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jueves, 12 de diciembre de 2019

Pankaj Mishra: La edad de la ira


Idioma original: inglés
Título original: Age of Anger. A History of the Present
Año de publicación: 2017
Valoración: Muy recomendable


¿Dónde estamos exactamente? ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Qué nos está pasando? ¿Qué relación tienen, en cualquier país del mundo, los acontecimientos de los últimos años con lo que ha sucedido antes y con lo que ocurre en otros sitios? Pankaj Mishra no tiene una respuesta simple, pero intenta contestar a estas cuestiones trazando una panorámica ideológica y social de alcance internacional desde la Ilustración europea hasta nuestros días. Partiendo de una extensísima bibliografía, que maneja con soltura gracias a su amplia erudición, el autor va trazando una ruta que comienza, transita y acaba en una palabra clave: resentimiento. Un resentimiento que comenzó a hacerse visible con Rousseau y llega hasta nuestros días.

“Estamos más cerca de entender el resentimiento actual cuando reconocemos  que éste surge de un deseo humano intensamente competitivo de convergencia y semejanza, más que de diferencias religiosas, culturales, teológicas e ideológicas.” “Las contradicciones y los costes del progreso de una minoría, largamente silenciados por el revisionismo histórico, se han hecho visibles a escala planetaria”.

El siglo XXI, al menos desde 2008, parece anunciar la decadencia de un modelo que arrancaría allá por el XVIII. Fue entonces cuando dio comienzo un proceso imparable que, a partir de la idea de progreso, fue poniendo en contacto las zonas más apartadas, universalizando los conocimientos y las formas de vida y creando expectativas de riqueza y desarrollo. Esto dio lugar a la progresiva desaparición o irrelevancia de comunidades sencillas, fuertemente cohesionadas, con costumbres y creencias tradicionales y sin excesivas ambiciones. Su promotor fue la Enciclopedia (Diderot, Voltaire etc.), y Rousseau –a pesar de formar parte de esa élite intelectual que logró secularizar la vida pública– el gran aguafiestas que creyó ver la semilla de todos los males en esa modernidad incipiente. El hedonismo, ambición y laicismo que promovió la nueva meritocracia sustituyeron a los antiguos ideales evangélicos, a partir de ahí, Occidente se fue volviendo narcisista y acabaría contagiando a gran parte del planeta, para bien y para mal. Pues un estado de cosas impuesto por una élite dio lugar –gracias al auge de tecnología, ciencia e industria– a desigualdades y actitudes despóticas y a un incremento de los ideales expansionistas justificados por las teorías de Darwin. Esto originó conceptos como democracia, revolución y socialismo. O lo que es lo mismo, competencia a todos los niveles. Tras el colonialismo, los nuevos estados independientes tuvieron que evolucionar a marchas forzadas para adaptarse a modelos occidentales que se habían gestado a un ritmo mucho más lento. En algunas zonas, fanáticos e intolerantes se presentaban como salvadores de la humanidad e imponían por la fuerza una vuelta a los valores tradicionales. La acracia predicaba una rebeldía destructiva como engañoso medio de conseguir la libertad, los magnicidios se multiplicaban y la represión se hizo más virulenta.
Todos estos hitos históricos han sido impulsados por líderes de opinión (filósofos, literatos, científicos, gobernantes) que pusieron en marcha las grandes corrientes de pensamiento y cuyas personalidades e ideas se exponen con bastante detalle. De aquí surge un panorama que engloba varios siglos y enlaza todas las áreas del planeta en una relación de causa-efecto bien documentada y justificada en base a la idea inicial: parece evidente que la superioridad y prepotencia de un sector de la humanidad no podían mantenerse indefinidamente. El siglo XXI ha traído consigo la pérdida de los puntos de referencia espacio-temporales y con ello la fe en el futuro. Los excluidos de la humanidad proliferan, el contrato social se ha roto produciendo una nueva clase: el precariado, las leyes del mercado en la aldea global han hecho coincidir las aspiraciones, y aunque nadie se responsabiliza de nada, el futuro parece augurar una hostilidad procedente tanto del ámbito natural como del humano, convergiendo ambos en abierta rebelión contra quienes han dilapidado los recursos… y contra todos los demás de rebote.

“No basta con culpar a la infamia política, la prevaricación financiera y los medios de comunicación. La guerra civil global es también un hecho profundamente íntimo; su línea Maginot discurre por los corazones y almas individuales. Tenemos que examinar nuestro propio papel en una cultura que alienta una vanidad insaciable y un narcisismo vacío.” 

Pues, como es obvio, las redes sociales no nos van a salvar aunque lo parezca.


Traducción: Eva Rodriguez Halffter y Gabriel Vázquez Rodríguez

8 comentarios:

  1. Es un ensayo formidable que cambió mis perspectivas de ideas en varios sentidos. Como ver a los terroristas islámicos como supervivencia de los terroristas nihilistas anarquistas del siglo XIX y comienzos del XX que querían destruir el orden social vigente. Es decir que eran, aunque los quisiéramos ver como atávicos, plenamente modernos.

