Idioma original: Castellano
Año de
publicación: 2018
Valoración: Está
bien
Mallorca es como Sicilia
sin muertos. Es una expresión que ha tenido arraigo en la
prensa palmesana para referirse a la política y a la economía -al poder, en
definitiva-. Hace un par de años sirvió de título a una novela del escritor al
que se le atribuye la sentencia, Guillem Frontera, de la que hay disponible
versión en castellano, protagonizada por un muy reconocible presidente del
Gobierno autónomo (y no, no ese que le ha venido a la cabeza y que está entre
rejas por lo mismo que el cuñado de Felipe VI). Damos por supuesto, entonces,
que la mafia en Sicilia es poderosa y elimina a quien le molesta y que en
Mallorca ni siquiera precisa ensuciarse. Probablemente, las cosas sean mucho más
complejas, complicadas y confusas, pero si algo tiene el periodismo –y los
periodistas- es prisa. Un buen titular e historias sencillas y directas, con
una idea clara y que se entienda. Sicilia sin muertos. O, a lo sumo, con dos o tres cadáveres,
como es el caso de Moscas.
Moscas se inicia
con la aparición del cadáver de Antonio Basquida, una mosca cojonera leemos, redactor
de El Día, envidiado por sus colegas –“porque se les adelantó, o porque
simplemente tuvo los güevos de publicar lo que ellos jamás se atreverían a
mandar a rotativa”- y temido por los poderosos locales, objetivo de su perspicaz
puntería periodística. Moscas es la primera novela publicada de Agustín
Pery (Cádiz, 1971) ahora director adjunto del diario madrileño ABC y entre 2007
y 2014 director del diario palmesano El Día del Mundo, surgido de la fusión de
El Día –impulsado por los Barceló y los Matutes, quizás la facción más conservadora, que ya es decir,
de los hoteleros baleares y el periodista Antonio Alemany, que también acabó en
la cárcel por crear junto a Jaume Matas, ahora sí aparece, una trama corrupta con la que
adjudicarse fondos públicos- con la edición local de El Mundo, la obra cumbre
de Pedro J. Háganse cargo: un miembro de aquella redacción lo rebautizó como El
Día del Fin del Mundo. Agustín Pery dio el relevo como director a Eduardo Inda
y en la solapa de Moscas leemos que “destapó junto a su equipo varios de los
escándalos más relevantes en la historia de Mallorca”. Bueno.
Desde luego, Agustín
Pery debió conocer y tratar de primera mano, canapé y vino español, a
muchos de los personajes que pululan travestidos, o no tanto, por las páginas
de Moscas. La novela tiene ese ímpetu de querer ser fiel retrato de la sociedad
isleña de este tiempo y por eso aparece un aguerrido aragonés delegado de la
Agencia Tributaria que finalmente es desplazado con un inesperado cambio de
destino, un fiscal jefe provincial de sonrisa beatífica que sobrevive a todos
los cambios de gobierno con su proverbial capacidad de no mojarse ni en la
ducha, o el gran capo de la noche palmesana que durante décadas ha manejado a
su antojo diputados, concejales, policías o periodistas moviendo ingentes
cantidades en efectivo, hoy en día en libertad. Pero, tan cierto como que los detalles otorgan
verosimilitud a una ficción, aqui hacen chirriar a Moscas; uno no acaba
de ver policías nacionales husmeando por los muy rurales bosques del monasterio
de Lluc ni a los beltzas de la Ertzaintza repartiendo botes de humo por las
calles de Pamplona.
Ese latiguillo tan
manido acerca del periodismo -no dejes que la realidad estropee un buen titular-
contiene una buena dosis de verdad y creo que se le puede aplicar también a
esta ficción, pues la lastra y le resta parte de la capacidad de pegada que el
autor pretende propinar al lector. Aún así, por su contundencia, brevedad y
fiereza, Moscas se lee con facilidad e intensidad ya que ofrece una mirada necesaria
y poco habitual a la parte trasera del decorado pseudo paradisiaco en el que
millones de turistas se postran al sol cada verano. En su haber, desde luego,
el despiadado retrato moral de la buena sociedad palmesana y como muestra, dos
perlitas: “Ambos sonrieron. Se odiaban como solo se odia en Mallorca.
Compartiendo confidencias, despellejando al tercero ausente, coincidiendo en
cenas, asistiendo a los mismos actos y, siempre, saludándose tan efusivamente (…)”.
O bien: “Jodidos isleños, pensó, son como los Borbones, solo follan entre
ellos.”. Habrá excepciones, me digo, pensando en el suegro del en su día Duque
empalmado, hoy también juzgado, condenado y encarcelado. El ex Duque, no el Otro.
De todos modos, company, menuda potra que tuvo el tal Pery: por mal periodista que fuese, después de Inda la cosa sólo podía ir a mejor... ;}
ResponderEliminarBueno, es que Inda es mucho Inda. Un hito del periodismo patrio, vamos...
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