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miércoles, 17 de abril de 2019

Aixa de la Cruz: Cambiar de idea

Idioma original: español
Año de publicación: 2019  
Valoración: Muy recomendable

Contexto. Librazo. Hace ya algunos años que la editorial Caballo de Troya adoptó un original sistema rotatorio: cada año, un editor o editora invitados escogen los libros que se publicarán ese año. Y cada año, al menos uno de los libros ha resultado un bombazo, en crítica, ventas o ambas cosas: El comensal de Gabriela Ybarra; El estado natural de las cosas de Alejandro Morellón; La hija del comunista de Aroa Moreno... Este año, sin desmerecer a Game Boy de Víctor Parkas, una interesante colección de ensayos y relatos en torno a la(s) masculinidad(es), el bombazo parece haber llegado con la segunda de las obras escogidas: Cambiar de idea, de Aixa de la Cruz, un texto híbrido, potente y oportuno (no me gusta el adjetivo "necesario", porque realmente necesarias hay pocas cosas) que ya ha sido calificado de "generacional", aunque creo que es algo más y mayor que eso.


Urgencia. En varias entrevistas (y en el propio libro, también) ha contado Aixa de la Cruz cómo se escribió el texto de Cambiar de idea: como una especie de catarsis inmediatamente después de acabar la tesis doctoral. Una impulso violento - o quizás la necesidad de llenar el vacío que deja una tesis - la llevó a escribir páginas y páginas con una urgencia y una honestidad desacostumbradas. Aunque desde esa primera versión hasta la finalmente publicada ha habido, obviamente, un trabajo de pulido y revisión, esa urgencia todavía se nota en el texto, que se lee con el ritmo acelerado del punk o de las primeras películas de Guy Ritchie. A ello contribuye, también, el que con menos de treinta años la autora haya vivido ya material que cabría en tres o cuatro vidas de otras biografías más "convencionales". En todo caso, que sea una obra urgente y honesta no quiere decir, claro, que sea completamente verídico lo que cuenta; ni lo sabemos, ni debería ser lo más importante de nuestra lectura. De hecho, el fantasma de la (auto)ficción planea sobre el texto de forma explícita, quizás porque, siendo rigurosos, no hay ejercicio de memoria que no sea también un ejercicio de ficción.


Identidad. Máscaras. En un determinado momento Aixa de la Cruz reniega de su anterior novela, La línea del frente, con la cual dice no sentirse ya identificada. Esto tiene su lógica, si partimos de que Cambiar de idea nace de un deseo de autoconocimiento, en que las máscaras interpuestas incomodan. Pero al mismo tiempo no deja de ser paradójico, en mi opinión, porque el tema, e incluso la estructura, de ambas obras, tiene bastante en común: la búsqueda, a través de la reconstrucción de la memoria del pasado, de una identidad más auténtica y coherente. Si en La línea del frente esta búsqueda se hacía a través del reencuentro con un ex-novio, en Cambiar de idea no hay nadie más que Aixa de la Cruz: ella, la del presente, que se enfrente a Aixa de la Cruz, la del pasado, a sus propias contradicciones y errores, intentando huir de la autocompasión en el proceso (y cuando cae en ella, ahí está "Iván" para sacudírsela). Desvelándose, en el sentido de quitar velos que impidan ver, y quizás también en el de perder el sueño.


Memoria. Culpa. Cuerpo. Cambiar de idea es un libro difícil de clasificar: memoria, ensayo, autoensayo, autoficción, ficción. Con todos estos calificativos se han referido a él. Etiquetas aparte, es un ejercicio de memoria (auto)psicoanalítico, porque en el centro de la búsqueda se sitúa la culpa. Una culpa primigenia, que puede tener que ver con la compleja relación de la autora con la madre (¡la culpa es siempre de las madres!), con la ausencia de su padre o con otros episodios traumáticos más o menos reprimidos de su infancia, adolescencia, primera juventud. La confrontación de estas culpas tiene su catarsis, quizás porque la Aixa de la Cruz novelista también tiene algo que decir sobre la ordenación de la biografía de la Aixa de la Cruz memorialista; y esta catarsis está muy relacionada con el descubrimiento de que la memoria no es solo narración: también es cuerpo. Y no solo el cuerpo propio: también la empatía con el dolor del cuerpo ajeno. Quizás este uno de los retos y logros del libro: la inscripción, siempre difícil, del cuerpo en el texto literario, a través del dolor, de la cicatriz, de la herida, del sexo. Del sexo femenino, claro.


