar de su
excepcional calidad, habría pasado desapercibida por no pertenecer él al mundillo
literario, y más en un momento de enormes turbulencias políticas. También porque,
a pesar de que lo que cuenta es sencillo, requiere una lectura atenta. Svevo
encontró la horma de su zapato en Joyce, un escritor que escribía para escritores
y, si no el más, uno de los más enrevesados de todos los tiempos. ¿Qué lector
más atento que él?
La conciencia de Zeno narra la vida de Zeno Cosini, un triestino
con tan pocos problemas vitales que tiene que buscarlos dentro de sí mismo y,
por si fuera poco, se empeña en complicarse la vida. Inconvenientes de tener la vida resuelta gracias al próspero
negocio paterno, cuyo administrador se las arregla mucho mejor sin su ayuda.
Nos adentramos pues en las desventuras internas de Zeno y en unas aventuras que
no tienen nada de extraordinario, lo destacable es su forma de vivirlas y de
interpretar las reacciones de los otros.
Un tipo
hipocondríaco, maniático hasta decir basta y con alguna patología más que no se nombra. A través de unas memorias, encargadas por su psicoanalista como terapia, redactadas con bastante ironía y un humor más bien ácido, se nos muestran sus
complicados entresijos mentales junto a la mentalidad y forma de vida de la buena
sociedad de principios del siglo XX. Reconozco que al principio no me entusiasmó
tanto, pero algo más de quinientas páginas dan para mucho, y según avanzaba me iba dando cuenta de la densidad de la narración y
tomando cariño a un personaje con el que, por otra parte, no me gustaría
cruzarme nunca.
Svevo incluyó en la novela algunos de sus rasgos personales. Fue un gran fumador, por ejemplo, también le interesó mucho el psicoanálisis y él mismo hizo terapia, De ahí que la aparente excentricidad del protagonista, sus rarezas, sean las del ser humano de entonces y de siempre, aunque llevadas al límite. Nuestra evolución a lo largo de la vida, la soberbia, un egoísmo que puede transformarse en empatía solo cuando alguien más desvalido que el resto consigue tocarnos la fibra, esa necesidad de tener obligaciones sin las cuales nos sentimos vacíos e inútiles, el desconocimiento de quiénes somos realmente y la tendencia a idealizarnos, a ser demasiado benevolentes con nosotros etc., es lo que todos tenemos en común. Lo queramos o no, estamos hechos de esa forma. No creo exagerar si digo que Svevo intenta psicoanalizar a la humanidad y, de paso, a la época que le toco en suerte.
Esto en
cuanto al contenido. De los aspectos formales destaco una prosa que, aunque sea
a través de la traducción, recuerda a los grandes narradores europeos de la época. Presenta, además, una estructura
interesante: sin abandonar el estricto orden cronológico, está dividida en
asuntos. Esto es así porque a cada época de su vida corresponde una obsesión:
en primer lugar nos sitúa en el marco que ha condicionado su conducta,
obsesiones y enfermedades (tan sentidas como inexistentes), que no es otro que
la adicción al tabaco, sus efectos y la constante lucha por deshacerse de ella,
y su propósito de resolver el conflicto con ayuda del psicoanálisis. Para
cerrar el círculo, el último capítulo aborda otra vez el análisis para renegar
de él y del profesional que le ha estado tratando. De esta forma, consigue un efecto
circular pues, a la vez que se deshace del tratamiento lo hace de todos sus
problemas, gracias tanto a su proceso personal de conocimiento y cambio de
hábitos como a la dureza repentina de sus condiciones de vida. Demasiado
holgada era la que había vivido hasta entonces para una personalidad tan
neurótica, parece afirmar el autor.
Entre
estos dos capítulos se desarrolla toda una vida, dividida como he dicho en
fases: la relación con el padre, su repentina necesidad de estar casado, las dificultades
de tener una amante y, por último, su entrada en el mundo de los negocios
(ajenos, naturalmente).
