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jueves, 16 de junio de 2016

Entrada número 2666: Andrés Braithwaite. Bolaño por sí mismo. Entrevistas escogidas

Idioma original: español
Año de publicación: 2006
Valoración: imprescindible

El verano del año 2003 fue uno de los mas calurosos de la historia en Barcelona. En el mes de julio se dieron unos 20 días seguidos con temperaturas superiores a los 35 grados de calor barcelonés, húmedo y pegajoso. Yo estaba de vacaciones, todos esos días con mi familia en un apartamento en Sitges, a menos de 40 kilómetros de la ciudad. Un ático. Sin ascensor. Sin aire acondicionado. Con mi mujer y mis dos hijos, de los cuales el pequeño, que por entonces tenía 2 años, estaba particularmente poco habituado a un calor tan extenuante. Un calor que anulaba la voluntad humana. Sudabas estando quieto. Cualquier actividad se convertía en una tortura. La única supervivencia consistía en ir desplomándose sobre cualquier superficie mínimamente fresca.

Por aquellas fechas (*) falleció en el Hospital Clínic de Barcelona, a escasos 200 metros de mi piso, Roberto Bolaño. Sin que yo entonces llegara a enterarme. El estallido de su fama y su prestigio le llegó tarde, póstumamente. Sí. Como una estrella de rock. No sé si su espíritu tomó la casa que habíamos dejado vacía aquellas semanas. Qué bonita imagen sería. Sé que Bolaño, leerle, encendió mi amor por la literatura y, por mucho post en que lo mencione, no le haré justicia, ni por muchas reseñas que escriba sobre sus libros. Justicia se la han hecho en Girona, donde pusieron a una calle su nombre.
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Bolaño por sí mismo, entrevistas escogidas es una recopilación de conversaciones y citas recogidas de diversas fuentes. Definir el libro, de apenas 150 páginas, como espectáculo tridimensional es quedarse muy corto. Publicado por una Universidad chilena, dificil de encontrar (cosa que hay que intentar por todos los medios), lo mejor que puedo hacer es ya, antes de separarme del libro, de la copia de mi biblioteca, desde aquí, callarme y relacionar algunas de las citas, por cortas, más sencillas de escoger (repito: todo el libro es un escándalo, Bolaño no es capaz de hablar sin dejar frases, una tras otra, para el recuerdo), por su inmediatez y concisión, en medio de esa lúcida impresión general que resulta de leer sus palabras. Basta de las mías. Empecemos con las suyas. Genio inconmensurable.

(*) Del texto de Juan Villoro que introduce el libro:

"Cuando el autor de 2666 fue internado en el hospital, el aire ardía como un mensaje del horror. Hacía siglos que Marte, el planeta guerrero no estaba tan cerca de la Tierra. Poco antes de la muerte de Roberto, se incendió el camping Estrella de Mar, donde él fue velador nocturno. Nadie recuerda otro verano igual en Catalunya.
Fuimos al funeral en el tanatorio de Les Corts como a una reunión en los desiertos de los que él había escrito. A los pocos días, el aire sufrió un cambio repentino. Llovía "con lentitud poderosa" como en la vana tierra de los inmortales que imaginó Borges. El agua caía, semejando un milagro inútil o un demorado bautizo."

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¿Quién es Roberto Bolaño, según Roberto Bolaño?
- Ni lo sé, ni me preocupa. No sé quién soy, pero sé lo que hago y, sobre todo, sé lo que no hago ni haré jamás.

¿Crees que es un deber de los escritores pronunciarse explícitamente ante hechos contingentes?
- El único deber de los escritores es escribir bien y, si puede ser, algo mejor que bien; intentar la excelencia. Después, como individuos, que hagan lo que quieran; a mí eso me importa poco. Que sean coleccionistas de latas de cerveza o aficionados al fútbol, perritos falderos de la primera dama o heroinómanos.

¿Hay amigos que lamentas haber perdido?
- He perdido a muchos amigos y a todos lamento haberlos perdido. La culpa siempre ha sido mía.

¿Uno de tus personajes dice que "uno tiene la obligación moral de ser responsable de sus actos y también de sus palabras e incluso de sus silencios".
- ¿Lo dice un personaje mío? Suena tan bien, que no parece escrito por mí.

¿Cual es su estado mental más común?
- En los lindes de la idiotez, como casi todos los seres humanos.

