Años de publicación: 1998
Valoración: Imprescindible
Llego a Baron Biza y a su única novela gracias al recientemente reseñado "Distraídos venceremos", libro que es casi tanto ensayo sobre literatura autobiográfica como guía de futuras lecturas. Por lo tanto, hay que agradecer a Andrea Valdés el descubrimiento de esta maravilla injustamente olvidada, al menos en España.
"El desierto y su semilla" es un novela autobiográfica, por supuesto, pero va mucho más allá y admite múltiples lecturas. Lo autobiográfico está en el arranque de la novela. La brutal agresión (y posterior suicidio) de Raúl Baron Biza a su esposa Clotilde Sabattini, a quien en el momento de la firma de los papeles de divorcio arrojó ácido vitriólico a la cara con la intención de "dejarla ciega y que su cara fuese su última visión", es el desencadenante de la novela.
Pero esta no es una reconstrucción, palabra clave para analizar esta obra, de los motivos que llevaron a la agresión o de la vida en común del matrimonio, sino que, y he aquí el primer mérito de Jorge Baron Biza, el terrible momento es el punto de partida de una novela de formación, existencialista, autoficcional y al mismo tiempo autoparódica. Para ello, y este es otro de los méritos del autor y también otra de las claves de la novela, Baron Biza opta por dotar de nombres falsos a los protagonistas (Raúl Baron Biza es Arón Gageac, Clotilde Sabattini es Eligia y el propio Jorge Baron Biza es Mario Gageac), lo que le permite tomar distancia respecto a los hechos y salirse de lo estrictamente personal.
Así, los momentos inmediatamente posteriores a la agresión, las primeras noches de hospital, las sucesivas operaciones, ya en la Argentina o en Italia, o los primeros intentos de desligarse de la violencia paterna no son más que una "excusa" para una narración en la que la reconstrucción del rostro de Eligia va de la mano de la reconstrucción de la personalidad del autor y de la construcción de un sentido de una vida desfigurada.
Todo "El desierto y su semilla" gira en torno a la violencia y a la construcción y/o reconstrucción, ya sea del rostro de la madre, de la memoria o de la identidad. Todos los vagabundeos de Mario Gageac, todas las imágenes y todas las descripciones han de ser puestas en relación con un mundo complejo en constante redefinición. De aquí la constante dualidad que recorre la obra: las dos caras de Eligia (la anterior y la posterior a la agresión, la de madre y de mujer más o menos pública), las dos caras de Arón (la ultraviolenta y la idealista), las dos Argentinas (la peronista y la antiperonista), los dos escenarios principales (la aséptica clínica milanesa y los bares y pueblos de mala muerte), los dos Mario Gageac o, más bien, las dos esferas aisladas entre sí en las que se desarrolla su vida (el sacrificado acompañante de la madre y el que baja a los infiernos del alcohol, la prostitución y la violencia), etc.
En resumen, "El desierto y su semilla" es una novela oscura e incómoda, quizá excesiva en algunos momentos y no apta para todos los públicos, pero realmente imprescindible. Un comienzo brutal, una narración plagada de imágenes poderosísimas, y un progresivo distanciamiento de los hechos para acabar construyendo una novela que se aleja de lo autobiográfico y se acerca a lo universal son sus principales bazas. ¿Os atrevéis?
Con extraordinaria lúcidez dentro de la oscuridad, diría, enorme obra. Ferdo del norte de Arg
ResponderEliminarHola Koldo: sólo agregar que el acto brutal de Raúl Barón Biza marco trágicamente a toda la familia, con excepción de uno de sus hijos. No profundizo para no spoilear.
ResponderEliminarBuena reseña.
Saludos
Pues sí, lucidez terrible la de Jorge Baron Biza (o Jorge Baron Sabattini). En cuanto a lo que comentas, Gabriel, lo sé, lo sé, pero no he querido mencionarlo precisamente por el motivo que das.
ResponderEliminarMuchas gracias a los dos por visitarnos y comentar.
P.S.: Tremendo el nivel de la literatura argentina. De verdad, tremendo
Hola, Koldo:
ResponderEliminarRespondo a tu última pregunta. No, no me atrevo ni me apetece. Hay que medirse y este libro pinta excesivo. El sufrimiento de los demás me puede.
Saludos
Siempre impecable querido Koldo! Gran crítica!
ResponderEliminarHablando de la novela el propio Baron Biza dijo: "Pero se leyó mucho lo autobiográfico y el sufrimiento no legitima la literatura. Lo que legitima la literatura es el texto". El texto merece muchísimo la pena, pero tienes razón en que pinta excesivo.
ResponderEliminarY nada, que gracias por los halagos y los comentarios!!
Excelente libro sí, imprescindible sin dudas.
ResponderEliminarSu padre, además de echarle ácido a su madre, se suicidó, como también lo hiciera después él, pero antes publicó un librito titulado "El derecho de matar".
Locura argenta de la buena!
Debo decir que conocía la historia de Raúl Baron Biza, pero no tenía la menor idea de que su hijo hubiera escrito este libro. Ni siquiera conocía la existencia de Jorge...
ResponderEliminarConociendo tu ecuanimidad a la hora de calificar, Koldo, me haces dudar. A priori hubiera dicho que ni loco le entraba a este libro. Ahora, tal vez lo piense...
Y sabiendo de tu devoción por la literatura argentina, me atrevo a recomendarte otro autor que creo no ha sido reseñado en ULAD: Marco Denevi. Su obra más famosa es Rosaura, a las 10.
ResponderEliminarVale la pena.
Amigo Puma: Fíjate que además hay cierta unanimidad con esta obra, así que ya sabes!! Y el libro de Denevi apuntado queda!!
ResponderEliminarEn cuanto a la devoción que comentas... Mira, tengo en la pila de pendientes libros de Cortázar, Manuel Puig, Mujica, Bioy + Silvina, Hebe Uhart, Federico Falco y Vázquez Rial. Casi nada!
Un abrazo y muchas gracias por el comentario y la recomendación