Páginas

martes, 12 de abril de 2016

David Rieff: Contra la memoria

Idioma original: inglés
Título original: Against Remembrance
Año de publicación: 2012
Traducción: Aurelio Major
Valoración: Recomendable

Al que piense que transgredir en 2016 le convierte en transgresor vamos a enviarlo al montón de los que no quieren ser del montón.
No es porque me parezca mal la propuesta de Rieff. Pero en los tiempos de la hiperinformación, de la prensa entregada a los grupos del poder, del sesgo ideológico en los sistemas educativos, me vais a perdonar que diga una auténtica perogrullada. Y es que uno puede encontrar cientos de ejemplos de lo que quiera y que vengan a reafirmar sus planteamientos. Cualquiera puede hacerlo y cómo no va a hacerlo un señor de cierta élite intelectual con tal de cimentar un ameno ensayo de algo más de 100 páginas, cuyo resumen sería el contradecir de raíz esa vieja máxima que, palabra arriba palabra abajo, llevamos décadas oyendo.

"El pueblo que ignora su pasado está condenado a repetirlo"

Pues Rieff enarbola ejemplos de lo contrario. De que nos convendría más olvidar aspectos del pasado y centrarnos en consensuar el futuro. De que con el diálogo a todos lados. Algún ejemploa obvio (qué cantado estaba que aquí iba a mencionarse el nazismo), alguno sumamente cercano, la cuestión que sigue tan presente de las fosas comunes del franquismo, Garzón y las cunetas. Y lo que dice Rieff no es que no se ignore en el pasado, sino que éste no sirva siempre de base para la toma de las grandes decisiones o para constituir la espina dorsal de un discurso político. Qué simple y de qué buen rollito, que uno mire atrás sin ira (esto lo he escrito hace poco en otra reseña) y que comprenda y hasta casi empatice con las tropelías del pasado de los antagonistas, que diga que el tiempo cure todas las heridas y, llegado el caso, organice una comida de hermandad en la que en cada mesa habrá un tríptico con una serie de canciones de Lennon que cantaremos.
Pues, señor Rieff, la cosa no siempre funciona así. Las cosas no siempre funcionan de una manera determinada. Hay cosas que hay que tenerlas muy presentes porque hay que olvidarlas para siempre. Toma oxímoron. Se me ocurren cuatro o cinco y no voy a exponerlas para no darme un baño de populismo. Que uno decida, individuo o sociedad, no tener siempre ciertos temas sobre el tapete es sumamente diferente. Que uno piense en términos prácticos que no se puede eternizar una confrontación, seguro que si es político le va a procurar unos cuantos votos de cara a la galería. Otra cosa es cuando uno se pone delante de una urna y ese día se acuerda de alguna cosa en concreto más que de otra. Con lo cual el ensayo de David Rieff es lo que pone en las notas, polémico, porque un ensayo lleno de verdades absolutas sería casi lo más parecido a una basurita de esas que firma Coelho y el mundo no es así, y hasta podría polemizar diciendo que no sé si por suerte o por desgracia. Vamos. Por cada croata victima de la represalia cuando los serbios no les permitían ejercer su derecho a decidir puedo recordar a un ustacha pasando por las armas a los que no querían convertirse, y por cada defensor de un mundo sin fronteras puedo recordarle lo altas que son las vallas de Ceuta y Melilla y que estoy seguro que las cuchillas están ahí para que los que se encaraman puedan cortar la pizza. Mientras tanto, puede que le dé una segunda lectura a este libro y me apunte unos cuantos argumentos inequívocamente razonables. Con tanta tertulia política en televisión, citar este libro (o hasta las citas de este libro) a uno le garantiza aplausos a cientos y soportes incondicionales a decenas.

5 comentarios:

  1. Muy buena reseña, con muy buena frase de apertura.

    ResponderEliminar
  2. Interesante crítica, sí señor. Es una pena que no te hayas animado a poner algunos ejemplos de esos cuatro o cinco que se te ocurrían y que no escribiste para evitar un baño de populismo. Siempre se agradece un poco de polémica.

    ResponderEliminar
  3. Gracias por los comentarios. Referente al comentario de Caballero, me pienso unos cuantos ejemplos y los publico en otro comentario un día de éstos. Tengo que acabar unas cosillas antes, TochoWeek y tal, ya tú sabes.

    ResponderEliminar
  4. Muchas gracias por la publicacion!
    Muy bueno el blog!!!
    :)
    besos!

    ResponderEliminar
  5. Para tener una idea breve y clara acerca de las controversias sobre la memoria histórica este librito de Rieff es altamente recomendable. La memoria histórica es esencialmente propaganda. Tiene, como toda propaganda, una dimensión e intención polémicas. La memoria histórica es sectaria, parcial y busca imponerse moralmente sobre otras versiones del pasado, desplazándolas así del imaginario colectivo. Busca imponerse como expresión de la verdad absoluta sancionada por el Bien con mayúsculas, eludiendo así toda complejidad y todo matiz. Evidentemente, la memoria no es historia. La historia es ante todo una elaboración relativamente científica, basada en unas fuentes, un método y una cierta objetividad (objetividad y no neutralidad, porque neutral no puede serlo nadie). Objetividad significa que entre un dato contrastado y una opinión política prevalezca siempre el dato contrastado, por mucho que nos fastidie en términos de preferencias ideológicas; si el tipo de derechas dice que dos más dos son cuatro, no tenemos otro remedio que darle la razón en ese terreno, aunque, por supuesto, no en otros. En España, país sumamente sectario y con una clase política-periodística verbenera, esta perogrullada parece algo revolucionario (debe ser porque no existe nada más revolucionario que la verdad, como decía aquel).

    Por ejemplo: para entender la guerra civil no tenemos más remedio que analizar las razones y sinrazones de la derecha, de media España, seamos o no seamos de derechas. Si hablamos de fosas, tenemos por fuerza que mencionar también las fosas de Paracuellos. Si hablamos de matanzas, no podemos eludir las masacres de curas y católicos en general. Es lo que hay, si se quiere, claro, ser honesto. El pasado es como un campo de minas. Pero estas minas suelen explotar en el presente y el futuro, y cuando menos se lo espera, con consecuencias a veces dolorosas. Baste con recordar que la memoria grupal distorsionada, con sus martirologios correspondientes y su constante apelación al odio y la venganza, fue un factor importante para la reactivación de los conflictos tribales en los Balcanes o el Uster. La revancha nunca es buena consejera. Sus frutos son amargos y hacen interminable un conflicto. Es la guerra de nunca acabar. La labor de un investigador honesto es desactivar esas minas del pasado, cuyas esquirlas todavía son peligrosas y pueden hacer mucho daño, con la razón y la verdad en minúsculas, evitando la demagogia de la memoria histórica, qure no es otra cosa que un ramillete de soflamas, chorradas y tergiversaciones.

    Saludos cordiales.

    ResponderEliminar

Deja a continuación tu comentario. Los comentarios serán moderados y solo serán visibles si los aprueba un miembro del equipo.