Idioma original: Castellano
Año de
publicación: 2019
Valoración: Está
muy bien
El Poder. Los
Poderosos. Quizá sea uno de los asuntos más fascinantes para quienes sienten la
curiosidad, o la necesidad, de mirar y comprender cómo son y funcionan las
comunidades, humanas o no. ¿Cómo se consigue? ¿Y cómo se mantiene, se preserva,
se expande, se impone? ¿Es el Poder intrínseca, necesariamente, violento,
coercitivo, cruel?
Bueno, sin
necesidad de ponerse tan estupendo, el periodista Andrés Villena Oliver (Elche,
Comunidad Valenciana, 1980), doctor en Sociología por la Universidad de Málaga,
se ha dedicado a hacer inventario de los ministros y altos cargos de los
últimos gobiernos de España –Rodríguez Zapatero, Rajoy, Sánchez- y su conclusión
puede que no sea muy sorprendente, pero si tozudamente reveladora. La inmensa
mayoría de los cuadros gubernamentales –tanto los del gran partido de la
derecha como los del gran partido de la izquierda, los únicos que en las últimas
décadas han formado gobiernos- surgen de unos graneros selectos, bastante
cerrados y opacos, como son el conjunto de cuerpos de élite de la Administración
del Estado.
Se caracterizan
precisamente por un fuerte espíritu corporativo que controla los puestos más
importantes del aparato estatal, desde donde condicionan las políticas públicas
y las decisiones gubernamentales, de manera compleja, discreta y sistemática. Y
donde se organizan en confederaciones de cuerpos que pelean entre si por colonizar
los diferentes ministerios y espacios de poder. Para el autor, creer que se
puede gobernar el Estado sin conocer a sus funcionarios más característicos
significa no haberse enterado de nada. Cogida al vuelo la respuesta de hace
unos días en televisión del político de izquierdas que no ha podido gestar un
gobierno de coalición, posiblemente estas sean las personas que garantizan que
la sociedad española duerma tranquila. Exclusivamente ellas, por lo visto.
No se trata tan
solo de las llamadas puertas giratorias, esa facilidad pasmosa de algunos para transustanciarse
a la velocidad de la luz desde el servicio público a la cúpula de las grandes
empresas -en formato ida y vuelta- para aterrizar con el culo siempre en las
mejores poltronas sino del ecosistema que estos privilegiados ejemplares
habitan de forma permanente y natural. Formados en las mejores facultades,
becados para pulir currículum entre la nata universitaria anglosajona, entrenados
y cuidados concienzudamente para opositar con garantías, son diplomáticos,
inspectores de Hacienda, catedráticos universitarios, técnicos comerciales y
economistas del Estado –conocidos como tecos, especialmente reclutados por el
Partido Socialista-, o abogados del Estado, especialmente estimados en el
Partido Popular. Son los cuerpos de élite de la Administración del Estado en
España, que ya durante la dictadura y especialmente a partir del Plan de
Estabilización de 1959, fueron la mejor manera de acceder, en un sistema con
los partidos políticos proscritos, a la actividad pública. En cierta medida,
una copia del sistema francés, aunque sin un cauce formal como el de la ENA, la
Escuela Nacional de Administración. Aunque sí con una elevada presencia de
apellidos con pedigrí aristocrático, que les confiere aires de nobleza del Estado.
Y donde, por supuesto, el consenso neoliberal es aplastantemente dominante y
los pilares teóricos de la economía neoclásica permanecen incuestionables.
En Las redes de
poder en España se incluyen una serie de cuadros gráficos que permiten
visualizar muy claramente los vínculos –parentesco, clan, linaje,
origen, negocio, gremio, estudios, fundaciones, cátedras…- que mantienen este
puñado de preclaros y abnegados patriotas. Los que cuidan del país desde
los salones del poder y eventualmente salen a los balcones de palacio para
saludar a la masa y recordarnos que continúan entregados sin desvelo en la ardua
tarea de gobernarnos. A nosotros, domeñada plebe de ignorantes, sumisos y
conformados. Así que libros como Las redes de poder en España, con sus 260 páginas
de periodismo vigoroso, reposado y elaborado puede que cuentan una historia que
ya nos sospechábamos y no acabe de sorprender pero viene muy bien para
recordarnos, nombre y apellidos, a quién tenemos encima.
Gracias por esta reseña. En el número de julio-agosto de 2019 de la revista "Alternativas económicas" también lo recomendaban... ¡Así que definitivamente habrá que leerlo!
ResponderEliminarLeí hace no mucho que precisamente Macron quería eliminar la ENA, aunque no me quedó clara la razón...
ResponderEliminarHola Carmen, gracias a tí por el comentario, Y Juan, en cuanto a Macron, es un producto 100% ENA, de donde salió como inspector de finanzas, para empezar a trabajar en la Banca Rothschild. Aunque su primera formación fue con los jesuitas...
ResponderEliminarGracias por la reseña mayor thomson
ResponderEliminarHummm... La reseña creo que es más bien del comandante Ciprés.
ResponderEliminarCabo chusquero, realmente...
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