Idioma original: inglés
Título original: Mr. Vertigo
Año de publicación: 1994
Traducción: Maribel de Juan
Valoración: muy recomendable
Como a Vila Matas, puede que ser prolífico (o puntual con la espera de su núcleo de incondicionales) le resulte a Paul Auster perjudicial en la apreciación de su obra. Será otra forma de esnobismo colectivo inconsciente, la de pensar que a mucha producción uno ha de recelar pues es imposible mantener cierto nivel por mucho tiempo y bla bla bla, esa vieja y funesta preconcepción de que el autor perfecto ha de tener una obra perfecta y todo lo demás han de ser aproximaciones que merodean pero no alcanzan la perfección.
Bueno: pues Mr. Vértigo puede ser otro de esos casos, pero desde luego no es de los que bajan el promedio, más bien todo lo contrario. Hablamos de una bildungsroman que se inicia con Walt a los nueve años y acaba con un "así"que podría tomarse de muchas maneras, pero que si Auster fuera un mito viviente como lo fue García Márquez, pudiera equipararse al "mierda" de ya sabéis qué novela.
Y en medio nos encontramos más de 200 páginas de stream of consciousness, de narración en estricta primera persona de las andanzas de Walt, concentrada especialmente en sus cinco primeros años, de los 9 a los 14, en los que es tomado a cargo por el Maestro Yehudi, poliédrico personaje con su parte de gurú, su parte de referente paterno, su parte de cruel introductor al mundo adulto, que se encargará de adiestrarlo para la finalidad que ha percibido en él: la levitación, el vuelo, el espectáculo. Estamos en los años 20 en Estados Unidos, una sociedad que hoy nos parece extraña y extrema, la Gran Depresión aparece en el horizonte, el Ku Klux Klan campa a sus anchas y actúa con impunidad (uno de los flecos incómodos que deja la trama), todavía es posible que personajes errantes atraviesen el país ofreciendo espectáculos a las masas de los estados del interior, a los ciudadanos impresionables del cinturón del maíz, y también es posible que ese niño abandone a su familia adoptiva (sus padres han fallecido y convive con unos tíos entre miseria y malos tratos) sin que nadie se preocupe lo más mínimo. Walt, todavía un niño, establece un acuerdo con el Maestro: si a los trece años este no le ha enseñado a levitar y a volar, Walt podrá seccionarle la cabeza. Aquí irrumpe uno de los protagonistas del libro: la crueldad. Crueles son muchos de los treinta y tres pasos que el Maestro Yehudi establecerá para lograr sus fines, y cruel es que Walt deba aceptar ese plan de vida como única alternativa a una vida de incerteza y privaciones. No pocas analogías podemos sacar de este planteamiento que roza lo fantástico o lo mágico. Walt convivirá con un adolescente negro, Aesop, brillante estudiante de prometedor futuro, y Madre Sioux, anciana india que se ocupa de la casa. Vencerá su racismo inconsciente, apreciará a las personas que cuidan de él y se sacrificará por ellas si es necesario.
Mr. Vértigo me ha recordado en algunas partes a algunos personajes de la Trilogía de Deptford, difícil establecer una influencia, en todo caso hablamos de obras muy estimables por separado. Auster me ha sorprendido fuera de los registros oscuros, urbanos y claustrofóbicos en que, por ejemplo, lo había hallado en otra trilogía, la de NY, y he de reconocer que, sin verla mencionada, a diferencia de Leviatán o El palacio de la Luna, entre sus obras más destacadas, el nivel en Mr. Vértigo, tanto de escritura como de penetración psicológica en los personajes (pongamos una cierta pega, vamos, en la maldad sin matices de figuras como el tío Slim) es magnífico, cercano a la genialidad que, a estas alturas, ya no esperaba descubrir de este autor. Un más que convincente reencuentro.
