Título original: ألف ليلة وليلة (Abil leylah wa-leylah)
Traducción: Juan Vernet
Año de publicación
(edición):
1.960
Valoración: Recomendable
Todo el mundo conoce –aunque sea de oídas- Las mil y una noches, uno de esos textos
que trascienden fronteras geográficas o culturales, y se perpetúan siglos más
allá de su época. En este sentido, pocos libros tendrán el curriculum de éste.
Por lo visto, los famosos cuentos tienen su origen remoto en el sureste asiático,
Asia central y la India, en épocas diversas y desconocidas. De ahí fueron
viajando hacia el oeste, hasta fraguar en el mundo árabe, donde fueron
compilados en la Edad Media, tras unos cuantos añadidos y adaptaciones.
Occidente los descubrió y llegaron las traducciones y la popularidad, hasta el
punto de que algunos de esos relatos terminaron, domesticados y edulcorados, en
las salas de cine.
Si hablamos de la versión castellana, hay varias
traducciones clásicas, entre las cuales está la de Juan Vernet, que es la que
manejamos en este caso, a decir de los expertos, quizá la más correcta. Y, para
que todo quede claro, decir también que es la nuestra una edición ligeramente
amputada, de la que Vernet depuró las
historias más procaces (no olvidemos que se remonta a 1.960). Pero por ahora
nos basta.
El hilo conductor del enorme repertorio es bien
conocido: el rey Shariyar, escaldado por un desaire anterior, tomaba cada día
una esposa nueva, a la que daba matarile la mañana siguiente–que también hay
que ser inmaduro. Todo esto hasta que dio con la bella Sahrazad (Sherezade, u
otros nombres similares), que tenía un plan para subsistir: cada noche empezaba
a contarle una hermosa historia, y la dejaba en suspenso hasta la siguiente
velada, ingenioso sistema que parece haber sido copiado por nuestras
televisiones privadas cuando se acerca el final de la peli. Dentro de este
esquema se van enlazando una narración tras otra, en eso que se llama relatos
enmarcados.
Algunos tienen carácter didáctico y otros muchos
son un simple entretenimiento, construidos casi todos sobre argumentos más o
menos similares. Su origen entronca con la literatura popular, y generan ecos
que con frecuencia nos resultan familiares, emparentando a veces con parábolas de la Biblia, o evocando suras del Corán, siempre presente gracias al
restyling musulmán que les da su sello característico. Pero tampoco están
demasiado alejados de ciertos clásicos de los cuentos europeos, en los que
seguramente dejaron su sello. Así que en todas partes percibimos el influjo de
L1001N, que igualmente sedujo a tipos
como Goytisolo o Borges. El clásico
intemporal que decíamos al principio.
A lo largo del denso recorrido nos encontramos
por doquier con genios, príncipes, animales y monstruos que hablan, palacios, viajes
imposibles, conflictos entre hermanos, engaños, disfraces, amores loquísimos y
odios cervales, algunas dosis de humor, bastantes borracheras (¡) y hasta algo
de droga. Pero sobre todo muchas mujeres de belleza sin igual (contradictorio,
eh?) y muchas, muchísimas joyas de todo tipo, tamaño y especie. Ciertas dosis
de ingenio, la venganza, y la tradicional hospitalidad árabe aderezan las
historias, casi siempre en términos tan hiperbólicos que a veces resultan
disparatados.
Claro está que no son mil y un relatos, sino unos doscientos y pico, porque normalmente se prolongan durante unas cuantas
noches. Pero en todo caso son muchos, por lo que encontramos un poco de todo y,
claro está, no todos nos gustarán igual. Encontramos así cuentos de verdad
curiosos y sutiles, imaginativos o de fino humor, pero también algunos tochos de
difícil digestión. No descubro nada si digo que la lectura resulta a veces algo
reiterativa y tediosa, y el tono exageradamente naïf puede llegar a cansar. Pero
bueno, y sin que sirva de comparación, también en el Quijote encontramos partes aburridas y prescindibles, y no por eso
pierde su valor (ejem, no sé si se pueden decir estas cosas en un respetable
blog de libros sin que pase nada).
Así que podemos decir que el texto, como era de
esperar, se ve lastrado por su propia envergadura, pero merece la pena conocerlo:
estamos ante uno de esos libros eternos que forman parte de nuestra civilización,
y no deberíamos conformarnos con la versión Disney.
Y me permito dejarles a Uds. unas pildorillas,
que igual sirven de anzuelo para el lector reticente. Vean:
- El famoso Aladino era musulmán, claro está (como todos los personajes del libro), pero no árabe, sino chino (eso sí que es globalización)
- Varios de los siete
viajes del ciclo de Sindbad –uno
de los más conocidos-, con sus extraordinarias peripecias, incluyen escenas
de tonos sorprendentemente góticos y hasta punkies (a mi me recordaban a
algunos ambientes de Javier Calvo)
- En el caso
improbable de que alguien no conozca el astuto modus operandi de los
crímenes de El nombre de la rosa, L1001N
tiene la solución: El príncipe y la
rusalca (noche 5)
- Los mejores cuentos
ocupan más o menos el último cuarto del libro. Entre ellos, uno de mis
favoritos es Historia de Abd Allah, un
cuento de corte clásico y moralista en que todos los personajes
principales se llaman igual (noche
900 y algo) –lástima que luego no se saque partido de la ocurrencia.
- No creo que me haya saltado ninguna página, así que puedo asegurar que, por lo que yo recuerdo, en todo el libro no aparece ni una sola alfombra voladora.
Vale, he metido bastante chapa, pero creo que la ocasión lo merecía.
En serio, no puedes escribir ingenuo, tiene que ser naif. Dios mio, dios mio, el fin está cerca.
ResponderEliminarMagnífica reseña, joder.
ResponderEliminarLo siento, Anónimo-1, demasiados años respirando los ambientes de la bohéme parisienne, ya sabes, Montmartre, Les fleurs du mal, el Sena, los bistrots, boulevard Saint Germain y allons enfants de la patrie. Por cierto, es naïf, con diéresis.
ResponderEliminarGracias a Anónimo-2 por su comentario, tan contundente, sí.
Saludos.
Aix, me leí esa historia cuando era chica (ahora soy hombre, nah, es broma) y recuerdo que me encantó y a la vez me horrorizó. Me dejaron algún trauma las ilustraciones del libro que yo tenía pero fue una gozada.
ResponderEliminar¡Buena reseña! (Dijo la experta...).
Según qué ilustraciones cuando somos chavales es fácil que se nos queden grabadas, no siempre para bien. Gracias por el comentario Alia (o debo decir Alio? jeje). Saludos
ResponderEliminar¡Me los acaban de regalar en una magnífica edición! :D
ResponderEliminarAmo este Blog. Que lo sepan...
Besos y feliz año a todos.