    Y la idea de resentimiento generalizada, de las minorías contra las élites, de las élites contra la sociedad, de las culturas tradicionales contra occidente... los Trump, los Putin, los Bolsonaro, etc... todo el mundo está resentido contra alguien, todo el mundo se siente víctima,. los que están arriba y los que están abajo, las naciones oprimidas contra las metrópolis, de los defensores de los LGTBi contra la sociedad machista y patriarcal, de la sociedad contra tanta imposición de género, de las mujeres contra los hombres, de los hombres contra las mujeres. Es la edad de la ira. Todos contra todos.

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  2. Me parece muy interesante. Gracias por compartirlo. Un saludo

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  3. Montuenga:
    El párrafo dedicado a la descripción del siglo XXI es tan bueno que me lo voy a copiar, a mano por supuesto. Es clarificador, y explica a grandes rasgos muy acertados cómo hemos llegado a esta época crispada, a esta era de cambio, de exasperación. Y no sé si habla de ello en el libro, pero a esta ira extendida y la enorme competitividad, se le suman la presión por estar siempre actualizado y la prisa, la prisa para ir a hacer lo que me apetece, o lo que considero muy importante.

    Las redes sociales sirven, entre otras cosas, para propagar el odio, y se vive muy bien sin ellas. Qué les den a ellas, a la eficiencia y a la productividad cuando hablamos de personas. Yo me declaro improductiva e ineficiente, porque vamos a explotar con tanta presión.

    Si el libro es como tu reseña, merece la pena, seguro.

    Por cierto, justo antes de leer tu reseña vi a un abuelo andando a "peo de burra" con el nieto de la mano mirando las nubes y sus formas. Cada vez me gustan más los mayores, con esa forma de vida que se está perdiendo. Por suerte, quedan abuelos y niños, que son los disidentes del sistema, y aunque no les dejen vivir del todo a su manera, molestan.

    Un saludo

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  4. Gracias por la reseña, lo habia visto y no me decidía, ahora lo leeré

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  5. Buenos días.

    Coincidimos, Joselu, aunque creo que el resentimiento al que alude va más bien de abajo a arriba, tanto dentro de fronteras concretas como a nivel transnacional. A mí también me ha ayudado a tener más claro el panorama actual y a situarlo en un contexto más amplio en varios sentidos. Aparte de la cantidad de datos que aporta y de los que conocemos y nos recuerda, lo más relevante es su capacidad de relacionarlos y extraer conclusiones de ello.

    Gracias, Esther, si te animas y luego quieres comentar, aquí seguiremos :)

    El libro, Lupita, es un estudio sociológico tan interesante como bien documentado y no admite comparación con mi humilde reseñita, pero te agradezco infinito el elogio. En cuanto al párrafo que te ha gustado tanto, es un resumen de las ideas que me han parecido más relevantes, pero todo lo que he puesto lo dice el sr. Mishra con otras palabras. Menciona a las redes sociales como un factor más de todo este lío pero tampoco se extiende demasiado. Sobre la prisa, es cierto lo que dices, aunque creo que el ensayo no habla de ella explícitamente, pero recordemos que el autor es varón, las superwoman del siglo XXI compiten con los hombres en todo y eso es solo el 30 o 40 por ciento de su actividad diaria, se comprende pues que les falte todo el tiempo del mundo. En cuanto al burro y demás: eres una poeta, no me cabe ninguna duda ;)

    Eduideas, me alegra que mi reseña haya servido de algo. ¡Que lo disfrutes!

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  6. Hola Montuenga:
    Aunque el autor hace un análisis mucho más amplio me parece que la fase actual del capitalismo (que lleva unos 40 años) potencia él resentimiento por la enorme desigualdad en el reparto de la riqueza. Por lo menos en el hemisferio sur.

    Gran hallazgo.

    Saludos

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  7. Alguien lo tiene en digital, mi mail es nicojosei @ gmail ?

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  8. Hola Gabriel. Por supuesto, el quiebro que se produjo todavía dentro del Antiguo Régimen, fue en el XVIII con la Ilustración. Luego, el desarrollo cada vez mayor de la civilización industrial fue incrementándolo progresivamente hasta nuestros días, con algún período de inflexión en que el fenómeno dejaba de ser progresivo y aceleraba bruscamente. Pero Mishra no se refiere solo a la enorme brecha económica entre las élites y el resto, sino a la conciencia de la diferencia que ese "resto" ha ido tomando desde la mencionada Ilustración y en que a partir de entonces el objetivo de todo el mundo empezaba a ser progresar, mientras que hasta entonces cada uno sabía el "sitio" que ocupaba y lo aceptaba (con ayuda de la religión, por regla general) y el concepto de progreso no existía. Analizar los aspectos positivos y negativos de este quiebro histórico nos llevaría mucho tiempo y es algo que Mishra no hace, se limita a constatar hechos. Pero no me cabe duda de que todos tenemos nuestra opinión.
    Los dos momentos en que, según el autor, se incrementa ese descontento produciendo tensiones sociales gravísimas son: -el siglo XIX, con todos los atentados, muchos de ellos magnicidas, que produjo, -la actualidad, desde más o menos principios del XXI, con el Daesh, al que dedica unas cuantas páginas, y otros.

    Saludos

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