Título original: Decolonising the Mind
Traducción: Marta Sofía López Rodríguez (castellano), Blanca Busquets (catalán)
Año de publicación: 1986
Valoración: muy recomendable
Poco se puede decir ya a estas alturas que no se sepa de Thiong'o, y menos aún después de las reseñas publicadas en ULAD sobre sus ensayos críticos con el sistema. Que Thiong'o es una de las voces más destacadas de la literatura africana es indudable, y hablando de literatura, hablamos de la lengua, del idioma y, en este caso, de su uso con fines políticos. Porque de eso trata el magnífico libro que nos ocupa.
Con la lengua como centro neurálgico en torno al cual gira la obra, el autor nos habla en esta novela de la importancia de la lengua en la sociedad, como herramienta de cohesión. La importancia de usar la lengua propia no únicamente en el seno familiar y en el trabajo sino también con las autoridades y estamentos oficiales. Así el autor, basándose en su propia experiencia, nos narra el primer impacto que tuvo cuando de pequeño fue a la escuela, una escuela colonial, y en la que, por tanto, la lengua de su educación ya no era la lengua de su cultura. La lengua de la colonización, el inglés, debía ser preferente e imponerse por encima de la lengua de la comunidad (kikuiu o kikuyu), a menos de que uno quisiera ser sancionado o incluso castigado físicamente, pues la escuela implantaba un sistema donde eran los propios alumnos los que denunciaban a sus compañeros, estableciendo un sistema de caza de brujas. Por contra, el uso del inglés era premiado, subvencionado. El acceso a la universidad era en inglés y era obligatorio obtener un notable en la lengua inglesa para pasar, indiferentemente del resultado o las notas del resto de materias. Así, utilizando la lengua, los apartaban cada vez más de ellos mismos, de su mundo.
El autor nos habla así sobre cómo el colonialismo vinculó el progreso, la cultura y el liderazgo a la lengua colonizadora, relegando el idioma autóctono al idioma de la clase trabajadora, de los pobres, de los pequeños pueblos. Pero fueron los propios campesinos quien mantuvieron la lengua, pues creían compatible el inglés como idioma de ámbito continental con la lengua materna para su uso diario. Por contra la burguesía se arrimaba al lado colonizador, buscando los intereses económicos.
Extendiendo la lengua a otros ámbitos de la sociedad, el autor nos habla también de la importancia del teatro, un espacio de representatividad cultural de la sociedad. Por ello, importaba el idioma en el que se realizaban las obras pues pasar del idioma inglés al africano aproximaba más el teatro a la vida de las gentes, identificándose con la obra y con su propia cultura y vida. El autor también nos habla de la represión que sufrieron en el sector teatral por parte de los colonialistas, como respuesta presumible al auge e importancia que estaba adquiriendo el teatro, no como diversión, sino como campo de denuncia. Ello le valió al autor no poder regresar a su país, pues corría el riesgo de ser arrestado y aprisionado sin juicio.
Y como en toda ideología hay detrás una carga política, y viceversa, el autor va más allá de la imposición de la lengua para cargar las tintas sobre la imposición del sistema económico. Así, el autor denuncia el capitalismo, el imperialismo que, a base de ocupar y confiscar tierras, imponiendo su tecnología y su capacidad de producción, despliega su motor económico negando a los pueblos a hacerlo por sí mismo y destrozando la naturaleza y el entorno con el que convivían hasta el momento, alterando el orden lógico en el que sus vidas estaban integradas en él. El imperialismo, que causó un gran desarraigo y desplazamiento de poblaciones enteras, rompiendo familias, que también fue causa de aparición de enfermedades sobre las personas y animales, enfermedades que llegaron con los colonizadores. Y como en toda expansión económica, el aumento de la diferencia entre clases sociales y el auge del racismo, con la riqueza concentrada en unos pocos, especialmente blancos. De esta manera el imperialismo incidía en la pobreza y el subdesarrollo en la población; y con el desarrollo llegó la imprenta, pero mientras los libros en inglés se publicaban sin problemas los libros en lenguas africanas sufrían censura, el imperialismo controlaba el contenido. Todo lo publicado era porque era favorable a los intereses del imperialismo, y las imprentas controladas por el poder y los misioneros. De esta manera, la población sólo podía leer aquello que comulgaba con las ideas del imperio colonizador. Los misioneros también colaboraron con la implantación del catolicismo, arrinconando las creencias ancestrales. Así se consigue desconectar a la población de su lengua, y por extensión de su cultura y su pasado.