¿Qué persona viva le inspira más desprecio?
- Son muchas, y ya soy demasiado viejo como para establecer un ranking.

¿Dónde desearía vivir?
- Si tuviera mucho dinero, en Andalucía, sin escribir ni hacer nada, pasándome el día en los bares y conversando.

¿Crees en la inspiración o en la constancia?
- En la constancia. Pero cuando llega la inspiración te das cuenta de que la constancia es una verdadera mierda. Lo que hay que hacer es provocar la inspiración, y para hacerlo hay que ser constante.

¿Te has impuesto un autoexilio?
- No, no. Aunque de alguna manera lo es, y de hecho para un escritor es una bendición. El oficio de escritor es un oficio de exiliados. Un escritor, de una u otra manera, siempre está al borde del exilio. Y el exilio es la quintaesencia de todo viaje. El exilio es o sería la perfección de escribir.

¿Quién le hizo creer que es mejor poeta que narrador?
- La gradación del rubor que siento cuando, por pura casualidad, abro un libro mío de poesía o uno de prosa. Me ruboriza menos el de poesía.

¿Por qué le gusta llevar siempre la contraria?
- Yo nunca llevo la contraria.

¿Qué le habría dicho a Salvador Allende si lo hubiera conocido?
- Poco o nada. Los que tienen el poder (aunque sea por poco tiempo) no saben nada de literatura, sólo les interesa el poder. Y yo puedo ser el payaso de mis lectores, si me da la real gana, pero nunca de los poderosos. Suena un poco melodramático. Suena a declaración de puta honrada. Pero, en fin, así es.

¿Ha vertido alguna lágrima por las numerosas críticas que ha recibido por parte de sus enemigos?
- Muchísimas. Cada vez que leo que alguien habla mal de mí me pongo a llorar, me arrastro por el suelo, me araño, dejo de escribir por tiempo indefinido, el apetito baja, fumo menos, hago deporte, salgo a caminar a orillas del mar que, entre paréntesis, está a menos de treinta metros de mi casa, y les pregunto a las gaviotas, cuyos antepasados se comieron a los peces que se comieron a Ulises, ¿por qué yo, por qué yo, que ningún mal les he hecho?

¿Ha visto alguna vez a la mujer más hermosa del mundo?
- Sí, cuando trabajaba en una tienda, allá por el año 84. La tienda estaba vacía y entró una mujer hindú. Parecía y tal ve fuera una princesa. Me compró algunos colgantes de bisutería. Yo, por descontado, estaba a punto de desmayarme. Tenía la piel cobriza, el pelo largo, rojo, y por lo demás era perfecta. La belleza intemporal. Cuando tuve que cobrarle me sentí muy avergonzado. Ella me sonrió como si me dijera que lo entendía y que no me preocupara. Luego desapareció y nunca más he vuelto a ver a alguien así. A veces tengo la impresión de que era la mismísima diosa Kali, patrona de los ladrones y de los orfebres, sólo que Kali era también la deidad de los asesinos, y esta hindú ni sólo era la mujer más hermosa de la Tierra, sino que también parecía una buena persona, muy dulce y considerada.

¿Tenía patines?
- Mis padres cometieron el error de regalarme un par de patines cuando vivimos en Valparaíso, que es una ciudad de cerros. El resultado fue desastroso. Cada vez que me ponía los patines era como si me quisiera suicidar.

¿Cuándo supo que estaba gravemente enfermo?
- En el 92.
¿Qué cosas de su carácter cambio la enfermedad?
 Ninguna. Supe que no era inmortal, lo cual, a los 38 años, ya iba siendo hora de que lo supiera.

¿De quién más escucha consejos alrededor de su obra?
- Yo no escucho consejos de nadie, ni siquiera de mi médico. Yo doy consejos a diestra y siniestra, pero no escucho ninguno.

Muchos escritores han tenido problemas en la infancia.
- Problemas tuve muchísimos, más todos los que yo me busqué.

¿Se ha infiltrado el tema de la enfermedad, de alguna manera, en su narrativa?
- No, para nada. La estructura de mi narrativa está trazada desde hace más de veinte años y allí no entra nada que no sepa la contraseña. De todas formas, ahora lo que pienso, si usted hace memoria, sin duda recordará que uno de los problemas de Arturo Belano en África es la medicina que necesita diariamente.

