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domingo, 2 de octubre de 2016

Michael Pfeiffer: El destino de la literatura


Idioma original: español
Año de publicación: 1999
Valoración: muy recomendable para interesados



Mucho tiempo ha pasado ya desde 1999, año de publicación de este libro, que ostenta orgulloso el 1, señal de que representó la obra inaugural de Acantilado. Curioso: la editorial entonces se llamaba El Acantilado. Y empezar con un compendio de entrevistas, por orden rigurosamente alfabéticio, a una decena de escritores dejaba las cosas bien claras. La apuesta no iba a ser para nada una apuesta mayoritaria. Y esa apuesta iba a ser arriesgada desde el primer momento. Incluso en 1999 algunos de los autores entrevistados ya debían estar en el centro de la polémica, cómo no ahora.
Las entrevistas de Pfeiffer parten de una primera pregunta común y toman diferentes caminos en función de su respuesta. Pfeiffer les pregunta primero a todos por la situación de una literatura que cada vez tiene más "material" y cómo ésta va a afrontar un eventual e incierto futuro relacionado con la tecnología.
Y diecisiete años más tarde me encuentro leyendo cómo todas esas predicciones u opiniones o especulaciones resultan igual de válidas, básicamente debido a que ese futuro no se ha definido a lo largo de tanto (o tan poco, digamos eso tan bonito de que todo es relativo) tiempo. De la obvia disparidad de opiniones, permitidme que me quede con la socarronería marca de la casa de Quim Monzó, que clava uno de los comentarios más brillantes del libro (a la vez escatológico y a la vez certero) cuando se refiere al corporaritivismo del sector editorial y a su complejo sistema de ayudas recíprocas con el avieso fin de garantizar ese futuro conjunto, esa especie de dumping  literario donde se trata de que el conjunto no pierda ni el favor del público (un conjunto monolítico, ávido de echarse lo que sea al gaznate y luego digerirlo de forma común) ni por supuesto el favor del bolsillo del público, que de algo hay que comer. Otros se expresan de forma más erudita, o aprovechan para promocionar sus propias obras o los proyectos en que andan metidos. Javier Marías hace mucho de sí mismo, Eduardo Mendoza desborda elegancia y Valente hace mucho de "poeta" con una entrevista corta y esquemática. Todas las opiniones con su personalidad y algunas compartiendo lugares comunes: es inevitable que ante un planteamiento tan abierto las respuestas se desboquen y, curioso, acaben repitiéndose ciertas menciones, sobre todo, de la cohorte de clásicos que uno ya puede imaginarse: Cervantes, Stendhal, Balzac, Tolstói, Joyce, son referencias de varios de los entrevistados.
A pesar del lógico devaneo particular (los egos pesan, amigos), este es un libro de los que se amortizan en su lectura. Apuntad referencias clásicas, faltaría, pero cada uno de los entrevistados acaba manifestando su individualidad a través de alguna cita, alguna preferencia particular, algo que despierta nuestra curiosidad. Puede que no sea la mejor de las obras que ha publicado Acantilado, pero tiene una evidente intención y constituye una muestra perfecta de por dónde irían los tiros en el futuro: rigor, seriedad, respeto, fidelidad a una línea y tesón, trazando caminos por los que otros han discurrido.

3 comentarios:

  1. Creo que un libro así tendría mucho más sentido e interés hoy en día, con el auge que ha adquirido Internet, que en la fecha de publicación del libro comentado existía (cierto), pero no había llegado a la omnipresencia e intensidad actuales (que seguramente irá aún más "in crescendo" en el futuro).

    Por ello, el futuro de la literatura es un enigma, mucho más que en 1999.

    No creo que las pantallas hayan sustituido a los libros, pues generalmente la literatura sigue disfrutándose en libros (de papel o electrónicos), ya que las grandes y extensas obras (como novelas) son incómodas de leer en web o blog. (Los relatos cortos y poesías sí han tomado posesión de Internet, y quizá ya no tenga mucho sentido publicarlos en papel.)

    Pero lo que está claro es que la "fiebre lectora" del gran público se sacia actualmente, en gran medida, en Internet. No será el caso de muchos seguidores de este blog (precisamente), que continúan devorando libros, pero mucha gente que antes dedicaba una hora al día a leer (o los tiempos muertos en el transporte público o en colas y esperas) hoy día dedica ese tiempo a leer textos cortos picoteando en el móvil o en la táblet. Textos que pueden leerse en "unidad de acto".

    Por ello se han acabado las grandes tiradas de libros (salvo excepciones como Harry Potter o subliteratura bestselleresca), y ello influye mucho en la posibilidad, cada vez menor, de que los autores puedan vivir de la literatura.

    Los anticipos de las editoriales y agentes (como Carmen Balcells) han desaparecido o se han reducido notablemente.

    ¿Qué debe hacer, como debe responder la literatura y el mundo editorial ante todo esto?

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  2. No hay de otra, el futuro de la literatura viene a grandes pasos en electrónica! Lástima, que se edite màs romance/erótico que buena literatura; pero no podemos detener los avances electrónicos! Hay que adaptarnos al sistema. Saludos

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  3. Respecto a la cuestión del avance tecnológico desde luego ese concepto de la "unidad de acto" es definitorio. Incluso para el mero hecho de informarse en blogs como este. Los adelantos a los autores. Curioso concepto. Que el escritor se pegue la vidorra mientras "crea". Mucha punta se le puede sacar a ´si eso mejora o empeora lo creado.

    Y en otro orden de cosas, os habla un nostálgico impenitente del papel, de la hoja que se abanica, y el lomo que se cuartea y muestra el avance de la experiencia lectora. Me temo que ya es tarde para cambiar eso.

    Gracias por los comentarios.

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