Idioma original: Inglés
Título original: Knots
Año de
publicación: 2007
Traducción: Eugenia
Vázquez Nacarino
Valoración: Está
muy bien
Cuentan que en su
momento Mogadiscio resultaba una ciudad de verdad atractiva; con la suficiente
cantidad de placidez, exotismo y posibilidades como para hacer de ella un
destino deseado, soñado. Por que ahora, y desde hace casi treinta años,
asociamos la capital de Somalia a caos, destrucción y vorágine. Esa es al menos
la única percepción que nos llega a través de los informativos, cuya actividad
comercial consiste como sabemos en vendernos el relato de la supuesta realidad
a base de la recopilación diaria de desastres y hechos llamativos,
excepcionales o desgarradores. De lugares como Mogadiscio y de Somalia,
entonces, apenas nos enteramos cuando el estallido de un coche bomba deja un buen
reguero de cadáveres. Pero el oriente de África es también las melodías
delicadas y extrañas de Mulatu Astatke o el ritmo risueño y fascinante de Abdel Aziz El Mubarak. O las novelas de Nuruddin Farah.
Los libros de Nuruddin
Farah (Baidoa, Somalia, 1945) disponibles en castellano son los que componen la
trilogía Past Imperfect (Pasado Imperfecto). A saber: Links (Eslabones, 2004),
Knots (Nudos, 2007) y Crossbones (Huesos cruzados, 2011), que pueden ser leídos
de manera desordenada pues lo que albergan es una situación parecida –el regreso
del emigrante/exiliado a Mogadiscio- protagonizado por personajes de distinta
circunstancia, género y perspectiva. En cualquier caso, son viajes de regreso
que el propio autor experimentó por si mismo. Nuruddin Farah realizó sus
estudios universitarios en India y en Reino Unido para partir definitivamente al
exilio en la década de los 70 cuando Somalia estaba sometida a la dictadura de
Siad Barre y tardó más de veinte años en poder visitar de nuevo su país. Desde
entonces ha residido en diversas ciudades de Europa, Norteamérica y África.
Pero Cambara también encuentra personas con las que compartir sus objetivos, cómplices con los que intentar revertir la situación, afines con los que planear un futuro más luminoso, más amable, más esperanzador, personas con las que construir una convivencia basada en los valores y los afectos y no en las identidades primarias, religiosas o tribales. Y aquí quizás surge a mi entender uno de los reparos que se le puede hacer a la narración; ¿cómo es posible este inmenso ejercicio de convivencia colectiva sin que asome ni por un momento el sentido del humor? Por eso, en algunas páginas la sensación de excesiva formalidad en el tono de la narración me ha parecido que le resta cercanía, veracidad, a esta novela que, en definitiva, deja buen sabor de boca, pues resulta un relato interesante, profundo y revelador.
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