Año de publicación: 2016
Valoración: decepcionante
Esta reseña me ha tenido bloqueado unos días, la verdad. Ya sabéis que en este blog no solemos escribir muchas reseñas negativas, y menos cuando se trata de libros de escritores jóvenes, y no de seres como Coelho o Nicholas Sparks o, ejem, Murakami. Pero es que este libro, simplemente, no me ha gustado, y eso que lo compré con muchas ganas, porque reunía dos elementos que me suelen gustar: el género fantástico, y ser publicado por Salto de Página. Pero no, esta vez no, y después de pensármelo bastante he decidido que lo mejor era explicar por qué, para mí, no.
El planteamiento de la historia es atractivo: por motivos desconocidos, miles de ballenas aparecen varadas en las playas de todo el mundo; un buceador sueco llamado Oless Svalbard se sumerge en la zona, y durante una inmersión que dura algo más de lo debido, antes de desmayarse cree ver una sirena. A partir de entonces se dedicará a buscar evidencias de avistamientos semejantes, en un viaje que le lleva a encontrarse con una serie de personajes enloquecidos, y también con los fantasmas de su propio pasado: su mujer, muerta en un tsunami; una mujer con la que tuvo un hijo al que después abandonó (¿o no?)...
Sin embargo, la autora elige para el texto una estructura elusiva, que escapa de la narración lineal, y que se acerca más a los juegos de espejos pynchonianos de La subasta del lote 49: el narrador muta continuamente, manteniendo solo la primera persona del singular pero siendo al mismo tiempo el buceador / operador telefónico Oless (Ulises) Svalbard, y también Kevin Smith, marine de Missouri con un hijo abandonado en la Baja California... Y varias otras refracciones de una personalidad fragmentada y paranoica. Esta forma de narrar es ambiciosa, arriesgada sobre todo para una primera novela, y por eso me parece digna de elogio, aunque pueda hacer más trabajosa la lectura y pueda llegar a desanimar a algunos lectores.
¿Y por qué, entonces, no me ha gustado el libro? Pues por el estilo; eso que para muchos es el gran valor de El silencio de las sirenas, para mí es su gran fallo. Porque queriendo ser un estilo cuidado y poético, para mí falla el blanco y cae en lo exagerado, en lo pretencioso. Sin querer hacer sangre, sí creo necesario mencionar algunos ejemplos.
Un problema del estilo de la novela es la adjetivación excesiva, y no siempre original: un pecho es "prominente"; también una barriga es "prominente"; unas almorranas son dolorosas, de hecho son "dolorosas almorranas"... Lo mismo ocurre con las comparaciones y metáforas, algunas originales y bien escogidas, y otras innecesarias o tópicas ("Se marchó como las olas en retirada", "...los peces payaso, que siempre se me antojaron los vendedores a puerta fría de los mares..."). La elección léxica de palabras "elevadas" como "abstruso", "ignoto", "narcosis", personalmente (y sé que esto es una cuestión personal), me resulta desagradable. Lo que ya no es una cuestión personal es que determinadas palabras se empleen mal, y en esta novela el verbo "aducir" se utiliza al menos tres veces con el sentido de 'deducir' o 'suponer', que no es el correcto.
Otras veces, lo que ocurre es que el deseo de crear una frase memorable se vuelve en contra de su significado. Por ejemplo, creo que es equívoco decir que "Se observan cambios retráctiles en el ADN de las morenas": una pata o una cola pueden ser retráctiles; una modificación del ADN puede producir un miembro retráctil, pero decir que una modificación del ADN es retráctil es bastante confuso. Y la frase "Cuando la ciencia se hermana con la religión, alguien acaba ardiendo en la hoguera", simplemente me parece errónea: que yo recuerde, quien ha encendido las hogueras históricamente ha sido la religión contra la ciencia; de hecho, me cuesta recordar un caso en el que la ciencia y la religión se hayan aliado para quemar a nadie.
Es verdad que estos problemas (o lo que a mí me parecen problemas) de estilo se concentran en las cincuenta primeras páginas; quizás se corresponden con dos etapas diferentes de escritura, o a lo mejor es que yo me habitué al estilo a partir de esa página y dejé de verlas. Por otra parte, la novela tiene valores innegables, en cuanto a la contrucción narrativa y a una ambición simbólica (los mares, las sirenas, la maternidad/paternidad) que otros podrán desanudar mejor que yo. Es una pena que, en mi caso, el estilo me haya alejado tan enormemente del disfrute de la novela.
También de Beatriz García Guirado en ULAD: Los pies fríos
Reseña objetiva y bien explicada, justificando la opinión con el ejemplo. Muchos elegimos estas plataformas para encontrar autores afines. Ser condescendientes en la crítica con compañeros de profesión nos llevaría a equívocos lamentables por el tiempo y dedicación que requiere la lectura de un libro. Felicidades por el blog.
ResponderEliminarCreo que lo dejo pasar. Besos
ResponderEliminarY el final recurre a algo tan tópico que decepciona
ResponderEliminar