Idioma original: japonés
Título original: Ningen shikkaku
Traducción: Montse Watkins
Año de publicación: 1948
Valoración: Muy recomendable
A veces los lectores de ULAD nos recordáis algunas de nuestras lagunas imperdonables: "¡No habéis reseñado a Proust! ¡No habéis reseñado el Ulises! ¡No habéis reseñado la Odisea!" Y claro, tenéis razón; poco a poco, con el tiempo, iremos llenando esas lagunas con nuevas reseñas, o con colaboraciones vuestras. Esta reseña de hoy viene a llenar otro de esos huecos que a algunos lectores les parecen imperdonables: Osamu Dazai es un clásico de la literatura japonesa, un maestro para autores posteriores como Mishima, y Indigno de ser humano es, junto con El sol poniente, su obra más conocida y traducida.
No creo que sea un exceso de eurocentrismo decir que Indigno de ser humano es una novela existencialista, en la línea de El extranjero de Camus. El protagonista, Yozo, es un joven incapaz de encontrar su lugar en la sociedad y de relacionarse abierta y honestamente con otros seres humanos. Para no sentirse rechazado, Yozo recurre a las payasadas primero, y después al alcohol, la morfina o las prostitutas, y cuando nada de esto funciona intenta suicidarse dos veces, sin éxito. Al final de la novela, el narrador termina ingresado en una institución mental para recuperarse de su última recaída.
Esta es una novela oscura y descarnada: no hay aquí largas y delicadas descripciones de los paisajes japoneses, ni de las flores o los ríos, ni siquiera de la ciudad de Tokyo; lo único que importa es la voz del narrador, un ser de una inteligencia fría y analítica, pero también de una incapacidad terrible para identificarse con otros seres humanos. Sus relaciones con las mujeres son impulsivas, desprovistas de verdadero amor o comprensión: una mezcla de atracción y repulsa que quizás tenga su origen en unos abusos infantiles que solo se mencionan de pasada en el texto. Cualquier posibilidad de éxito o de realización (la carrera universitaria, la pintura, la vida profesional, el matrimonio) se ve abortada y conlleva una nueva recaída en la autodestrucción.
La novela resulta todavía más dura cuando se tiene en cuenta que una buena parte de su contenido es autobiográfico: la inadaptación, el alcoholismo, la adicción a la morfina, los intentos de suicidio, la vida sentimental tormentosa, el internamiento final en una institución. El 13 de junio de 1948, el mismo año en el que se publicó Indigno de ser humano, Osamu Dazai volvió a intentar quitarse la vida, esta vez con éxito. El escritor y su amante se ataron con una cuerda y se lanzaron al canal Tamagawa. Así, esta novela se convierte en un testamento, en una confesión, en una nota para la posteridad. El breve capítulo final, narrado por un personaje diferente de Yozo
que recibe unas fotografías y unos manuscritos del protagonista, y en el
que una de las mujeres de la novela lo califica como "un ángel",
resulta entonces desgarrador, porque es, de alguna forma, la voz del
propio Osamu Dazai exorcizando sus demonios y absolviéndose a sí mismo
por sus pecados.
Gran reseña gran.
ResponderEliminarSaludos!
Lo quiero leer hace mucho y con la reseña se antoja mås.
ResponderEliminarAyer lo acabé de leer. Admito que el ultimo tercio del libro lo leí "en diagonal" ya que lo que me contaba había dejado de interesarme pero a la vez quería acabar el libro, mas que nada porque es un clásico de la literatura japonesa del siglo XX. En fin, el discurso del protagonista te mantiene interesado durante medio libro, es un "outsider" en toda regla, un inadaptado, atormentado.. y todo lo que acaba en "ado". Pero a medida que vas leyendo no evoluciona, no pasa nada que te sorprenda, incluso te lo esperas (intentos de suicidio, etc) y en algunos casos sus reacciones se me antojan demasiado radicales, propias de alguien que no es que sea un atormentado si no que en realidad quiere serlo, es su modo de vida escogido.
ResponderEliminarMuy buena reseña!Me ha encantado esta frase:"la voz del propio Osamu Dazai exorcizando sus demonios y absolviéndose a sí mismo por sus pecados." No lo había pensado asi, gracias
ResponderEliminarMira que le tengo fe a Sajalin y especialmente su coleccion al margen, pero se me ha hecho pesadisimo. Me cuesta entender que sea un clasico, no le encuentro ningun valor.
ResponderEliminarSaludos
Gerónimo
En esa época había bastantes escritores málditos en Japón, un país ya de por si peculiar para nosotros, los occidentales.
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