Título original: Hyperion oder der Eremit in Griechenland
Traducción: Jesús Munárriz
Año de publicación: 1797-1799
Valoración: Imprescindible
En el año 2020 se conmemorará el 250º aniversario del nacimiento de Friedrich Hölderlin, escritor alemán de quien se ha dicho que encarna la misma esencia de la poesía; tales fastos nos proporcionan una excusa formidable para acercarnos a su Hiperión, su obra más conocida. Se trata de una novela de un lirismo deslumbrante en la que, con una estructura epistolar, el protagonista que le da nombre –un joven griego del siglo XVIII que se rebela contra la ocupación turca de su país– informa a su amigo alemán Belarmino de sus sucesivas acciones y pensamientos. Si sucumbimos a la tentación que tal excusa nos otorga, podremos comprobar la asombrosa vigencia del mensaje contenido en ella, a pesar de la extrañeza que el emotivo lenguaje en que está escrita pueda inspirarnos en el siglo XXI.
Hay que leer Hiperión a los veinte años. En la edad en la que uno quiere cambiar el mundo, el fulgurante idealismo de sus páginas insuflará un entusiasmo incontenible al incauto que se exponga a su influjo: Hiperión suministrará el combustible preciso para avivar la rebeldía en aquella edad en la que aún somos invulnerables. Quien escribe estas líneas así lo hizo, casi por azar y, desde luego, desprovisto de prospecto alguno que advirtiese de sus efectos secundarios; la conmoción experimentada fue mayúscula y sus efectos, perdurables. Mi viejo volumen, cuyas subrayadas páginas hace mucho que amarillean, sigue ocupando su lugar en la mesilla de noche; también se mantiene incólume en el catálogo de la editorial.
Pero hay que releer Hiperión pasada la cincuentena, paladeando la belleza de cada frase que aquella primera lectura remota y probablemente desbocada quizá pasó por alto. Y debe releerse, a ser posible, después de investigar la biografía de Hölderlin. Así, esta segunda lectura revelará de qué manera autor y obra van inextricablemente unidos y cuál fue el precio que hubo de pagar por la entrega incondicional a la causa de la poesía. El paralelismo entre los protagonistas de la historia narrada y Hölderlin y las personas que mayor influencia tuvieron en su vida se desvelará con nitidez; cada pasaje del libro, por otra parte, es el eco de algún suceso vivido por éste. La anhelada expulsión de los otomanos del suelo helénico para implantar una sociedad de hombres libres resultará ser una metáfora de los ideales revolucionarios que barrían la Europa acompañando a las tropas de Napoleón. Unos ideales que no tienen nada de patriótico, pues su meta no es otra que recuperar la unidad de todo lo viviente. Pero, atención: para conseguirlo, la belleza es el valor supremo. Como advierte Hölderlin por boca de Hiperión cuando éste recorre las ruinas de Atenas junto a su amada Diótima –en uno de los pasajes más luminosos del libro–, «sin belleza del espíritu y del corazón, la razón es como un capataz que el amo de la casa ha enviado para vigilar a los criados».
Con estas premisas, y con la urgencia que reclama un mundo cada día más compartimentado y excluyente, quizá sería pertinente hoy releer Hiperión. Aprovechemos la oportunidad que la efeméride ofrece. Pero no olvidemos lo que sucede a los que, como Ícaro, ascienden demasiado alto. A Hölderlin, su entrega a la causa de la belleza le costó la locura y el vivir apartado del mundo durante más de tres décadas.
De entrada, en Hiperión se dan un montón de ingredientes que podrían lastrarlo ante los lectores de hoy: altísimo grado de abstracción, un monólogo reiterativo de principio a fin, tendencia a las generalizaciones ("el hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona"),referencias clásicas a porrillo, arrebatos líricos, ausencia de sustantivos concretos durante líneas y líneas, y, como tema de fondo,... la Poesía. Así, con mayúscula.
ResponderEliminarY sin embargo...
Sin embargo, la lectura atenta y entregada es una experiencia singular, no parecida a cualquier otra lectura, ni entre románticos ni entre alemanes. Rareza e intensidad.