Idioma original: Castellano
Año de
publicación: 2016
Valoración: Muy
recomendable
No ser de aquí,
pero tampoco de allá. Es la ineludible condición del emigrado, del expatriado,
de aquéllos a quienes la vida alejó del lugar de nacimiento, del allá de dónde
uno cree ser. A un nuevo lugar que –aunque acabe siendo mi lugar en el mundo- pareciera no poder disponer del mismo sentido o significado que para un nativo. Desde
luego, el ser humano ha emigrado desde el momento en que se irguió sobre sus
piernas pero el asunto de las identidades –y por extensión, el de las
identidades colectivas, culturales, nacionales, si es que realmente existen-
sigue en el centro de la actualidad; de la religión, de la política, de la
literatura.
Y novelas como No,
de Saïd El Kadaoui Moussaoui (Beni-Sidel, Marruecos, 1975), quien llegó a
Barcelona a los siete años y donde se dedica a la psicología, en especial a la salud mental en
contextos de migraciones, identidad y adolescencia, y a la literatura, exploran
esos territorios ambiguos y confusos por los que transitan los personajes que
son, en palabras de Salman Rushdie, “personas múltiplemente arraigadas”. O como canta Jorge Drexler en su último disco,
“yo no soy de aquí, pero tú tampoco”.
El argumento de No
transcurre entre este magma de opciones, entre la tesitura de qué valores
escoger para regir el comportamiento, a qué sistema cultural y/o político prestar lealtad y establecer como marco de referencia, a cuál cúmulo de
experiencias y emociones considerar propio, irrenunciable. La novela está
narrada por un protagonista que se dirige a un amigo que ya hace unos años ha
regresado a su Marruecos natal, lo que le permite dar salida
de manera fluida y natural a todo un flujo de pensamiento que se desliza por
una buena variedad de lugares y recovecos: el deseo sexual, el apetito y el
hastío del seductor incansable, los tabúes familiares y religiosos, el desdén
por las prácticas y ritos tradicionales, el desasosiego por la propia
incapacidad de comprometerse con los demás... Un amigo al que, pese a los años
transcurridos desde su partida, se le sigue considerando una herida abierta,
agravada por ese inconveniente biológico adicional conocido como crisis de los
40; “no tengo un país al que regresar como tú. Y, a la vez, tampoco pertenezco –y
te diré más, no quiero pertenecer del todo- a este.”. Donde, quizás, lo más
interesante e inquietante sea ese “del todo".
El narrador de No se
retrata como un tipo “orgulloso, engreído y un tanto altivo” y explica que lo
que más le gusta, los motores de su existencia, son el sexo y el Arte. Utiliza
la escritura –y aquí emergen las figuras de Phlip Roth, de Hanif Kureishi o de
Malika Mokeddem- para ajustar cuentas con la tradición familiar y para
aniquilar las lealtades de grupo, puesto que traicionar es “al contrario de lo
que se suele explicar, un acto liberador, la libertad de la gallardía
intelectual”. Y es precisamente ese arrojo, esa irrefrenable necesidad de usar
la libertad para pensar y hacer con la vida lo que se considere razonablemente
preciso lo que hace de No una novela tan recomendable.
Muy acertado todo lo que dices al principio sobre el sentimiento del emigrado en cuanto a pertenecer a un sitio o, mejor dicho, no pertenecer a ninguno.
ResponderEliminarHola Diego, en efecto, de eso va la novela, de aprender a aceptar y apreciar esa sensación rara de no ajustarse al concepto canónico de ser de un lugar. Gracias por leernos y participar.
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