Título original: Vernon Subutex 3
Año de publicación: 2018
Traducción: Noemí Sobregues
Valoración: Decepcionante
La trilogía Vernon Subutex, de Virginie Despentes, no es una trilogía, a pesar de la contradicción que esa frase encierra. Es, en realidad, un único libro que ha sido dividido en tres partes por, me aventuro a decir, criterios no literarios, sino (probablemente) comerciales. Pero en fin, dado que reseñé la segunda parte, cuya primera parte fue reseñada en su día por Francesc Bon, he creído conveniente hacer una no tan pequeña crítica de la tercera parte, así que vamos allá.
Si en algo estoy de acuerdo con las distintas reseñas que he encontrado sobre este libro es en que es la novela más floja de las tres, y teniendo en cuenta que ninguna de las anteriores me pareció gran cosa, me temo que eso no deja mucho lugar al optimismo. Y si en algo estoy en desacuerdo, es en que es una gran novela, y algún día habrá que hablar de lo que cuesta encontrar una crítica literaria negativa en la prensa "oficial", a diferencia de lo que ocurre con el cine, donde los críticos parecen tener mayor libertad (entren en Rotten Tomatoes y echen un ojo, por ejemplo). Quizá tenga que ver con el potencial de una y otra industria, o la estrecha relación entre las cabeceras de prensa y las grandes editoriales, pero no lo sé. Algún día.
Pasando a la novela, les hago un pequeño resumen introductorio. Vernon Subutex es un tipo entrado en años, expropietario de una tienda de discos que tuvo que cerrar, desahuciado figurada y literalmente, que a lo largo de los volúmenes anteriores ha ido juntado a su alrededor a toda una amplia caterva de personas/personajes de toda clase y condición que viven en plan comuna (cuya descripción a modo de recordatorio para el lector que vienen del anterior volumen inaugura el libro), erigiéndose en una especie de gurú-DJ gracias a mezclas electrónicas semi-hipnóticas. Hay alguna trama secundaria, pero no se crean que a pesar de las novecientas y pico páginas, hay mucho más.
Por desgracia, Despentes arrastra muchos de los problemas que ya presentaba en el anterior volumen, incluyendo alguno más.
Para empezar, en la mayor parte del libro, Despentes no muestra, sino que cuenta. Cualquiera que haya ojeado alguna vez un manual de escritura sabe que este es uno de los principales aspectos a cuidar. Es mejor decirle al lector que fulanito le ha escupido a un negro que decirle que fulanito es un racista o que opina que hay demasiada inmigración. Evidentemente, hay que alcanzar un equilibrio (o los libros se harían eternos y llenos de irrelevancias), pero Despentes no se acerca ni de lejos. En una abrumadora mayoría de situaciones, la autora nos dice qué piensa o cómo se siente este o aquella, lo cual hace que la narración carezca de toda fuerza.
Otro problema es el de los personajes. Con veintidós personajes en la trilogía, es difícil, yo diría que imposible, darle una voz auténtica a cada uno, pero Despentes lo consigue en muy pocos casos, y por aspectos más vinculados a la situación vital o aspecto que a la personalidad. En general, muchos de ellos aparecen como entidades intercambiables, y es prácticamente imposible decir si fulanito piensa esto o aquello, más que en ocasiones muy puntuales. Una consecuencia (o una causa) es que Despentes sigue hablando a través de ellos, sin que exista en muchos casos ("siempre" es una palabra muy grande) una mínima membrana entre la entidad ficcional y la autora. Casi siempre que aparece una opinión sobre feminismo, política, la burguesía, el proletariado, la inmigración, etc. (y toca todos los palos y desde muchos puntos de vista), tienes la certeza casi absoluta de que es algo que ella (y no el personaje) está diciendo. De hecho, hay segmentos del libro que podrían ser presentados como un ensayo, y no desentonarían lo más mínimo. En otras palabras, no hay el menor atisbo de subtexto en toda la obra; está todo a la luz, tan obvio como en una entrevista con la autora, y eso resulta decepcionante.
Decía en la anterior reseña que el ritmo de la narración es lento, y en este volumen esa velocidad es aun menor. Casi me atrevo a afirmar que hasta las últimas 100 páginas apenas sucede nada de relevancia, y los capítulos de las anteriores páginas se basan en buena parte en descripciones (a veces desde la tercera persona, a veces desde la primera) de las vidas y opiniones de los personajes. Una de las causas es quizá la enorme escasez de diálogo directo en el texto. En general, aparece como diálogo indirecto y tampoco muy abundante (y a veces, puntuado de manera harto extraña, más que experimental). Todo esto es difícil separarlo de los puntos anteriores (y es probable que se note mi incapacidad para aislar unos problemas de otros). Las opiniones se cuentan, no se muestran, y casi siempre al lector le da igual de quién esté hablando, porque gran parte de la información es estéril para la narración. Menganita puede ser una feminista de tomo y lomo, pero si ya desde el principio es claro que eso no tiene ningún impacto en la trama, que ni siquiera genera una subtrama, es difícil ver su utilidad y prestarle atención. Dicho de otra forma, sabes que hay un personaje que es una feminista, porque Despentes quiere hablar del papel del feminismo en la época actual, pero que se llame Marie o Stephania u Olga acaba siendo irrelevante.
Al igual que en el volumen anterior, acabé este libro pidiendo la hora, y la impresión que me llevé es que no era el único. Durante muchas hojas, tuve la sensación de que Despentes estaba aburrida, cansada, pero sentía la obligación de desarrollar mínimamente el montón de individuos que había metido en la trilogía y acabar de una vez por todas. Hay más cosas que señalar, como la abundancia de referencias musicales o lo forzado que parece el atentado de la sala Bataclan o la muerte de Bowie (que incomprensiblemente es uno de los hechos que se mencionan en la contraportada como reclamo), pero esta reseña ya ha quedado demasiado larga.
Resumiendo, Despentes ha escrito tres novelas inseparables (las tramas no son independientes) con las que ha pretendido radiografiar la sociedad francesa (y occidental, en su mayor parte) actual, pero fracasa en su mayor parte al intentar hacerlo a través de una obra de ficción. La narración carece de fuerza incluso en las escenas que teóricamente se prestan más a ello, mostrando en algunos casos carencias importantes para crear la emoción necesaria en el lector, no sé si fruto del cansancio o de las capacidades de la autora. Tengo la impresión de que haber optado por un formato de ensayo habría sido un enfoque más sincero y (quizá) de mayor calidad, en el que Despentes podría haber desplegado los recursos de análisis sociológico y el conocimiento que sin duda posee (los conocimientos al menos), pero qué duda cabe que habría sido mucho menos rentable para todos.
Firmado: MBt
Completamente de acuerdo con la reseña. Comencé el número uno de la "Trilogía" y no puedo con él, no es literatura, simplemente. Y si quiere hacer un ensayo que lo haga, documentado, con argumentos, y tendría su interés. Es aburrido, repetitivo, a los personajes no se les ve, hacen cosas que no encuentro la justificación... Y no muestra sino que relata anécdotas, si se drogan tanto debería verse en cómo están relatadas las escenas.... Que no, que es malo y me hace reflexionar una vez más que mucha de la buena literatura de hoy se "esconde" en las editoriales independientes. Y aprovecho para aconsejar con todas mis fuerzas la editorial Dirty Works. El último leido, maravilloso. "Sobre el fuego" de Larry Brown. Leer a Despentes después de a Brown acentúa los contrastes.
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