Idioma original: inglés
Título original: A rose for Emily / Miss Zilphia Gant
Año de publicación: 1950
Traducción: José Mª Valverde / Jesús Zulaika
Valoración: muy recomendable
Cuestiones logísticas:
a) de hecho voy a invertir más tiempo en reseñar este libro que en leerlo: apenas 100 páginas en caracteres de gran tamaño hacen que se despache en no más de media hora.
b) alguno se reirá, pero incluso con esa limitación, los tres párrafos recomendados en los añorados tiempos primigenios de este blog podrían quedarse cortos si uno se pusiera académico y desgranara hasta el tuétano la esencia de los dos relatos.
c) aún así, y como esto se ha convertido ya en territorio de entendidos y demás gente exquisita, la reseña podría solventarse en un par de frases tales como.
Blablabla blabla blababababla, babla bla. Es Faulkner, narices.
O Don Guillermo, como lo llama Deborahlibros.
Entonces, a sabiendas de que con esa definición tan contundente (y producto de la holgazanería propia de estar escribiendo esto pasadas las 23:00 del día anterior a su publicación) más de uno pararía aquí y diría: anda, este no lo conocía, ¿publicó también relatos? (sí) ¿y alguno de estos tuvo entidad suficiente para separarse y justificar su publicación casi independiente? (también, sí).
Porque sin que yo haya llegado todavía a leer ni a una cuarta parte de su obra, la sensación de encaje, la sensación de que a medida que uno se adentra está siendo absorbido más y más es absoluta. Dos relatos protagonizados por mujeres, dos relatos sumergidos en cierto misterio sórdido e inquietante (perdonen que vea a Lovecraft en sus orígenes y a Stephen King en sus destinos), bordeando ya no el gótico sureño sino el terror gótico. Relatos unidos por un patrón; mujeres que han decidido con contundencia respecto a los hombres a los que han unido sus vidas, en un entorno rural que no parece muy sano, donde la curiosidad y el morbo toman la guisa de justicia y decisión sobre la vida privada de las personas, donde el racismo es parte del día a día, donde las personas de raza negra parecen no tener nombre, donde hay clasismo y poco respeto por los semejantes. Las disputas se resuelven con dureza, con crueldad inapelable de esas crueldades que se saben impunes y definitivas.
El estilo es simplemente inmejorable, (es Faulkner, narices) tan despojado de elementos superfluos que la brevedad de los relatos solo hace que convertirlos en más memorables, intensifica la experiencia lectora de tal manera que uno lo releería nada más acabarlo, no a la búsqueda de flecos sino como forma (odio los símiles gastronómicos, pero en fin) de repetir plato y recrearse en ciertos sabores. Claro que hay literatura sumamente breve que puede dejar profunda marca. Estos dos relatos son una perfecta muestra.
Hola, Francesc:
ResponderEliminarNo sé si se puede perdonar pero no he leído a Faulkner y ¡qué narices!, debería ponerme. Apelo a tu/ vuestro consejo para empezar, porque ya desde hace años, y mil veces vista "Amanece que no es poco", me digo que debo leerle, para poder decir (o no) eso de " es que yo soy muy de Faulkner"
Una reseña muy entretenida, claro que una no es exquisita.
Saludos
Me dió alegría ver reseñado a Faulkner, con dos relatos que no conocía y encontrarlos en Google.( No se buscar libros si no es en Google).Faulkner es el mejor, bueno uno de mis mejores. Me encantó volver a Jefferson. Los relatos son demasiado cortos para enjuiciar pero siempre están los sirvientes negros y los que fueron poderosos terratenientes y ya no tienen más que el nombre y el coronel Sartoris, y los sherifs y las desmoteadoras del algodón.Relatos cortos suyos, acaso mas conocidos que éstos, son El humo y El oso. Pero a mí el Faulkner que me entusiasma es el de sus novelas, cuanto más complicadas mejor, con su monólogo interior que te mete en el personaje y te hace ver hasta sus pensamientos. Cuando leí su preciosa novela Luz de agosto, en alguna sesión de cuatro horas de lectura casi sin respirar y con una concentración máxima, cuando volvía en mí estaba segura de que me echaba humo el cerebro. O en El ruido y la furia. O en Mientras agonizo en donde no haría falta que ningún personaje dijera nada porque tú estás dentro de ellos, los ves desde dentro. Es más, la mujer que agoniza en esta última novela tiene un secreto que sólo conoce ella...y el lector. Me conmovio mucho.
ResponderEliminarGracias, Francesc. Un saludo
Hola, Francesc:
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu reseña. Es cierto que Faulkner es un compendio de técnicas y recursos narrativos pero todos ellos, todo ello, está al servicio del asunto, y viceversa. ¡Es Faulkner, narices! Yo he leido varias novelas suyas (Mientras agonizo, Sartoris, El ruido y la furia, Luz de agosto, Absalón Absalón, El villorrio...) pero nunca ningún relato. Me gustará leer alguno; creo que haré como hace Beatriz buscaré en Google alguno de ellos y lo leeré. Fallecer siempre es una lectura gratificante que te reconcilia con la literatura y con el mundo.
Un abrazo
Francesc vos sois estupendo. Gracias por el articulo.. Kempes
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