Mr. Vértigo me ha recordado en algunas partes a algunos personajes de la Trilogía de Deptford, difícil establecer una influencia, en todo caso hablamos de obras muy estimables por separado. Auster me ha sorprendido fuera de los registros oscuros, urbanos y claustrofóbicos en que, por ejemplo, lo había hallado en otra trilogía, la de NY, y he de reconocer que, sin verla mencionada, a diferencia de Leviatán o El palacio de la Luna, entre sus obras más destacadas, el nivel en Mr. Vértigo, tanto de escritura como de penetración psicológica en los personajes (pongamos una cierta pega, vamos, en la maldad sin matices de figuras como el tío Slim) es magnífico, cercano a la genialidad que, a estas alturas, ya no esperaba descubrir de este autor. Un más que convincente reencuentro.
Esta no será la mejor novela de Auster, pero no está nada mal. Es una historia americana de superación con toques de realismo mágico. A medida que su protagonista va creciendo la magia va disipándose: el desencanto del mundo. Así que además de una novela de formación, Mr Vértigo es también una especie de fábula moral sobre la pérdida de la inocencia. Y desde luego una historia muy personal de los EEUU, que al igual que Walt también crece, se convierte en una gran potencia, guerrea y pierde el encanto infantil que aún conservaba en los años 20. Cuando la leí, me pareció una de las novelas más bonitas, en el buen sentido de la palabra, de Paul Auster. Y parece que resistiría muy bien la relectura.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Hola, Francesc:
ResponderEliminarMe gustan tus reseñas y admiro tu sinceridad y contundencia al hacerlas. Hoy también me gusta, pero el libro no. Cuando lo empecé me ilusioné porque tiene un bonito principio; parece que va a ser algo májico,fuerza mental, espiritual o psicodélico. Paul Auster es simpático, ágil, sencillo de leer y muy ameno pero a mí también me parece ligero, superficial y muy tramposo. Llama la atención sobre un personaje o una circunstancia y después la elimina sin ningún rubor.
Aquí, un niño de la calle al que uno que se hace llamar maestro le promete enseñarle a volar. Se añade una vieja sioux y un negrito inteligente. Se comienza la disciplina del niño pero nunca se dice en qué consiste; se le deja tirado en el suelo panza abajo y al cabo de unas horas se espera que vuele. Pues cuando ya el niño levita, introduce a la tópica y típica nativa americana (pelirroja, cochazo, velocidad, bebedora y folladora) y el maestro y ella hacen planes para exhibir al niño levitante por las ferias con el fin de ganar dineritos para cochazos y buenos hoteles. Pero aquí, como ya el negrito y la vieja sioux no cuadran, mientras los tres pricipales andan por ahí, viene el Ku klux Klan, como traído por una ráfaga de viento, sin que se haya mencionado para nada persecución racista, y los mata. Y al levitante le llevan por los pueblos pero como no se le ocurre qué más hacer con él le hace perder sus poderes por causa de jaquecas ( podía inventarse al menos una enfermedad rara). Después la novela se convierte en una de tiros y así sucesivamente. Me ha molestado mucho que el autor se limite a enumerar todos los tópicos americanos sin que cuadren y sin que vengan a cuento: Búfalo Bill, Toro sentado, Ku Klux Klan, la Gran Depresión, el primer vuelo sobre el Atlántico, etc.etc.Y así todo.
A mí, de Paul Auster, sólo me gustó Tombuctú, porque el protagonista es un perro y me encantan los perros.
Saludos cordiales
Coincido en lo de Tombuctú,me parece genial, lo he leído un par de veces y el final me hace llorar siempre.
EliminarHola, Francesc:
ResponderEliminarMe gustan tus reseñas y admiro tu sinceridad y contundencia al hacerlas. Hoy también me gusta, pero el libro no. Cuando lo empecé me ilusioné porque tiene un bonito principio; parece que va a ser algo májico,fuerza mental, espiritual o psicodélico. Paul Auster es simpático, ágil, sencillo de leer y muy ameno pero a mí también me parece ligero, superficial y muy tramposo. Llama la atención sobre un personaje o una circunstancia y después la elimina sin ningún rubor.
