Título original: Zone
Año de publicación: 2008
Valoración: Muy recomendable
Mathias Enard es uno de esos testigos nacidos en la Europa
del último tercio de siglo que no se conforman con enfocar su mirada hacia la zona –un Mediterráneo tórrido desde
todos los puntos de vista– para tratar de entender algo, además se atreven a
bucear en ella. Eso le dota de la credibilidad necesaria para invitar a sus
lectores a seguirle. Porque enfrentarse a Zona es mucho más que “sumergirse en la
lectura de”, un lugar común que, en este caso, se queda corto pues la
novela no admite medias tintas: o buceamos, nosotros también, en lo más profundo de sus aguas,
moviéndonos entre una frase y otra con la mayor concentración posible o
resbalamos sin interés por ellas para abandonar enseguida por puro
aburrimiento. Esto es así porque el esmerado flujo de conciencia del autor no
solo nos enfrenta a una realidad complejísima, violenta y éticamente
inasumible, no solo se embarca en un relato errático y con apenas
signos de puntuación, es que aporta tal cantidad de datos sobre los asuntos que trata, de
referencias culturales e históricas, nos sitúa en tantos focos distintos –cada
uno con sus correspondientes sucesos y actores implicados– que haberlos
recopilado, es más, haberlos condensado después, bien comprimidos, como una
píldora minúscula compuesta por cientos de ingredientes supone un esfuerzo
titánico y nos deja con la sensación de que la verdadera realidad está debajo y
lo que se muestra no es más que la minúscula arista de un iceberg enorme.
Nada de lo que diga aquí puede aproximarse a lo que van a
encontrar en Zone pero lo intentaré
de todas formas. Adivinamos a un escritor que conoce el árabe y el persa, que
ha contemplado cada escenario e interrogado a la cantidad y variedad de informantes que se mencionan en la nota final en ese viaje a ninguna parte –metáfora
de los avances del siglo pasado– emprendido por el protagonista. Su persona encarna
la dualidad que preside el texto: oriente versus occidente, paz frente a guerra,
cristiandad frente a islam, palestinos frente a israelíes, croatas frente a serbios,
odio y crueldad frente a amistad entrañable, insensibilidad frente a dolor,
traición frente a idealismo, individualismo frente a conciencia de grupo… el
ciudadano de origen franco-croata Francis Servain Mirkovic reconvertido en Yvan
Deroy, en un intento, fallido o no, de abrazar otra identidad para incorporarse
a un anonimato que, quizá le esté vedado ya, a esas alturas.
En esta evidente reivindicación de la memoria, tan adulterada
por los poderes de turno como (paradójicamente) olvidada, y sin embargo imprescindible
para no repetir los errores, se atisba una visión de la guerra como forma de
dar sentido a la vida, sobre todo en el entrecortado relato sobre la
desintegración de Yugoslavia, pero ahí tenemos a Argelia, Israel, Palestina,
Siria, Líbano. Y, en el sur, en el norte, sobrevolando el relato, encontramos a
los servicios de inteligencia atribuyéndose el papel de árbitros. Sus
consecuencias son obvias: espionaje (doble o sencillo), bombardeos, asesinatos,
saqueos, violaciones, brutalidad salvaje, propósito de lucro, ira, venganza. Y
la culpa presidiéndolo todo, la de Mirkovic y la otra, más difusa pero presente
en cada palabra, pues Enard no indulta a occidente, al contrario, le responsabiliza
de intentar sacar tajada por todos los medios. No obstante, no toma partido,
los hechos están ahí.
Me consta que el autor ha tenido muy presente a Homero. ¿Será Francis Servain el tercer Ulises, el Vaticano la nueva Ítaca, el tren una nave renovada, la rusa Sasha una improbable Penélope? Cada lector tiene su respuesta. Pero solo han pasado ocho años, puede que todavía sea pronto; como siempre, el tiempo hablará.
Otros libros de Mathias Enard reseñados en Un Libro Al Día: Brújula
Me consta que el autor ha tenido muy presente a Homero. ¿Será Francis Servain el tercer Ulises, el Vaticano la nueva Ítaca, el tren una nave renovada, la rusa Sasha una improbable Penélope? Cada lector tiene su respuesta. Pero solo han pasado ocho años, puede que todavía sea pronto; como siempre, el tiempo hablará.
Otros libros de Mathias Enard reseñados en Un Libro Al Día: Brújula
Por casa andan "Remontando el Orinoco" y "Manual del perfecto terrorista", de este autor. La verdad es que no me parecieron nada del otro mundo. Quizá allá que darle a Enard una nueva oportunidad.
ResponderEliminarAllá o acá?
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarNo sé, quizá tuvo una primera época menos afortunada. La que ahora promete más es Brújula, que es la última suya, creo, y ganó el Goncourt el año pasado.
ResponderEliminarTambién puede ser cuestión de gustos.
Eso iba a decir.. Me compré Brújula hace una semanita y tiene una pinta... Maravillosa. No he leído nada suyo...
EliminarPues ya nos contarás, Anónimo. Supongo que no tardaremos mucho en reseñarlo.
EliminarPues ya nos contarás, Anónimo. Supongo que no tardaremos mucho en reseñarlo.
EliminarLa calle de los ladrones, habladles de batallas... me parecieron excelentes...hace casi un año recibió el Goncourt por Brújula... un gran autor...afortunadamente la cultura europea sobrevive, pese al avasallamiento gringo....saludos desde la cd de México...
ResponderEliminarHola Manuel
ResponderEliminarSé a lo que te refieres, pero hay que reconocer que hay casi de todo en casi todos los sitios.
Cierto, hay que insistir con Enard.
Saludos desde España.
Hola todos. Llevo leídas unas 1000 páginas de Enard entre Brújula, Zona y El alcohol y la nostalgia. Pronto, cuando me de el dinero para comprarlo, comenzaré con Calle de Ladrones. El planeta Enard me parece alucinante. Un torrente de datos relacionados con los últimos 25 años de la historia de Europa, concretamente de las regiones que rodea el Mediterráneo, que es su Zona, personajes atormentados que ocultan más que muestran. Secretos, vergüenzas, arrepentimientos, fracasos existenciales... datos fascinantes, terribles... Y un estilo original, "a su manera", brillante... Antes el Goncourt no lo regalaban (aunque con Pierre Lemaitre y Michel Houellebecq lo hicieran y sé que seré quemado en la hoguera por decir esto). Con Enard se están forrando, seguro pero, desde mi punto de vista literariamente no se han equivocado. Ojalá mi triste francés fuese mejor para poder leerlo en su lengua original. Por cierto, el traductor es amiguete suyo y, codo con codo, han hecho entre los dos una estupenda traducción. Lo recomiendo.
ResponderEliminar"Brújula" caerá pronto, amigo (supongo) Coluccelli
ResponderEliminarExcelente reseña de un magnífico libro. Probablemente lo mejor que he leído en el último año y con seguridad la novela que más huella dejará. La empecé a leer sin prevención y tras las primeras páginas en las que no hacía más que preguntarme ¿esto que es?, enseguida le cogí el ritmo y no pude parar de leer. En mi opinión, bastante recomendable.
ResponderEliminarMuchas gracias, Toni. No he leído los anteriores pero creo que aquí Enard encontró el tono justo y la técnica narrativa idónea para contarnos lo que quería. Lo malo es que en Brújula repite esquemas y ahí ya no me parecen tan adecuados.
ResponderEliminar