Idioma original: inglés
Título original: The Souls of Black Folk
Traducción: Héctor Arnau
Año de publicación: 1903
Valoración: entre recomendable y muy recomendable
Los que venís siguiendo este blog desde hace cierto tiempo, ya sabréis que en él se han reseñado con anterioridad diferentes libros que exploran el tema del racismo, la lucha por las libertades, la igualdad de oportunidades y la opresión, así como otros temas derivados de las desigualdades existentes en nuestra sociedad. Pero también es cierto, que en muchos casos se trata de literatura más o menos reciente. Y, por ello, creo necesario traer al blog uno de los libros considerados clave en la literatura de protesta de la comunidad negra, uno de las obras de referencia de la lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos de América.
Publicado en 1903, «Las almas del pueblo negro» ofrece un claro análisis de la situación social, económica y política con la que se encontró la comunidad negra en EUA justo después de la abolición de la esclavitud. El impacto fue de tal magnitud que supuso un punto de inflexión radical en la sociedad, no únicamente en cuanto a libertades, sino también un reto abismal en el ámbito económico, administrativo y social. Un reto de un alcance inmenso.
El autor estadounidense W.E.B. Du Bois empieza el relato haciendo un retrato de la mentalidad de la sociedad negra, hablándonos sobre «esa doble conciencia, esa sensación de mirarse siempre a uno mismo a través de los ojos de los otros» afirmando que «la historia del negro americano es la historia (…) de fundir este doble ser en uno solo y mejor (…) Simplemente desea hacer posible que un hombre sea a la vez negro y americano, sin que le insulten ni le escupan sus semejantes, sin que le cierren en la cara bruscamente las puertas de la oportunidad». Ese será un aspecto clave de su obra y que, a día de hoy, parece ser aún vigente en mayor o menor medida: la sensación de que un negro americano son dos seres en uno, de que cuando se habla de un americano sin adjetivaciones añadidas se trata de un blanco.
El autor estructura el libro en diferentes capítulos que pueden tratarse de manera separada, como una recopilación de ensayos en los que el análisis social, la abolición de la esclavitud, la segregación y la necesidad de la formación de la comunidad negra son piezas claves y comunes a todos ellos. Du Bois estructura este libro en estas áreas clave, siendo crítico con el poder, pero también con su pueblo, con la comunidad negra a la que hace corresponsable de la lentitud de su progreso. Y cabe decir que, como todo libro donde se recopilan ensayos el conjunto es algo irregular y reiterativo en alguna ocasión, pero la potencia global del libro es evidente, por el contenido, pero especialmente por el enfoque y mensaje del autor y no es de extrañar que sea considerado un libro clave en el activismo y en la protesta negra.
La obra de Du Bois es un análisis y estudio sobre el período histórico que abarca desde 1861 hasta finales del siglo XIX en Estados Unidos de América, narrando el problema económico, social y laboral que supuso la abolición de la esclavitud en 1863, con cuatro millones de esclavos sin trabajo ni sustento en una situación complicada ya por sí misma teniendo en cuenta que justo había terminado una guerra. Con la creación de la Oficina de los Libertos en un claro intento de resolver los graves problemas raciales, empezaron las contrataciones para ofrecer trabajo, pero el problema era de tal magnitud que requería una gran solución económica y laboral. Esos años posteriores a la abolición fue una época de leyes aprobadas y abolidas al poco tiempo, en una clara muestra de la incertidumbre sobre cómo afrontar la situación. Finalmente, con la aprobación, en 1865 de una ley que establecía «una oficina para refugiados, libertos y tierras abandonadas», «el gobierno de EUA asumía la carga del negro emancipado como custodia de la nación» para, en 1866, dar la forma final a la a Oficina de los Libertos autorizando, entre otras cosas, a vender tierras confiscadas a los libertos, así como la propiedad pública para crear escuelas para negros. Du Bois es crítico con la manera en que la liberación de la población negra de llevó a cabo, afirmando que «el trabajador agrícola negro cuenta ya con una desventaja de entrada: empieza siempre endeudado». Du Bois achaca este problema a «la negligencia del estado al dejar que el esclavo partiera de cero» aupada por la opinión generalizada de los comerciantes de que «sólo con la esclavitud de la deuda se puede mantener al negro trabajando». Así pues, la esclavitud pasó por ser gobernada de manos de los terratenientes a los bancos. Por este motivo Du Bois afirma que «el mayor éxito de la Oficina de Libertos radicó en la implantación de la escuela gratuita para los negros y la idea de la educación primaria gratuita para todas las clases sociales en el Sur».