Por todo ello, por el sistema implantado en la sociedad durante gran parte de su vida, el autor reconoce la dificultad en volver a escribir y publicar un libro en lengua africana pues la colonización ha acostumbrado a los lectores, no únicamente a leer en una lengua no nativa como el inglés, sino también al contenido, estructura, ambientación y tipo de literatura, muy diferente a la propia en África. Es por ello que el autor reivindica la necesidad de devolver la lengua africana al primer plano de la literatura, porque con ello se crearía una sinergia entre las diferentes lenguas de África devolviendo la cultura originaria de los pueblos.
El mensaje que transmite el autor en este gran libro es claro y evidente: hay que reconectar la literatura con las tradiciones orales. Hay que reconectar los pueblos a su lengua, hay que volver a enlazar la cultura con sus gentes. En definitiva, hay que volver a conectar la lengua con la historia, antes que la utilicen para modificar también el pasado de los pueblos.
PD: Aunque el libro se encuentra traducido al castellano, he preferido esta portada de la edición en catalán. La encuentro particularmente bonita.
También de Thiong'o en ULAD: Desplazar el centro. La lucha por las libertades culturales, No llores, pequeño, Sueños en tiempos de guerra, El río que nos separa, Luchar con el diablo
Con la lengua como centro neurálgico en torno al cual gira la obra, el autor nos habla en esta novela de la importancia de la lengua en la sociedad, como herramienta de cohesión. La importancia de usar la lengua propia no únicamente en el seno familiar y en el trabajo sino también con las autoridades y estamentos oficiales. Así el autor, basándose en su propia experiencia, nos narra el primer impacto que tuvo cuando de pequeño fue a la escuela, una escuela colonial, y en la que, por tanto, la lengua de su educación ya no era la lengua de su cultura. La lengua de la colonización, el inglés, debía ser preferente e imponerse por encima de la lengua de la comunidad (kikuiu o kikuyu), a menos de que uno quisiera ser sancionado o incluso castigado físicamente, pues la escuela implantaba un sistema donde eran los propios alumnos los que denunciaban a sus compañeros, estableciendo un sistema de caza de brujas. Por contra, el uso del inglés era premiado, subvencionado. El acceso a la universidad era en inglés y era obligatorio obtener un notable en la lengua inglesa para pasar, indiferentemente del resultado o las notas del resto de materias. Así, utilizando la lengua, los apartaban cada vez más de ellos mismos, de su mundo.
El autor nos habla así sobre cómo el colonialismo vinculó el progreso, la cultura y el liderazgo a la lengua colonizadora, relegando el idioma autóctono al idioma de la clase trabajadora, de los pobres, de los pequeños pueblos. Pero fueron los propios campesinos quien mantuvieron la lengua, pues creían compatible el inglés como idioma de ámbito continental con la lengua materna para su uso diario. Por contra la burguesía se arrimaba al lado colonizador, buscando los intereses económicos.
Extendiendo la lengua a otros ámbitos de la sociedad, el autor nos habla también de la importancia del teatro, un espacio de representatividad cultural de la sociedad. Por ello, importaba el idioma en el que se realizaban las obras pues pasar del idioma inglés al africano aproximaba más el teatro a la vida de las gentes, identificándose con la obra y con su propia cultura y vida. El autor también nos habla de la represión que sufrieron en el sector teatral por parte de los colonialistas, como respuesta presumible al auge e importancia que estaba adquiriendo el teatro, no como diversión, sino como campo de denuncia. Ello le valió al autor no poder regresar a su país, pues corría el riesgo de ser arrestado y aprisionado sin juicio.
