Año de publicación: 2005
Valoración: muy recomendable
Primero: agradecer la recomendación de Miguel Yuste, una de las muchas que recibimos con motivo de nuestro sexto aniversario.
Muchas de las cuales, al menos para el que escribe, tuvieron un efecto, digamos, liberador. A uno estas cosas se lo ponen muy fácil: sobre todo si, como es el caso, tras la recomendación se halla una novela de la categoría de La hora azul. Listas que me ahorro repasar, búsquedas en la Red (y, por tanto, influencia inconsciente de lo que por ahí se lee): con la recomendación de nuestros seguidores, encima quedo (quedamos) la mar de bien.
La historia es ésta: en el Perú de los años 90, pasado el conflicto con Sendero Luminoso, Adrián Ormache, exitoso y adinerado abogado, recibe, tras la muerte de su madre, una misión encubierta empaquetada en su legado: de forma casual, aunque luego todo hará parecer que no, un escrito le revela que su padre, durante el conflicto armado, estuvo al mando de una instalación militar donde se detuvo, se torturó, se violó y se asesinó. Como en muchos conflictos, sin pruebas, sin garantías. Como en muchos conflictos, de forma gratuita, excesiva e impune. Pero su padre salvó a una de las prisioneras. La salvó de una muerte segura, pues los mandos las entregaban a los soldados, que abusaban de ellas para ejecutarlas después a sangre fría. Y la salvó, parece, porque se enamoró de ella. Pero ella huyó a la primera oportunidad.
El conocimiento de estos hechos representa una conmoción para la plácida y lujosa vida de Adrián. Una vida idílica: esposa, hijas adolescentes, personal a su servicio en casa, carrera profesional. Si tiene hasta un suegro siempre dispuesto a afrontar el dispendio de vacaciones para toda la familia. Pero ese fulgurante fogonazo del pasado, ese instantáneo convencimiento de que su buena posición alberga sombras siniestras en sus orígenes, empieza a obsesionar a Adrián, a ese Doctor Ormache narrador de su historia en una primera persona arrebatadora: sus dudas, sus reflexiones, sus experiencias aventurándose, en su investigación, por barrios y poblaciones donde su presencia sorprende y desentona. Y a fuerza de desear encontrar a Miriam, que así se llama la que fuera amante de su padre, termina por conseguirlo, y termina por poner toda su existencia en jaque.
Alonso Cueto, escritor sobre el que habré de insistir, obtuvo el Premio Herralde en 2005 por esta novela. Premio que seguramente no disponga del renombre de otros, pero sí de un prestigio adicional: Anagrama suele representar una buena garantía en cuanto a lo que publica. No hace falta recordar al detalle su nómina de autores, porque ya aparece aquí con suficiente frecuencia. El planteamiento de La hora azul puede que no sea rompedor, pues hay ya muchas historias sobre personajes indagando en los orígenes propios. Pero la ubicación de la historia, su documentada fidelidad. la convierten en un apasionante punto intermedio entre trama detectivesca y denuncia política. Sin recrearse en detalles escabrosos, sugiriendo más que mostrando, Cueto esboza magistralmente no solo una situación real de confrontación, en la que, para variar, los más débiles resultaron los peor parados, sino un panorama posterior al conflicto en el cual las desigualdades solo han hecho que esconderse tras un par de matices.
Pues es verdad, el planteamiento no es rompedor, pero hay algo en su forma de narrar, o de colocar los acontecimientos, que hace que no puedas parar de leer.
ResponderEliminarAún no la he terminado y no puedo dar una opinión más elaborada, pero esto y los diálogos, en los que me parece estar ahí, delante de los personajes y no detrás del libro, son para mí lo mejor de la novela. De momento.
Gracias por vuestras estupendas recomendaciones.
Mai
Poco se puede añadir a tu completa y acertada reseña. Además, siempre me resulta enriquecedor el modo de narrar de los autores sudamericanos. Salud.
ResponderEliminarPues parece que este escritor ha publicado algo recientemente. A ver si me decido a buscarlo.
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