Año de publicación: 1983
Valoración: Muy recomendable
La primera página de la edición
que yo he (re)leído de “Primero estaba el mar” tiene, si no me equivoco, veinte
adjetivos. Tres de ellos se repiten: sucio (3 veces), despoblado (2 veces) y
oscuro (2 veces). Entre los que solo aparecen una vez, destacaremos secas,
polvorientos, entumecidos, desapacibles, aturdidas, viejos, silencioso… No es
casualidad, es el tono general del libro ya desde la página 1.
En esa primera página asistimos
a la llegada de J y Elena a una finca junto al mar, a un retiro que tiene tanto
de huida – de hecho venía huyendo de
cierta racionalidad oprobiosa – como de búsqueda de una última utopía, lo
que podría sugerir una lectura también política del libro.
Desde ese primer momento, la
sensación de decadencia, de ruina y de desastre inminente sobrevuela la
historia, ya sea a través de los escenarios (una casa desordenada y
polvorienta, una selva ingobernable), del medio (un mar con olor a manglar, que
huele a podrido, mezcla de vida y muerte), de las condiciones (un clima
caliente, húmedo y lujurioso) o de las propias notas que va dejando el narrador.
El paso de las páginas viene a confirmar que no es solo una sensación, que,
pese a los sucesivos intentos de redención, el desastre económico, personal y
moral es ineludible.
Es, por tanto, una novela
simbólica y sensorial. Por un lado, todo - el mar, la lluvia, la madera, el
semental - puede y debe ser entendido como la representación de algo más profundo; por otro, los
olores y los sabores, a fritanga, a sudor, a alcohol…, nos sumergen y sumergen
a los protagonistas en un estado letárgico en el que luz y oscuridad alternan
peligrosamente.
Varios son los aspectos a destacar en esta novela:
- La ya citada recreación de una atmósfera asfixiante, que oprime al mismo tiempo al lector y a los protagonistas de "Primero estaba el mar".
- El tratamiento de la violencia en sus más variadas formas.
- El lenguaje, poético en las descripciones y coloquial en los diálogos pero siempre conciso, utilizado por Tomas González.
- La tensión que se mantiene pese a que algunas informaciones aportadas por el narrador revelan el desenlace de la historia. En este sentido, es algo similar a la formación de una tormenta. Ves los rayos y escuchas los truenos en la lejanía, sabes que se acercan y sabes que la lluvia va a descargar, pero tu sigues allí, esperando.
- J., un antihéroe de manual, mezcla de literato, anarquista, izquierdista, negociante, colono, hippy y bohemio sin ninguna chance de sobrevivir que intenta, sin demasiada convicción, buscar una salida en compañía de Elena, personaje desbordado por las circunstancias.
Vale, ¿y por qué no un imprescindible? Pues por una cierta sensación de algo ya leído, por la falta de ese punto de originalidad que solo algunas obras tienen. Así, por ejemplo, las referencias al Conrad de "El corazón de las tinieblas", al Cepeda Samudio de "La casa grande" o la narrativa sureña norteamericana son inevitables. Pese a esto, "Primero estaba el mar" es una muy buena historia muy bien contada. Un muy buen libro.
Según he leído lo de los adjetivos he sabido que este libro no era para mí, je, je. Me pone muy nerviosa encontrarme con muchos.
ResponderEliminar¡Besos!
No es que el libro sea así, ni mucho menos. Solo es que la primera página da de maravilla con el tono del resto de la historia.
ResponderEliminarAbrazo (y gracias por comentar)!!
Leí está reseña y luego me encontré con el libro -que no conocia- en una mesa de saldos y lo compré. Me encantó su estilo conciso y ese clima entre ominoso y amable que guía la narración. Un gran descubrimiento, gracias por permitirlo.
ResponderEliminarLatour
¡Qué bien que nos hayas hecho caso y que el libro te haya gustado tanto como a nosotros! Como dices, creo que la única opción de encontrar el libro es en librerías "de segunda mano" o en bibliotecas. La editorial que lo publicó (Belacqvua) desapareció hace años dejando un catálogo más que interesante.
ResponderEliminarY nada, muchas gracias por leernos y compartir tu opinión.
Un abrazo!
Está en Seix Barrial, así como toda su obra. Les recomiendo también 'La historia de Horacio'.
ResponderEliminarAsí dos nuevos escritores colombianos que vale la pena leer: Esteban Duperly 'Dos aguas', Orlando Echeverry Benedetti, 'Criacuervo', ambos en Angosta editores.
Pues me apunto tanto el libro de Tomás González como los nombres de Duperly y Echeverry, que se unen a la ya más que interminable lista de futuribles.
ResponderEliminarGracias por la visita y el comentario!