Año de publicación: 2017
Valoración: recomendable
Manuel Benet demuestra bien a las claras, apenas unos párrafos al inicio de esta su primera novela que es uno de esos autores que, antes de afrontar publicación, y aparte del oportuno training en el mundo digital (blogs, relatos, etc.), ha leído lo suyo. No os lo digo por nada. No todos los escritores lo demuestran y a algunos se les ve demasiado a las claras quiénes son sus referencias. Pero este no es el caso. Benet no fusila estilos ni se inspira en nadie concreto porque ha leído, diría, bastante, y quizás me aventuraría a decir que en Buena suerte demuestra que es un lector voraz de novela negra. pero que no se queda ahí. Aún así, ni siquiera le adjudicaría esa etiqueta restrictiva a esta novela. Así que cabe añadir su aquél de ambición a sus cualidades, una ambición que reside en un ámbito diferente de todos aquellos pesados (algunos, glups, autoeditados) que se creen (porque se lo han dicho los amigos y algún compañero de trabajo) que juntan cuatro letras y un argumento algo surrealista y, voilà, ya eres un escritor y eso justifica un cierto posado trascendente en las fotos.
No es que Buena suerte vaya a revolucionar nada, aclaremos, pero se agradece el cuidado en la forma (no recuerdo erratas, no recuerdo frases sonrojantes, a lo sumo algún cliché o algún párrafo aislado que se alarga en busca de evitar la imagen de una escritura funcional) y se agradece la intención de crear personajes con un trasfondo mínimo de complejidad. La historia de ese extraño triángulo conformado por Alex, Marcus, Miguel, tres hombres que arrastran diferentes pasados se complementa con las tres mujeres contrapuestas, Valeria, Anna, Sofía, personajes femeninos que a Benet le han salido algo más unidireccionales, cada una a su manera.
Alex, adolescente de familia desestructurada necesita dinero para comprarse una motocicleta, y Miguel, su tío con el que ha ido a vivir no puede dárselo. Y Alex encuentra una manera de obtenerlo, aunque decir encuentra quizás sea inexacto. Anna, prestamista de dulce hablar y amargo proceder, aceptará prestárselo a cambio de ciertos trabajitos relacionados con el recobro de deudas. Marcus arrastra el peso de la duda y del miedo: ha estado envuelto en hechos turbios y su relación con Valeria se resiente de ese sentimiento de culpa que le golpea y le aturde. Miguel, tío de Alex, es su amigo, su compañero en la policía, y actúa de confidente con Valeria, circunstancia que acaba incomodando a Marcus. A partir de esas premisas, Benet urde una trama donde la casualidad intervendrá de forma trágica, donde se desmarca un poco del estricto requisito de precisión y engranaje propio de cierta novela negra actual y donde, reglas de valoración de ópera prima mandan, a veces se le desborda algo esa ambición de que hablaba en el primer párrafo. No se me malinterprete, es valiente su determinación por no ceder su voz narrativa a los tópicos (que sí están justificados en unos diálogos que a veces parecen paréntesis en el discurrir de la novela), pero, dentro de su voluntad de mostrar sus recursos, a veces se le va la mano e hipoteca un poco el dinamismo que se le requiere a este tipo de novelas. Cuestión excusable y enmendable, como lo puede ser una extensión algo excesiva que puede inhibir a ese lector apresurado y selectivo que apuesta por lo seguro. Pero estoy convencido de que hará esos ajustes, que encontrará patrones narrativos menos rígidos, y que su segunda novela nos deparará alguna sorpresa.
Muchas gracias, Francesc. Totalmente de acuerdo con todo, especialmente con los puntos flacos, a lo que añadiría, en calidad de autor, algunos más, pero que, no obstante, prefiero guardarme para mí. En cualquier caso, como diría aquel, me llena de orgullo y satisfacción que la valoración global sea positiva y que hayas disfrutado de la lectura.
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