Usted es ateo.¿Ha sentido la tentación de convertirse, por si fuera verdad que Dios existe?
- Ésa es la propuesta, o más bien la apuesta, de Pascal: jugar a todos los caballos. Bueno, yo creo que si Dios existe no habría ningún problema. Y la apuesta se puede formular en sentido contrario: si Dios existe, aunque yo no crea en él, él sí cree en mí, puesto que yo soy su criatura y no permitirá que me pierda.

Sin sueños no hay literatura. Soy totalmente fiel a los postulados surrealistas: el sueño es vital. No sólo diría que sin sueños no hay literatura, sino que sin sueños no hay vida. Lo más probable es que la carencia de sueños de una vida conduzca a la locura. El sueño es como el psiquiatra que cada noche te está curando.

Una vez dije que soy el mejor autor narrativo de mi generación de Chile, cosa que muchos medios citaron fuera de contexto. Fue un comentario sarcástico, porque, aunque realmente creo que es verdad, es algo de lo cual ni yo ni nadie debería sentirse orgulloso.

¿Por qué crees que los papás insisten tanto a los niños que tienen que leer?
- Porque los papás suelen ser muy pesados. Con lo bien que se está sin leer y jugando. O pensando, que es una actividad mucho más seria y complicada que leer. Cuando los papás les dicen a los niños que lean, los niños deberían responderles que Hitler leyó mucho.

Mi familia o parte de ella es de clase obrera, y la clase obrera sólo necesita un pequeño empujoncito para dejar de creer en la patria, que es un invento burgués, y cuando digo burgués estoy pensando tanto en la burguesía francesa como en la burguesía soviética o la burguesía china. Por otra parte tengo que aceptar que estoy casi siempre en contra de la mayoría y la patria es el lugar en donde la mayoría (los compatriotas) impone con mayor persuasión sus dogmas y sus castigos y sus premios.

Yo sólo espero ser considerado un escritor sudamericano más o menos decente que vivió en Blanes y que quiso a este pueblo.

Una de las razones por las que partí a España es que en México había roto con mi compañera, la primera chica con la que viví. Me fui porque ya no soportaba tanto desamor, como diría la ranchera. Si me quedaba en México me iba a colgar, sabía que iba a morir. Muy fuerte, muy, muy fuerte. Nunca más he vuelto a sufrir tanto como cuando me dejó esa mujer del carajo. Dios la confunda, mala mujer.

Los detectives salvajes es una novela muy larga pero muy legible. Las cosas ilegibles me gusta que sean cortas.

¿Por qué los escritores que aparecen en sus libros son casi siempre marginales, fracasados; perdedores, en definitiva?
- Básicamente, por comodidad mía. El perdedor siempre da mucho más de sí literariamente que un triunfador.

Estoy condenado, infortunadamente, a tener pocos lectores, pero fieles. Son lectores interesados en entrar en el juego metaliterario y en el juego de toda mi obra, porque si alguien lee un libro mío no está mal, pero para entenderlo hay que leerlos todos, porque todos se refieren a todos. Y ahí entra el problema.

¿Su trabajo es tan terrible como algunos dicen? ¿Escupe sangre ante la página en blanco?
- Las dos cosas y ninguna. Es trabajo puro y duro, una orgía de placer y también un martirio.

Hay dos cosas que me resultarían maravillosas. Una es perder la memoria. Y la otra, los años, para poder volver a empezar

7 comentarios:

  1. Qué lindo que es leer a Bolaño, en el formato que sea!!!!!!!

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  2. "Cuando los papás les dicen a los niños que lean, los niños deberían responderles que Hitler leyó mucho." Me ha encantado...
    Ahora en serio, una reseña preciosa.

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  3. Buenas! Gracias por los comentarios e insistir en que merece la pena buscarlo.

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  4. Bolaño es un grande de la literatura latinoamericana. Muy interesante...

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    1. Buenas: gracias por los comentarios y perdón porque ciertos problemas técnicos (discos duros vitales que se niegan a funcionar) me hagan tener los comentarios un poco abandonados. Lo realmente digno de remarcar es que Bolaño era capaz de alcanzar en sus respuestas auténtico nivel literario.

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  5. Gracias: y de nuevo de actualidad gracias al asunto de Alfaguara y a la recuperación de una nueva novela.

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