Feminismo. Cambiar de idea no es una obra sobre feminismo, del mismo modo que La línea del frente no es una novela sobre ETA. Dicho esto, el feminismo ocupa un lugar muy relevante en las búsquedas y los descubrimientos de Aixa de la Cruz; porque el proceso de autoconocimiento y de reconstrucción le lleva, en primer lugar, a reconocerse como mujer, y luego como mujer feminista, como mujer en un cuerpo de mujer, como mujer bisexual. Le lleva "del yo al nosotros", como nos hacían repetir cuando estudiábamos la poesía de Blas de Otero, o en este caso "del yo al nosotras". Es ese encuentro con la teoría feminista, que ocupa el último tramo del libro - el más cercano al ensayo - el que obra la catarsis necesaria y definitiva, no para que Aixa de la Cruz resuelva todas sus contradicciones, sino para que las acepte como una riqueza, una fortaleza, una realidad inevitable y fructífera.


Año de escritoras. Por mucho que los babelios al final de año nos digan que los mejores libros son los de MaríasCercasVilaMatasMuñozMolinaMendoza, quien lea la producción literaria española de este año con menos anteojeras comprobará que es un año (o un curso, si empezamos a contar desde septiembre) dominado por las autoras: Sara Mesa, Cristina Morales, Aixa de la Cruz, Edurne Portela, María Sánchez, Elvira Navarro... Voces que no pertenecen necesariamente a una misma generación ni forman un grupo homogéneo, pero que se imponen y sacuden un panorama literario que lo venía necesitando. No se trata de modas, se trata de abrir las ventanas y ventilar. Y eso es lo que hace también (con su memoria, con su narrativa, con su trayectoria) Aixa de la Cruz en Cambiar de idea: abrirlo todo, dejarlo todo al aire. Y que respire. 

6 comentarios:

  1. Tan malo me parece ser "Babelio" como "Antibabelio". Esa cantinela político-ideológica lo contamina todo. Ser abierto es otra cosa.

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  2. Hola, Santi.
    Me interesa mucho la idea de si este grupo de escritoras puede considerarse como componentes de una generación literaria o no, y sobre qué criterios debemos utilizar para establecer si podemos hablar de una o no(supongo que los filólogos e historiadores de la literatura los tendréis más que establecidos)...¿basta que sean todas mujeres, que tengan edades dentro de una franja más o menos razonable, que sean compatriotas, que toquen los mismos temas, coincidir con la eclosión masiva del movimiento feminista en España? Yo no lo sé, la verdad....
    Estoy muy interesado, sobre todo por la "generación de escritoras hispanoamericanas cuyas obras están últimamente publicándose en España y con merecido reconocimiento. Se da por hecho que forman parte de la misma generación literaria, a pesar de que viven y escriben en países diferentes dentro de una comunidad de 300 o 400 millones de personas (ya no sé) y tienen franjas de edad que van desde los 31 de Mónica Ojeda a los cuarenta y tantos de Mariana Enriquez o María Gainza... Pero es cierto que , al menos las que yo he leído (las mencionadas más Samanta Schweblin) sí que escriben ficción con un aire parecido e incluso con estilos , si no intercambiables, sí que muestran un vínculo entre ellas. Quizás incluso esto sea más que lo que unía a los autores del famoso Boom delos sesenta... Yo no lo tengo claro, pero es un tema de debate que dejo ahí para quien quiera contestar.

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  3. Deseando leerlo. Leí La línea del frente y sin ser un libro redono, me gustó bastante. Genial el artículo con ese final abierto y aireado a las escritoras. Ole por ti

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  4. ¡Muchas gracias por los comentarios!

    Al primer anónimo: yo abierto soy; tan abierto que he leído unas cuantas obras de todos los escritores que menciono (de todos ellos, Muñoz Molina debe ser el que menos he leído). Así, puedo decir con conocimiento de causa que lo que escriben, ahora mismo, no es ni de lejos lo más interesante que se está publicando en España, y que repetir, año tras año, que las mejores obras son las suyas, se puede deber a muchos motivos: pereza intelectual, amiguismo, intereses editoriales, desconocimiento de otras propuestas... Sea por lo que sea, me parece muy empobrecedor.

    Juan, pues no lo sé, creo que vivimos un poco obsesionados por la idea de dividir a la gente en generaciones (tanto en lo literario, desde la "generación del 98" y la del 27, como en lo demográfico, con la Generación X, la Generación Y, los Millenials, etc. Creo que es más interesante ver lo que se publica en función de las propuestas estéticas, temáticas, políticas, etc., independientemente de la edad de sus autores/as, porque si no metemos en el mismo saco a escritores/as que siguen una línea más realista y respetuosa con el canon anterior, y a otros/as que proponen casos nuevas y más rompedoras.

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  5. Pues yo sí que diría que las autoras latinoamericanas que comenta Juan (Enriquez, Giaconi, Jeftanovic, Ojeda no sé xq no la he leído, etc)sí que comparten visión generacional y cierto estilo común. Aquí lo corrobora la propia Jefatnovic https://unlibroaldia.blogspot.com/2018/02/resena-entrevista-no-aceptes-caramelos.html

    En cuanto a las autoras espeñolas, no lo tengo tan claro. Lo veo más "disperso" en todos los sentidos.

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  6. Magnífica reseña y magnífico libro. Potentísimo, de lo mejor que leí en 2022.

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