Título original: Fuck America. Bronskys Geständnis
Año de publicación: 1980
Traducción: Iván De Los Ríos
Valoración: muy recomendable muy alto
Este es un libro inclasificable. Pero en el buen sentido, que nadie se asuste. No tiene poesía visual y se entiende desde el primer momento hasta el último y todo se sucede dentro de un curso temporal solo alterado por el prólogo y por los dos capítulos insertados que explican todo lo demás. También es un libro inexplicable por cuanto no se me ocurren motivos por los cuales no lo he visto mencionado y, de hecho, he acabado atraído por su elevada posición en las listas de fin de año en un número atrasadísimo de una de esas publicaciones culturales que dejaron de publicarse hace años. No os dejéis engañar ni por título ni por la imagen de la portada. Esto no es un libro antiamericano ni una soflama social, sino la experiencia de un personaje, Jakob Brodsky, escritor intermitente pero constante de una obra que títula en bloque mayúsculas EL PAJILLERO y que redacta, imagen muy clásica, desde una mesa de un bullicioso café judío en la Nueva York de la primera mitad de los años 50.
Y Brodsky es todo un personaje. Una mezcolanza poderosa que aglutina a partes dispares a Portnoy, a Bartleby, a Ignatius Reilly y hasta a Joe Gould o a Holden Caufield. Sí: asumo que cinco personajes tan clásicos y aparentemente heterodoxos son una combinación bastante extraña pero a poco que uno se sumerja en las escenas de Fuck America reconocerá esos trazos a través de la narración, esa primera persona insoslayable que es Brodsky, cuyas reflexiones desconciertan por su sentido común y en cuya esencia reconocemos al escritor irredento, al que exorciza los fantasmas, al que rellena el terrible hueco que ha quedado en su memoria a base de cumplimentar capítulo tras capítulo, entre idas y venidas a sufridos agentes que le procuran empleos de lo más pintoresco.
Y qué decir de los diálogos, esos que, esparcidos por todo el libro, resultan tan eficaces en la descripción de la curiosa inserción de Brodsky en esos USA que le han acogido tarde, demasiado tarde, tras una espera que se supone y se adivina y se confirma como terriblemente trágica, en esos dos capítulos donde tanto cachondeo y tanta haraganería y tanta picaresca para estirar el dinero quedan provisionalmente a un lado, y se habla, claro, de los seis millones, del ghetto, del hambre y la arbitratriedad.
Hilsenrath incrusta magistralmente ese tema latente en la novela. Fuck America no es una novela del Holocausto o si eso se esperase de ella habría quien se ofendería por esa brillante y descarada distancia que establece. Judío riéndose de su mala suerte y tomándose casi a cachondeo el trágico destino de sus semejantes, licencia que solamente ellos pueden permitirse. Novela caústica e irreverente que se gana el respeto a base de resignación y mala baba, a base de mirar de frente y escupir a nuestros pies.
Y qué decir de los diálogos, esos que, esparcidos por todo el libro, resultan tan eficaces en la descripción de la curiosa inserción de Brodsky en esos USA que le han acogido tarde, demasiado tarde, tras una espera que se supone y se adivina y se confirma como terriblemente trágica, en esos dos capítulos donde tanto cachondeo y tanta haraganería y tanta picaresca para estirar el dinero quedan provisionalmente a un lado, y se habla, claro, de los seis millones, del ghetto, del hambre y la arbitratriedad.
Hilsenrath incrusta magistralmente ese tema latente en la novela. Fuck America no es una novela del Holocausto o si eso se esperase de ella habría quien se ofendería por esa brillante y descarada distancia que establece. Judío riéndose de su mala suerte y tomándose casi a cachondeo el trágico destino de sus semejantes, licencia que solamente ellos pueden permitirse. Novela caústica e irreverente que se gana el respeto a base de resignación y mala baba, a base de mirar de frente y escupir a nuestros pies.
Como fan Nummer eins de Ignatius Reilly de mi barrio, tomo buena nota de la lectura. Ahora bien, prepárate para el terremoto emocional subsecuente si se da el caso (cruzo los dedos) de que hayas mencionado un personaje tan ilustre en vano.
ResponderEliminarAvisado quedas.
;)
Qué buen comentario que casi resume a la perfección la reseña, ¡juas! Yo tengo a Ignatius aparcado porque cuando le ataque se me quedo a medias: no me engancho, pero lo tengo en una nueva y chula edición esperando retomarlo y...acabarlo. Buena reseña, desconocía esa obra y desde luego la portada confunde cual la noche a aquel cubano. Saludos.
ResponderEliminarFuck America Great Again?
ResponderEliminar(Lo siento... No he podido evitarlo ; )
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
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