De todos modos, Du Bois no carga completamente las tintas sobre las cosas que no se hicieron bien, el autor acepta los esfuerzos realizados para gestionar un cambio de tal magnitud. Por ello, su análisis es más detallado que político, pero sin dejar de lado una crítica lógica y acertada hacia qué sector quedó afectado y eliminando la sensación de que la liberación de los esclavos solo aportó cosas positivas, o que todo fue fácil y correctamente planificado y organizado. Así, Du Bois critica con contundencia la dejadez tras la liberación de los esclavos en lo que refiere a su formación, pero sin señalar claros culpables (podría ser el amo blanco, tras aprovecharse de todos los años de esclavitud, el filántropo norteño que acarreó la crisis por su obstinación o el Gobierno por no haberlo previsto): «Era deber de alguien ocuparse de que esos trabajadores no quedarán desamparados y sin guía, sin capital, sin tierra ni conocimientos, sin organización económica y sin siquiera la escueta protección de la ley, el orden y la decencia».
El libro también describe la polémica figura de Booker T. Washington, personaje clave mediador entre el sur, el norte y el negro, aunque no comparte sus ideales, pues aboga por la sumisión de los negros para lograr la estabilidad y centrarse primero en la formación. Du Bois es crítico afirmando que «el señor Washington pide claramente que el pueblo negro renuncie, al menos por el momento: primero, al poder político; segundo, a la insistencia de los derechos civiles; tercero, a la educación superior para la juventud negra, con el fin de concentrar todas sus energías en la educación técnica, la acumulación de riquezas y la reconciliación del Sur». De manera general, y es algo constante en todo el libro, el autor comparte que la educación es más necesaria que nunca y reivindica la necesidad de las igualdades entre negros y blancos, en todos los ámbitos, como punto de partida de cara a un futuro mejor, pues «el poder del sufragio lo necesitamos como mera defensa propia; sino, ¿qué nos habrá de salvar de una segunda esclavitud? También la libertad, tanto tiempo anhelada, todavía la buscamos: la libertad en cuerpo y alma, la libertad para trabajar y pensar, la libertad para amar y albergar ambiciones.» Así, Du Bois centra gran parte de su discurso en la necesidad de la formación, de la educación, una incesante defensa de las universidades cuando declara «¿Por qué no fundar aquí, y donde haga falta, centros de saber y de vida profundos y duraderos, universidades que año tras año entreguen a la vida sureña unos pocos hombres blancos y unos pocos hombres negros capacitados, educados, de amplia cultura y tolerancia católica, que unan sus manos a otras manos y brinden una paz decente y dignificada a esta contienda de razas?». Du Bois defiende la educación y la formación de la población negra, afirmando que «todo brota del conocimiento y la cultura (…) Por lo tanto, hombres y naciones se han de construir de ese modo» y por ello denuncia la dificultad de la integración a entre negros y blancos en el sur. La dificultad en crear escuelas, sin profesores negros formados, sin materiales ni recursos económicos; una época en la que era difícil centrarse en la formación, pues la situación económica de los libertos requería el trabajo para lograr suficiente sustento para vivir; además, solo se tenía a sí mismo pues en la opción del blanco sureño «si el negro quería aprender, tenía que enseñarse a sí mismo».
El autor nos habla también, en algunos capítulos, del «Cinturón negro de Georgia», de sus pueblos sureños y habitados por negros, de grandes plantaciones de algodón medio abandonadas tras la gran caída de precios de los años 1880 afirmando con desolación que «hay poca belleza en esta región, solo una especie de burdo abandono que sugiere poderío: una magnificencia desnuda, por así decirlo». Una tierra en la que, en los años 1860, «en el oeste de Chickasawhatchee se alzó quizá el mayor reino esclavista que haya conocido jamás el mundo moderno. Ciento cincuenta magnates dirigían el trabajo de casi seis mil negros, ejerciendo su dominio sobre granjas con noventa mil acres de tierra cultivada». «La región es rica, aunque el pueblo es pobre». Era la época de nuevos ricos, multimillonarios hechos en poco tiempo, con carruajes y grandes casas llenas de flores y rodeadas de viñas abundantes, que Du Bois retrata afirmando que «había algo sórdido en todo esto, algo forzado: una cierta inquietud, un temor febril. ¿Acaso no estaba construido el todo este espectáculo, todo este oropel, sobre muchos sufrimientos y muchos gemidos? » (…) «Con tales cimientos, un reino solo puede, con el tiempo, tambalearse y caer».