Y como en toda ideología hay detrás una carga política, y viceversa, el autor va más allá de la imposición de la lengua para cargar las tintas sobre la imposición del sistema económico. Así, el autor denuncia el capitalismo, el imperialismo que, a base de ocupar y confiscar tierras, imponiendo su tecnología y su capacidad de producción, despliega su motor económico negando a los pueblos a hacerlo por sí mismo y destrozando la naturaleza y el entorno con el que convivían hasta el momento, alterando el orden lógico en el que sus vidas estaban integradas en él. El imperialismo, que causó un gran desarraigo y desplazamiento de poblaciones enteras, rompiendo familias, que también fue causa de aparición de enfermedades sobre las personas y animales, enfermedades que llegaron con los colonizadores. Y como en toda expansión económica, el aumento de la diferencia entre clases sociales y el auge del racismo, con la riqueza concentrada en unos pocos, especialmente blancos. De esta manera el imperialismo incidía en la pobreza y el subdesarrollo en la población; y con el desarrollo llegó la imprenta, pero mientras los libros en inglés se publicaban sin problemas los libros en lenguas africanas sufrían censura, el imperialismo controlaba el contenido. Todo lo publicado era porque era favorable a los intereses del imperialismo, y las imprentas controladas por el poder y los misioneros. De esta manera, la población sólo podía leer aquello que comulgaba con las ideas del imperio colonizador. Los misioneros también colaboraron con la implantación del catolicismo, arrinconando las creencias ancestrales. Así se consigue desconectar a la población de su lengua, y por extensión de su cultura y su pasado.
Por todo ello, por el sistema implantado en la sociedad durante gran parte de su vida, el autor reconoce la dificultad en volver a escribir y publicar un libro en lengua africana pues la colonización ha acostumbrado a los lectores, no únicamente a leer en una lengua no nativa como el inglés, sino también al contenido, estructura, ambientación y tipo de literatura, muy diferente a la propia en África. Es por ello que el autor reivindica la necesidad de devolver la lengua africana al primer plano de la literatura, porque con ello se crearía una sinergia entre las diferentes lenguas de África devolviendo la cultura originaria de los pueblos.
El mensaje que transmite el autor en este gran libro es claro y evidente: hay que reconectar la literatura con las tradiciones orales. Hay que reconectar los pueblos a su lengua, hay que volver a enlazar la cultura con sus gentes. En definitiva, hay que volver a conectar la lengua con la historia, antes que la utilicen para modificar también el pasado de los pueblos.
PD: Aunque el libro se encuentra traducido al castellano, he preferido esta portada de la edición en catalán. La encuentro particularmente bonita.
También de Thiong'o en ULAD: Desplazar el centro. La lucha por las libertades culturales, No llores, pequeño, Sueños en tiempos de guerra, El río que nos separa, Luchar con el diablo
Muy bueno el comentario
ResponderEliminarMuchas gracias, anónimo, por comentar la reseña.
ResponderEliminarSaludos
Marc
Conocía el libro por estar entre mis pendientes. La verdad es que siempre viene bien leer libros que inciten a cambiar al que está mal o, al menos, a replantearse cosas y a conocer realidades que no son tan lejanas como pensamos. El tema del colonialismo es muy extenso y aún hay mucho que reparar para con los pueblos que fueron destrozados y que aún hoy no consiguen levantar cabeza -ni les dejan-.
ResponderEliminarHola, Mente Lectora.
ResponderEliminarEs cierto lo que indicas. Los libros que te invitan a reflexionar siempre son interesantes, y el autor es muy bueno en la exposición de los hechos y las consecuencias de la colonización. Este tipos de lecturas son importantes, no únicamente para ser conscientes de lo sucedido sino, también, para evitar que estos hechos vuelvan a producirse. Hay que estar alerta, pues el riesgo siempre existe y no siempre es evidente.
Gracias por comentar la reseña. Si te decides a leerlo y te animas a dar tu opinión, ¡bienvenida será!
Saludos
Marc
Qué buen libro, Marc, y qué reseña te ha salido. Enhorabuena.
ResponderEliminarComo ya habéis hablado del colonialismo, y sus consecuencias, quiero hacer una reflexión de otro tipo.
Algo que encuentro especialmente interesante es que nos acerquemos a la realidad de África desde una óptica distinta a la de los informativos y las ongs. No digo que obviemos el sufrimiento de las personas, sino que parece que la gente que vive en los paises africanos no trabaja, tiene ordenadores, lee libros ni tienen lengua ni cultura.
Hace años di clases de español para inmigrantes, y la mayoría de mis alumnos eran de países subsaharianos. Fue un trabajo muy bonito y gratificante. Pero lo que más destaco es lo que aprendí ; cualquiera de ellos hablaba al menos tres lenguas: la de su grupo étnico, la de los antiguos colonos (francés, inglés, español) y pidgin english. Debido a ello tenían una capacidad muy grande de aprendizaje y adaptación. Fue un golpe de realidad para mí bastante fuerte, me parecieron unos fuera de serie, teniendo la mayoría estudios medios sólo.
