Año de publicación: 1957
Valoración: recomendable
Cuando Enrique Congrains Martín edita en Buenos Aires, un 31 de diciembre de 1957, su primera novela, desde hacía tres años que nada volvía a ser igual: venía de inaugurar el realismo urbano peruano con Lima, hora cero, una colección de relatos.
Entre las conspicuas ediciones de esta novela destaca la prologada por Vargas Llosa para Planeta de España (1975), la cual repite incluso las erratas y despistes de la primera. El académico destroza a Congrains Martín, lo convierte en un monigote afortunado. Y es que No una, sino muchas muertes ni es “novela salvaje”, ni adolece de “planteamiento político” o “enseñanza moral”. De hecho, es toda una alegoría de la revolución proletaria. Algo que ya se sabía en 1975. Pero la novela admite varias lecturas, Vargas Llosa define como la “fogoza insensatez” de un “tranquilo demente” un texto en el que se pueden detectar paralelismos y elementos simbólicos a paladas. ¿Qué se habrá creído Congrains Martín? ¿Que porque era un “inaugurador de cierta manera” de la literatura urbana en el Perú iba a hacer tambalear su posición primigenia, su no deberle nada a nadie, su ser el primero, su autoproclamada flordefanguez?
En fin, aparte de la mala leche, el prólogo escribido por Vargas Llosa tiene varias inexactitudes de esas que hacen que el profesor (de la Secundaria, no de la Facu…) te devuelva tu trabajo mientras te recomienda que en lo sucesivo leas con más atención los textos a comentar.
En fin² (qué a gusto me quedado), volvamos a la novela. Maruja la protagoniza. Es un personaje femenino imposible de olvidar. Intenta liderar una rebelión en un taller de trabajo esclavo. Pero no para liberar a nadie, sino para ocupar el papel de esclavista, mandando sobre un grupo de locos secuestrados de las calles y sobre una pandilla de adolescentes pequeños delincuentes que la ayudarían en su empeño. Si alguien es fogozamente insensata y tranquilamente demente, ésa es Maruja, quien a medida que se va descubriendo a sí misma va asumiendo algo así como un código samurai propio por el cual la alternativa a todo siempre debe ser nada. Y mejor sola que mal acompañada.
El título alude a un poema de Neruda, eso está explícito en el epígrafe. Pero también hay cierto pasaje shakesperiano en el que los cobardes mueren muchas veces y los valientes sólo una, y yo creo que por ahí van también los tiros. A saber.
Es cierto que Congrains, aquí y allá, se excede un poco, que a veces se inmiscuye, que a veces nos cuenta cosas que no hacen falta, esa clase de errores que cometen los que no han llegado a lo más alto, o quizás que sólo se perdona a los que han llegado a lo más alto. Pero también es cierto que su prosa es un gusto de ser leída, que sus giros son gratos, sus metáforas enamoran y que no le tiene miedo a los adjetivos, algo que yo agradezco.
Mi primer ejemplar, intonso y dedicado por el autor (qué tristeza; ¡muy mal, señor Enrique Montenegro!) lo conseguí a precio de risa en la París-Valencia. Después conseguí el de Planeta en una librería en línea. Rebuscando un poco se puede encontrar a precio razonable en varias páginas de venta de libros de segunda mano.
No sé si lo dije antes, pero han hecho la peli: Maruja en el infierno. Los peruanos tienen la sana costumbre de hacer malas películas de buenos libros: suele bastar que actúe en ellas Pablo Serra o que las dirija Francisco José Lombardi, Alá los confunda.
Firmado: Fernando Daniel Bruno
Acabo de leer en el artículo anterior "...el prólogo escribido por..."
ResponderEliminarDebo de estar bajo el efecto de un potente alucinógeno... Mejor eso que pensar que los blogs literarios están bajo el efecto de montaraces sepultureros de la buena escritura.
No soy el autor de la reseña, pero me atrevo a pensar que a lo mejor es un juego con "La tía Julia y el escribidor" del propio Vargas Llosa...
ResponderEliminarYo sólo pienso eso cuando veo comillas...lo demás ya es mucho atreverse.
ResponderEliminarSanti, qué mal me hacés quedar, eh! ;)
ResponderEliminarSi te fijás, el PDF que te envié tiene la palabra escribido en bastardilla. Saludetes!
Lo que sí, el anónimo podría comprobar un pelín cómo son las normas de estilo para citar. Esos puntos suspensivos puestos así al voleo como que no. Digo, para no transformarnos en "montaraces sepultureros de la buena escritura"... :P
ResponderEliminarAnte una grave dolencia, me inclino a visitar a un médico especialista. Los facultativos en prácticas me inspiran menos rigor y confianza. Qué se le va a hacer.
ResponderEliminarDicho esto, puestos a aleccionar sobre cuestiones de corrección y estilo, último anónimo, te remito a las reglas de uso de las comillas según la última edición de la Ortografía de la RAE. Creo que en esto son los especialistas.
La recomendación dichosa de usar las dichosas comillas españolas (no latinas, por supuesto, ¿y la europea?) no se respeta ni en tesis doctorales de Humanidades dirigidas por eminencias. Ellos sabrán...
ResponderEliminarLos simples mortales nos acogemos a los principios de la economía lingüística y seguimos usando las comillas más rápidas y cómodas de poner, aunque se muera un bebé de panda cada vez que las usemos.
Qué discusión más bizarra ;)
Venga, vamos a dejarlo en que es culpa mía por no haber puesto la cursiva, y vamos a hablar del libro y no de la RAE, ¿no? :P
ResponderEliminarBendito seas por atreverte, sin innecesaria agresividad, a realizar una crítica al beato, arrogante, intocable hispanoperuano en que se convirtió Vargas y L(l)osa. Pero que no se lleve el protagonismo: gracias sobre todo por poner sobre la mesa el texto de Congrains.
ResponderEliminarEl prólogo de Vargas Losa es indefendible. Tiene incluso errores de bulto que un profe de literatura de la Secundaria no dejaría pasar sin una buena colleja. Uno muy grosero, por ejemplo, es que a pesar de que Maruja, en la página 88 de la edición de 1957, "[hunde] sus duros senos en el pecho de [Alejandro]" mientras intenta convencerlo para que lo ayude en sus planes, o que más adelante en la página 108, al enfrentarse por primera vez a la pandilla de muchachos, éstos se quedan como embobados ante los "potentes pechos que brotaban hacia adelante, exigiendo y tensando la blusita que caía sobre su falda", para Vargas Losa una virtud de Congrains es que, con respecto a Maruja, "el narrador tiene la malicia de no decir palabra sobre su físico"...
ResponderEliminarHay un artículo interesante de Hildebrandt con respecto al tratamiento que dio Vargas Losa a Congrains: http://nidodepalabras.blogspot.com.es/2009/07/dante-en-los-suburbios-por-cesar.html