Con un enfoque más analítico que propositivo, más reflexivo que reivindicativo, el libro que ha escrito Du Bois es un libro clave para entender los Estados Unidos de América que surgieron después de la aprobación de la decimoquinta enmienda, del fin de la esclavitud y de la aprobación del derecho a votar. Son los EUA del resurgimiento de la población negra a partir de su liberación, pero también de la incertidumbre y la reestructuración de una sociedad que debía buscar un sitio y un encaje a esa población evidenciando las dificultades en las que se encontró el gobierno post guerra de secesión para organizar la liberación de los esclavos negros. Y el retroceso económico de la población blanca, dominante y ambiciosa, dejando tierras abandonadas y un desierto por habitar, nuevamente, de un modo más justo y ecuánime; y una recesión económica que obstaculiza a los negros, que les impide el avance hacia un progreso económico que a duras penas pueden anhelar, lastrados y encadenados, no a sus amos esta vez, sino a unas deudas contraídas que el bajo precio del algodón no permite subsanar.
Afirma Du Bois, que «no tenemos derecho a permanecer sentados en silencio mientras se siembran las semillas que darán como cosecha un desastre inevitable para nuestros hijos, blancos y negros». Y ese mensaje es tan válido a finales del siglo XIX como lo es hoy día. No debemos callar ante las injusticias, no debemos observar cómo el mundo empeora ante nuestra dócil mirada. No podemos permanecer sentado y callados, pues, como afirma el propio autor, «mientras los mejores individuos de una comunidad no se sientan obligados moralmente a preocuparse por los miembros más desprotegidos de su grupo, protegiéndolos y preparándolos, estos quedarán a merced de timadores y trúhanes».
Quinceava?
ResponderEliminarGlups. Corregido.
ResponderEliminar¡Gracias por el aviso!
Saludos
Marc
Muy interesante el libro y estupenda la reseña. Hace poco leí algo sobre esa etapa de la liberación de los esclavos, y apuntaba a algo que me pareció muy interesante, cómo el paso de la esclavitud a la libertad dio lugar inmediatamente a una ola de racismo, también en el norte, por la que los negros pasaban a llevar encima el estigma de ser diríamos 'antiguos esclavos´ que dejaron de serlo por la generosidad de los blancos. No sé si en el libro se hace referencia a esto, porque de la reseña deduzco que quizá tiene un enfoque más normativo y material que psicológico.
ResponderEliminarSaludos, compañero.
Hola, Carlos. Muchas gracias, me alegro de que te haya gustado.
ResponderEliminarAcerca de lo que expones, el libro no lo trata de forma explícita, pues se centra más en el “justo después” de la abolición y la situación de los negros que de la “respuesta” de los blancos a ella. Sí trata el tema de los abusos policiales y jurídicos, pero no sería el punto principal del libro y menos aún el “clima” social.
En todo caso, ahora estoy leyendo un libro de Kendi llamado “Cómo ser antirracista” (que reseñaré en breve) y que menciona a Du Bois y cuestiona su enfoque de los negros.
Ya te contaré si trata el tema que comentas.
Saludos
Marc
Marc, qué interesante, pero cuánto por leer.
ResponderEliminarSi bien no puedo físicamente leer todo lo que reseñas, al menos intento leer al respecto, y este tema está tan presente en la vida diaria, que no se puede obviar. Somos blancos o negros porque nos lo dicen, y a partir de ahí, cuando sabemos lo que "somos", comienza la construcción de la persona, con multitud de condicionantes.
En España ha habido dos "negritudes" : la de los americanos de las bases aéreas de la OTAN (admirados por sus cochazos, dinero, porque trajeron el rap, etc) y la de los emigrantes africanos, ya no tan bien recibida. La diferencia, obviamente, no está en el color de su piel.
Espero con muchas ganas la siguiente reseña.
Saludos
Hola, Lupita.
ResponderEliminarMe alegro de que hayas encontrado interesante la reseña. Es un libro interesante, pues videncia que la abolición, a pesar de ser imprescindible por aspectos éticos, no fue un camino de rosas y no se gestionó de la mejor manera. También es interesante porque demuestra que, cuando un pueblo/comunidad/etnia es oprimido, puede caer en la tentación de autoculpabilizarse de sus males y a subestimarse.
Y, ciertamente, es un tema que está muy presente y que es bueno que así sea porque significa que damos el primer paso: tomar consciencia de ello. A partir de ahí, revisar, corregir, revisar, corregir, etc etc
Y, si añades el tema de la discriminación por clases, entonces ya tenemos otra variante de las desigualdades.
Espero que la próxima reseña sirva para ampliar esta visión y profundizar en ello.
Saludos, y gracias por comentar.
Marc