Gracias por dar a conocer este libro.
Saludos
¡Muchas gracias por los elogios, Lupita!
ResponderEliminarEs muy interesante tu comentario, pues es cierto que lo que nos llega de los paises subsaharianos normalmente va ligado a la pobreza y la inmigración (especialmente de un tiempo a esta parte). Y eso es una imagen parcial. Lo interesante de este tipo de libros es que permiten ver cómo el colonialismo afecta a su cultura, imponiéndose a la existente, y la repercusión que eso tiene no únicamente en referencia a la lengua sino, por extensión, también a muchos otros ámbitos.
Y sí, la "imagen" que nos llega, distorsionada, interesada, que nos "vende" que los inmigrantes son personajes sin formación, sin conocimientos. De ahí la importancia de la cultura, de los libros, de las conferencias, para romper esos estereotipos tan nocivos. Y precisamente por eso, por combatirlos también y aportar experiencias personales, valoro tu comentario, pues es muy interesante conocer de primera mano alguien que ha percibido ese contraste, y que es consciente de que "otra" realidad existe y que hay que darla a conocer.
Gracias de nuevo, Lupita, por tus siempre interesantes aportaciones.
Saludos
Marc
Hace un tiempo comentábamos aquí sobre escritores africanos que nos llegan. Muchos, interesantes, intentando hacerse un lugar entre nosotros: los lectores de occidente.
ResponderEliminarYo creo que este autor esta "de vuelta" de eso. Tal vez sea porque ya encontró su espacio en nuestro "mundo", tal vez sea por su espíritu. Sea por lo que fuese, y sin menospreciar a los que no son tan reivindicativos, yo le doy un plus por lo que hace.
Como escribió Latouche, la colonización de la mente trae aún peores consecuencias que la expropiación de los recursos.
Tirando una lanza por una ONG que ha investigado, profundizado y trabajado mucho sobre este problema, sobre la instrumentalización de la ayuda humanitaria, antes con fines evangelizadores y ahora militares,
recomiendo tres trabajos encargados por Médicos Sin Fronteras y realizados por profesionales ajenos a la organización:
"A cualquier precio?", "La mirada de los otros" y "juego de espejos". Los tres ensayos puros y duros que cuestionan la ayuda humanitaria para separarla de la
neo-colonización.
Hoy, en tiempos donde la ayuda humanitaria está más cuestionada que nunca (por motivos más mezquinos que la colonización), creo que estos trabajos son muy necesarios.
Así como el autor que has traído hoy.
Un saludo.
Hola, Diego. Muchas gracias por tus comentarios.
ResponderEliminarMiraré los trabajos que comentas, parecen realmente interesantes y pueden aportar una mirada más profunda de lo que solemos oír o leer. ¡Los buscaré!
Y me quedo con la frase que has dicho, de Latouche. Muy acertada.
Gracias por comentar la entrada.
Saludos
Marc
Por si os interesa:
ResponderEliminarhttp://www.lavenc.cat/index.php/cat/revistes/L-Avenc/448/L-opinio/L-entrevista/Ngugi-wa-Thiong-o-contra-la-jerarquia-lingueistica
Muchas gracias, Juan, por el enlace. Me quedo con el siguiente párrafo:
ResponderEliminar«No és fàcil imaginar com era de dominant l’anglès a les nostres vides. Quan vaig voler escriure, vaig assumir que l’anglès era el mitjà natural per expressar-me. Amb la meva educació, m’havien condicionat perquè ho pensés així. Com tants altres escriptors africans. Fins que vaig canviar de llengua.»
Es justamente eso, el uso de la lengua como herramienta de colonización.
Gracias por compartirlo.
Marc
Interesante libro e interesante reseña. Poco que añadir a lo ya dicho, solo que, salvando circunstancias y condiciones, me parece extrapolable a otros lugares y que lo apunto en mi lista de pendientes.
ResponderEliminarGracias!
Hola, Sandra. Celebro que te haya gustado.
ResponderEliminarCiertamente, es un muy buen libro y sí, coincido contigo en que es extrapolable a muchas otras tierras que sufrieron situaciones similares.
Si te decides a leerlo, será un placer conocer tu opinión.
Saludos, y gracias por comentar.
Marc