Título original: Beş Şehir
Año de publicación: 1946 (En España: 2018)
Valoración: Recomendable
Tras haber
descubierto a Tanpinar (1901-1962) gracias a esta colección de cinco ensayos breves, estoy
deseando conocer su narrativa. Espero encontrar en ella la misma portentosa capacidad
de observación, el don de convertir en poesía lo que toca y –puede que lo más
importante– la pasión que le acompaña en todo momento, germen de su curiosidad
insaciable (y contagiosa) por cualquier aspecto de la vida y más allá. La
edición que manejo es una traducción reciente basada en la segunda edición en
turco, de 1960, ampliada por su autor para aportar información sobre la
dinastía selyúcida (inmediatamente anterior a la otomana).
Con el
pretexto de descubrir estas ciudades –todas menos Estambul situadas en la
península de Anatolia– Tanpinar aporta una visión muy personal de algunos
personajes de la historia turca, las batallas que encabezaron, las traiciones
que protagonizaron y sufrieron, los grandes y pequeños monumentos, los parajes
naturales y su transformación mediante arquitectura y paisajismo, los rincones
más humildes, la influencia europea en la cultura turca y la moda orientalista
en occidente; sus recuerdos de infancia, anécdotas personales, epopeyas, leyendas,
relatos y poemas que, junto a su particular lirismo, dan lugar a un texto ecléctico,
imprevisible, incluso didáctico si aprovechamos para tomar nota de todos esos
personajes, lugares y sucesos, que quizá desconozcamos, con vistas a documentarnos
para un eventual viaje a la zona, o por el mero placer de ampliar
conocimientos.
Su objetivo
–tanto más estimulante por su evidente imposibilidad– es captar la esencia del
alma turca a base de sumergirse en la historia, de preguntarse sobre cada
individuo con alguna relevancia, de conocer hasta el último rincón de calles y
monumentos ya desaparecidos, de desenterrar elementos culturales y hábitos
cotidianos sepultados por el tiempo. El nuestro debería ser
dejarnos llevar por musicalidad y metáforas sin pretender agotar en una primera
lectura la inabarcable cantidad de datos que se nos suministran, un poco a voleo
y sin ninguna intención didáctica. Son páginas para leer a ratos, para dejar
caer el libro tras unos cuantos párrafos y soñar despiertos con la Turquía del
pasado y del presente, con todas esas referencias musicales, pictóricas,
arquitectónicas, procedentes de oriente y occidente, capaces de emocionar a cualquiera. El sincretismo es casi
constante, lo encontramos en alusiones a Fidias, Lamartine, Moliere, Turner,
Mozart etc. o en párrafos como este, referente a Erzurum:
“Pocas cosas podían ser tan patéticas y hermosas. Porque en aquellas caras consumidas por la guerra, el desinterés y las cargas hereditarias había una expresión como solo podemos encontrarla en esos crueles grabados de Goya, a quien conocí con posterioridad y que tanto llegó a gustarme; una expresión que llegaba abiertamente a la caricatura y a la sátira. Y, con todo, si uno se fijaba un poco en las caras se veía que aquellas personas, en quienes la débil luz hacía destacar la miseria y el brillo febril de los ojos, habían ido allí para recibir su ración de lo que más necesitaban: sueños y maravillas.” *
Ankara, Erzurum,
Konya, Bursa, Estambul con sus períodos de auge y decadencia. Las primeras
envueltas en misterio, más una promesa que algo concreto, el tiempo pasado que
parece haberse detenido en la ciudad de Bursa, imágenes
vislumbradas apenas, titubeantes por basarse en recuerdos de infancia o en
elementos apenas entrevistos en un par de visitas; más resueltas, detalladas y
completas en la última sección, la más extensa, dedicada a la ciudad donde
nació.
Nadie puede
dejar de referirse a la posición estratégica de Estambul, pero Tanpinar lo hace
con la seguridad del que conoce bien el terreno que pisa. Piensa que su ciudad
estimula la imaginación de sus habitantes, les proporciona buen gusto y
habilidad artística. Habla de su transformación de los últimos años, de su
multiculturalismo, de unas diversiones que tiempo atrás no entendían de
diferencias de clase, del papel de los cafés en la vida social, de su
particular arquitectura que tan bien armoniza con su entorno natural, así como de
la decadencia (o destrucción) de ambos. Pero cuando realmente se explaya es
hablando del Bósforo, del que está decididamente enamorado y al que dedica un
buen puñado de páginas.
Tanpinar es
consciente de la importancia que concede al pasado, se pregunta por la razón de
esa nostalgia y concluye que, en realidad, no siente interés por resucitarlo
pues lo que le atrae es el carácter mítico de todo lo que ha quedado atrás.
*Traducción
de Rafael Carpintero Ortega
Una gran reseña Montuenga, estupendamente escrita. Lástima que es prácticamente imposible encontrar este libro en Buenos Aires.
ResponderEliminarGabriel
Muchas gracias, Gabriel. Este libro hay que hojearlo antes de decidirse, porque contiene referencias culturales no demasiado conocidas por todos y puede sorprender para bien o para mal. Aún así, he estado indagando y parece que no se han animado a digitalizarlo. Una pena.
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