Título original: Babaouo
Traducción: Esteban Riambau Saurí
Año de publicación: 1930
Valoración: Está bien (curiosidad, diríamos)
Reconozco que no le tengo mucha simpatía a Salvador Dalí. O, mejor dicho, al personaje de Salvador Dalí, porque el ‘Avida dollars’ terminó por comerse absolutamente a su anfitrión, al artista originario, hasta el punto de hacernos dudar de si realmente existió algo que no fuese el icono del marketing surrealista. Pero el desdichado exhumado y resepultado era desde luego un tipo original, creativo y sobre todo con una prodigiosa mano para el dibujo. Es ya casi un tópico aludir a la trinidad Lorca-Buñuel-Dalí en la Residencia de estudiantes, pero lo que es innegable es que la estrecha relación entre aquellos tres personajes dio lugar a influencias mutuas que enriquecieron su respectiva creación individual, e incluso a algunas colaboraciones memorables, como las famosas películas ‘Un perro andaluz’ o ‘La edad de oro’, dirigidas por el genio aragonés y cuyos guiones escribió conjuntamente con Dalí.
Aunque la faceta más conocida de Dalí son quizá sus pinturas surrealistas, los huevos en diferentes versiones y multitud de cachivaches más o menos sorprendentes, además, claro, de sus payasadas mediáticas, el marqués de Púbol se mostró siempre muy interesado por el cine. Como decía antes, colaboró con Buñuel en las dos cintas citadas, pero realizó otras incursiones, no siempre afortunadas, en entornos cinematográficos bien distintos, como por ejemplo con Walt Disney o Alfred Hitchcock. Me queda la duda de si la afición de Dalí por el cine era sincera, al margen de constituir otra posible fuente de ingresos; porque lo cierto es que, casi como cualquier otra actividad de las que emprendía el artista de Figueres, se quedó en una aproximación un tanto infantil, sin llegar a explorar en serio las posibilidades de aquel arte. A lo mejor pensaba que era suficiente con dejar caer unas cuantas extravagancias y darles forma y color para hacer funcionar una obra cinematográfica. Y no.
El caso es que en 1930 se decidió a escribir él solito el guión de ‘Babaouo’, dejando constancia ya en la primera página que ‘C´est un filme surrealiste’, por si acaso. La edición de Labor de 1978, bilingüe y muy cuidada dentro de su formato ‘de bolsillo’, incluye varios dibujos de Dalí y una lámina en color, anunciando que también incorpora el facsímil de una tarjeta enviada por Raymond Roussel al autor… la cual debió acabar perdida por ahí antes de llegar el libro a mis manos. Antes de entrar en harina, hay un texto aparatosamente titulado ‘Compendio de una historia crítica del cine’, que no deja de tener algún interés. Si bien tampoco se distinguía por un discurso teórico demasiado elaborado, Dalí muestra en él su rechazo al cine de raíz psicológica y su admiración, por ejemplo, por los Hermanos Marx. Son apreciaciones personales a las que se quiere dar una cierta coherencia y, aunque casi nunca lo consigue, sí que pone en evidencia su admiración por este arte, en el que quizá anhelaba brillar.
El guión de ‘Babaouo’ ni siquiera tiene formato de tal, es una sucesión de escenas descritas bastante por encima, que cuenta cómo el tal Babaouo es avisado con urgencia del peligro que corre su amada –con el prosaico nombre de Maribel Ibáñez-, secuestrada en un cierto castillo de Portugal. El pequeño viaje de rescate, que recuerda muy vagamente al Quijote (¿el personaje que Dalí siempre quiso ser?), se ve jalonado, como no podía ser menos, por numerosos imágenes absurdas, en la que no faltan gallinas decapitadas, ciclistas que cargan una piedra sobre sus cabezas, relojes blandos y huevos al plato. ¿Les suena, no? Una y otra vez las imágenes recurrentes de la pintura y los objetos dalinianos, que realmente en el caso del guión aportan muy poquito, al margen de algún plano que puede tener algún atractivo. Al muy escueto texto le sigue un ‘Epílogo’ que en realidad es una mera continuación, con el sello surrealista ligeramente rebajado, y otro par de textos breves que tiene que ver con la misma historia, una especie de parches, como si el autor no tuviese muy claro cómo terminar aquello, o simplemente si debía terminar.
Digámoslo ya: el ‘guión’ en sí no tiene ningún interés más allá de la mera curiosidad o la gracia que nos pueda hacer tal o cual ‘escena’, y nos coloca de golpe ante un juicio al propio movimiento surrealista: sabemos que sus seguidores desafiaron convenciones y rompieron esquemas al describir, esculpir, pintar o filmar cosas no visibles, el subconsciente, los sueños, una realidad paralela. Así surgieron fantásticas pinturas de Magritte o Max Ernst, poemas de Breton, o las ya citadas películas de Buñuel (+Dalí). Como todos los movimientos artísticos, todo ello tuvo su momento y su importancia, en muchos aspectos decisiva para que otros artistas continuaran conquistando áreas de libertad creativa. Pero, una vez visto y leído todo lo que ya había aparecido en aquel 1930, cabe preguntarse qué más aportaban nuevas remesas de ciclistas con panes, hormigas misteriosas o gallinas sin cabeza.
Me atrevería a sugerir si esta reincidencia en las fórmulas no sería lo que movió a Buñuel a negarse a rodar a partir del nuevo guión. Cosa que por cierto sí hizo unas cuantas décadas después el director Manuel Cussó-Ferrer (creo que en 2000), en uno de esos filmes que casi nadie conoce (yo desde luego no) pero quizá sería un buen complemento para esta reseña. Como también puede serlo este interesante reportaje del canal europeo ARTE sobre don Salvador y su ‘Babaouo’.
P.S: Como curiosidad, Esteve Riambau, hijo del traductor del libro del que hablamos, visitó ULAD hace ya bastante tiempo como autor de otro libro sobre cine.
Buenas compay!
ResponderEliminarHace años tuve ocasión de leer "Rostros ocultos", novela escrita por el de Figueres. La verdad es que se me quitaron las ganas de leer alguna otra cosa de este señor. Tu reseña parece que lo corrobora.
Zapatero, a tus zapatos!
Un abrazo
Pues no tenía ni idea de que hubiese escrito una novela, y me da que irá por un camino parecido. Efectivamente, hubiera sido mejor que se hubiera centrado en la pintura, que se le daba mejor, al menos en su ejecución.
ResponderEliminarComo decía en la reseña yo creo que Dalí tenía en el fondo una actitud inmadura hacia todo, y no se tomaba nada en serio. Es una pena, porque creatividad sí que tenía.
Saludos, brother.
KOLDO CF
ResponderEliminar"Rostros Ocultos" es la polla de buena. Predecesora además de un montón de tendencias literarias que, al cabo de los años, se convirtieron en mainstream.
Vuelva a leerla. ;-)
Hombre, con la vehemencia con que lo dices, no habrá más remedio que explorar esa novela, aunque no sé cuándo será.
ResponderEliminarGracias por tu aportación, Julián.
Jo, me lo estoy plateando yo también! Jajajajajaja
EliminarSalvador Dalí (1904-1989) tuvo una vida extraña. Infancia peculiar, juventud azarosa, madurez bohemia, vejez no querida. Pero fue un pintor excepcional. Y como tal será recordado en la Historia.
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