No es una novela que vaya a gustar a cualquier lector, al contrario, pero me atrevería a predecir que quien se sienta cómodo al inicio de este universo caduco y estrecho se va a divertir de verdad. Y el final… el final es in-con-men-su-ra-ble.
Comparto tu valoración, Mantuenga: Obra maestra. Tenía muchas ganas de leer a Svevo y cuando terminé el libro todo lo bueno que había oído de él se quedó corto.
ResponderEliminarLa reseña es también estupenda. También coincido en que es un tipo de lectura que a mucha gente no le gusta por entenderla pesimista y oscura y sin una historia al uso. Yo incluiría a Svevo, con todos los matices que se os ocurran, en la órbita de Kafka, Pirandello, Marai, Calvino y Bernhard...casi nada al aparato! Para los incondicionales de Zweig, también, en esas novelas magníficas en las que describe con tanta perfección la psicología interior de sus personajes.
Resumiendo, si no conocéis a Svevo y os ha removido algún texto de cualquiera de los genios que he citado, os lo recomiendo, de amigo a amigo/a.
Saludos desde mi terracita, con mi cortadito en la mesa y al sol, disfrutando de los primeros cantos pajareros, en un pueblecito de la Sierra Morena sevillana de cuyo nombre no me es permitido desvelar...
Novelón y brillante reseña.
ResponderEliminarLa leí hace muchos años, solo recuerdo que me dejó muy buen sabor de boca, y el momento de la petición de mano (no cuento mucho más para no chafar la sorpresa a quien no la haya leído), que me impactó.
Muy buena reseña. Anotado queda ... y qué envidia, Rafael.
ResponderEliminarComparto la valoración de " obra maestra", el personaje de Zeno, ese antierohe neurótico que intenta dejar de fumar es inolvidable.
ResponderEliminarGracias a todos por los elogios, me alegra estar tan de acuerdo con los que lo habéis leído, supongo que quienes lo empezaron y no lo encontraron de su gusto, con 500 páginas por delante, no pasaron de la segunda.
ResponderEliminarRafael, estoy de acuerdo contigo, tiene bastante en común con los grandes novelistas europeos de principios del XX, en la reseña hablo del estilo, pero también en la lentitud, el tono, la profundidad etc. He leído bastante a todos los que mencionas y das en el clavo. Pirandello queda un poco aparte al ser un autor teatral, pero el fondo, desde luego, es el mismo. Incluiría también a Thomas Mann, Zweig, Joseph Roth, y seguro alguno me dejo.
Rebeca, por supuesto la petición de mano es decacharrante, y si se sabe encontrar el punto toda la novela lo es. Si lo recuerdas, ahí se ve muy bien la subordinación de las mujeres en la época, agradeciendo toda la familia lo que ahora se consideraría un insulto. Por cierto, los personajes de Augusta y Ada están magistralmente retratados.
"Antihéroe neurótico", exactamente, ese es Zeno descrito en dos palabras.
Saludos, Toni, un gusto verte por aquí.
Compré ese libro en un puesto callejero hace unos 20 años. No sabía lo que compraba, pero yo tenía hambre literaria y la edición era buena, el libro era muy barato (creo que pagué 400 liras) y estaba acompañado de clásicos italianos conocidos por mi joven yo como El nombre de la rosa (que también compré, misma editorial, mismo precio). Y bueno, por causas ajenas a mi voluntad, no lo he leído todavía! Ahora veo que debo remediar esta falta asap.
ResponderEliminarUna nota, però: Pirandello escribió teatro, sí, pero también cuentos y novelas - Los Viejos y los Jóvenes es absolutamente imprescindible!
Saludos!
Pues espero que lo disfrutes, y ya nos contarás...
ResponderEliminarNo daba mucha importancia a la narrativa y poesía de Pirandello porque leí sus Obras Completas (en papel biblia y encuadernadas en piel) y no aparecían allí. Aunque puede que la recopilación fuese sólo de teatro y por eso no las incluyeron.
Un Woody Allen decimonónico, ay, que me troncho!
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