Aquí, un niño de la calle al que uno que se hace llamar maestro le promete enseñarle a volar. Se añade una vieja sioux y un negrito inteligente. Se comienza la disciplina del niño pero nunca se dice en qué consiste; se le deja tirado en el suelo panza abajo y al cabo de unas horas se espera que vuele. Pues cuando ya el niño levita, introduce a la tópica y típica nativa americana (pelirroja, cochazo, velocidad, bebedora y folladora) y el maestro y ella hacen planes para exhibir al niño levitante por las ferias con el fin de ganar dineritos para cochazos y buenos hoteles. Pero aquí, como ya el negrito y la vieja sioux no cuadran, mientras los tres pricipales andan por ahí, viene el Ku klux Klan, como traído por una ráfaga de viento, sin que se haya mencionado para nada persecución racista, y los mata. Y al levitante le llevan por los pueblos pero como no se le ocurre qué más hacer con él le hace perder sus poderes por causa de jaquecas ( podía inventarse al menos una enfermedad rara). Después la novela se convierte en una de tiros y así sucesivamente. Me ha molestado mucho que el autor se limite a enumerar todos los tópicos americanos sin que cuadren y sin que vengan a cuento: Búfalo Bill, Toro sentado, Ku Klux Klan, la Gran Depresión, el primer vuelo sobre el Atlántico, etc.etc.Y así todo.
A mí, de Paul Auster, sólo me gustó Tombuctú, porque el protagonista es un perro y me encantan los perros.
Saludos cordiales
Majico?????😳
EliminarPerdona, soy torpe con el ordenador.
ResponderEliminarGracias por los comentarios.
ResponderEliminarPues Beatriz, conociendo otras obras de Auster (creo que esta es la sexta novela que he leído del neoyorquino) te diría que no hay que esperar de él una coherencia narrativa al uso, y que sus licencias son constantes. Por ejemplo, lo del perro (aunque Pynchon hizo hablar a uno en Mason y Dixon).
A mí Mr. Vèrtigo me encantó. Hay que tomar también en cuenta que la primera persona es un niño y por lo tanto la razón de la aparición y desaparición de personajes en la novela se corresponde con la experiencia infantil y adolescente. Es decir, que Walt va incorporando elementos de la realidad paulatinamente. No hay un narrador omnisciente que coloque a Walt en el contexto de las violencias que padece (y que acepta como una tabla de salvación por una promesa futura llena de incertidumbre), sino que el mismo protagonista va dando cuenta de su experiencia: la pérdida de la inocencia y la forja de su propio carácter.
ResponderEliminarTiene buena pinta y creo que me gustaría. Leí hace muchísimo Tombuctu y sigo recordándolo con agrado, me pareció muy original. Sin embargo, el último que leí, Brooklyn F..., ni fu ni fa, me parecía estar viendo una película, lo que llamaría una americanada. Salud.
ResponderEliminarMr Vértigo es la novela que me introdujo al mundo maravilloso de Paul Auster. La leí incluso antes que la trilogía de Nueva York y me convirtió en un seguidor incondicional de este gran escritor, de quien leí casi todo. Como bien señala otro comentarista más arriba, es la narración de un niño, con mirada de niño y sentimientos de niño, que un día increíblemente vuela y de golpe, repentinamente, deja de volar. Como nos ha pasado a todos. Los personajes son entrañables, aún los más ruines, especialmente el Maestro Yehudi. Un nigromante, un sabio, un perverso?
ResponderEliminarCoincido con Francesc el Pumaque el estilo de Mr Vértigo, su forma narrativa, los temas abordados, lo hacen singular en el conjunto de la obra de Auster. Quizas alli resida su mayor encanto. Una obra inolvidable, para mí al menos.
A mí me parece una mala novela: es superficial, anecdótica e insustancial. Los hechos se van encadenando sin transición, pegados el uno al otro de forma arbitraria. Los personajes son planos, y sus cambios mentales y anímicos no nos son demostrados, solo dichos, de forma que no nos los creemos. Me aburre. No creo que llegue a terminarla. Coincido con Beatriz Rodríguez, en este mismo blog.
ResponderEliminarA mí me parece una mala novela: es superficial, anecdótica e insustancial. Los hechos se van encadenando sin transición, pegados el uno al otro de forma arbitraria. Los personajes son planos, y sus cambios mentales y anímicos no nos son demostrados, solo dichos, de forma que no nos los creemos. Me aburre. No creo que llegue a terminarla. Coincido con Beatriz Rodríguez, en este mismo blog.
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