Año de publicación: 2010
Valoración: muy recomendable
¡Qué bueno es Paco Roca! No sólo dibuja maravillosamente, sino que domina a la perfección el arte narrativo y sus historias rezuman humanidad por cada una de sus viñetas. Además, sin caer nunca en la complacencia maniquea ni evitar los aspectos más "incómodos" de sus personajes; muy al contrario, los señala y comprende como el autor profundo y verdadero que es.
Bueno, podría decir que aquí acaba el panegírico, pero no es así, porque el libro-cómic-novela gráfica (en este caso nunca "tebeo" pero no por las razones que cabría suponer...) de la que hablamos hoy sólo puede merecer mis más fervientes elogios. Para empezar, el tema que trata, un hecho poco conocido (supongo que incluso dentro del mundo de la historieta), quizás anecdótico, pero que sirve de punto de partida del argumento y de metáfora de toda una época de la Historia de España, tan gris y fría como un largo invierno: en la Navidad en 1958, una serie de dibujantes, que habían abandonado la célebre editorial Bruguera (rival acérrima de TBO, de ahí lo que he puesto antes) un año y medio atrás, para editar su propia revista, Tío Vivo, vuelven al redil tras haber fracasado económicamente (en buena parte por las trabas puestas por su editorial de origen). No eran unos dibujantes cualesquiera, sino los más destacados, hasta ese momento, de Bruguera: Conti (autor de Carioco), Cifré ( del Reporter Tribulete), Escobar (Zipi y Zape, no digo más...), Giner (El inspector Dan) y Peñarroya (Gordito Relleno)... estos "monstruos" quisieron desasirse del sistema impuesto en la editorial, que les aseguraba los ingresos, pero a cambio de una producción ingente y, sobre todo, de perder sus derechos sobre los dibujos entregados. Su partida, de todas formas, posibilitó la entrada en la editorial de nuevos valores, como Raf (Sir Tim O'Theo) y, sobre todo, el apabullante Francisco Ibáñez (Mortadelo y Filemón... para empezar). A partir de este momento, sin embargo, las historietas publicadas por Bruguera perdieron buena parte del carácter crítico y corrosivo que, al parecer, tenían hasta ese momento, a pesar de la censura imperante (en esta novela gráfica también aparecen retratados otros grandes dibujantes como "Miquel Bernet, "Jorge, autor de Doña Urraca y padre de Jordi Bernet; el inclasificable, en todos los sentidos, Vázquez o escritores de la casa como Víctor Mora, guionista de El Jabato y El capitán Trueno o Francisco González Ledesma, alias "Silver Kane" cuando firmaba novelas del oeste y escritor de género negro, ahora tan en boga, con su nombre real).
Bueno, quién haya aguantado hasta aquí, tras este rosario de nombres, habrá adivinado que para el hoy gran dibujante Paco Roca todos éstos son los héroes de su infancia (y también para mí... o más bien, son los autores de los héroes de mi infancia) y, desde luego, eso se nota en el cariño con el que los ha retratado y contado sus cuitas. Lo ha hecho sin caer tampoco en una manida confrontación entre buenos y malos: en esta historia, todos tienen sus razones para actuar como actúan, incluso algunos de los que lo hacen de manera más implacable o falta de ética. Para empezar, varios de los personajes plasmados en El invierno del dibujante, como Josep Escobar o el jefe de publicaciones, Rafael González, habían sido represaliados por el régimen franquista y bastante les había costado salir adelante... Este exquisito trato a sus protagonistas (en verdad, esta es una historia coral) se corresponde con la gran elegancia desplegada en la composición gráfica y en la puesta en escena, atenta a todos los detalles de la época (magníficos los pequeños momentos costumbristas de la vida en la calles de Barcelona que nos brinda).
Recapitulando: una joya de libro, una pequeña obra maestra sobre una parte de nuestra Historia colectiva ... y sobre los creadores de una parte de nuestra historia personal. Al menos, de la mía.
Y una última nota: precisamente hace pocos días ha fallecido Francisco González Ledesma, a los 87 años de edad. Espero que esta reseña sirva como modesto homenaje, a él y al resto de los creadores que protagonizan este estupendo libro.
Y una última nota: precisamente hace pocos días ha fallecido Francisco González Ledesma, a los 87 años de edad. Espero que esta reseña sirva como modesto homenaje, a él y al resto de los creadores que protagonizan este estupendo libro.
También de Paco Roca en ULAD: Los surcos del azar
Dado que leí El invierno del dibujante al saber que lo reseñarías, me llena de orgullo y satisfacción...bueno, digamos simplemente que me hace gracia dejarte el primer comentario.
ResponderEliminarEn efecto, un libro precioso que trata con mimo a todos los personajes, sin caer en la fácil tentación de señalar malvados absolutos.
La relación de los dibujantes con la editorial me recordó a los primeros tiempos de Hollywood, en que los actores eran poco más que eslabones en una cadena de producción.
Bonito libro, bonita reseña.
Ahora, a por Arrugas!
Hola, Alimaña:
ResponderEliminarme alegro de ayudar a que te sientas, aunque sea por un instante, cuan monarca español en Nochebuena... lo cierto es que pensaba publicar esta reseña dentro de unos días, pero el fallecimiento de Glez. Ledesma me ha impelido a adelantarla. "Arrugas",sin embargo, tendrá que esperar, de momento... pero caerá, antes o después.
Tienes mucha razón, por cierto en lo de que el ambiente de Bruguera semejaba un poco -suponemos- al de los estudios de cine de la época clásica...
Un saludo y gracias por visitarnos
Amplío:
ResponderEliminarLas consecuencias de escribir mientras trabajo (mal hecho, lo sé) son que me patina la neurona por multitarea y me olvido cosas. Con lo de Hollywood me refería a que, según leí en una biografía de Bogart, en aquella época los actores eran trabajadores a sueldo del estudio que la mayoría de veces ni podían escoger los papeles que representaban, ni en las películas que aparecían, ni nada. De alguna manera, como pasa con los dibujantes de "El invierno...", tenían muy poco control sobre su propio trabajo.
Saludos!
Discrepo absolutamente. Creo que Roca se ha anquilosado en su propia figura y se cree personaje. Desde su primera obra no hay nada bueno. Y lo de los domingos en El Semanal ya es vergonzante..
ResponderEliminarHola Anónimo:
ResponderEliminarLo de El Semanal no te lo puedo confirmar o rebatir porque no lo leo. Lo de que se cree personaje... bueno, en "Los surcos del azar" evidentemente sí..pero tampoco es algo muy diferente de lo que hacen algunos novelistas con la dichosa "autoficción", tan en boga, o simplemente contándonos sus cuitas para escribir el libro, como Carrére en "Limónov" o Binet en HHhH. Es algo que está de moda, me temo... Pero en el libro sobre el que trata esta reseña, ¿dónde está el "personaje Roca"? Si ni siquiera había nacido por entonces, creo...
En cuanto a que no ha hecho nada bueno desde su primera obra, debo discrepar de tu discrepancia, puesto que este libro del que hablo no es el primero que ha hecho y es estupendo, en mi opinión.
Un saludo y gracias por tu comentario, por supuesto.
Hola otra vez, amigo anónimo (o anónima):
ResponderEliminarLo he "googleado" y es verdad que P. Roca publica unas viñetas en El País Semanal en las que sale él comopersonaje; la verdad es que no lo sabía... biemn, en este punto tienes razón, desde luego. de todos modos, no veo que diferencia hay con lo que hacen otros escritores en sus columnas semanales, en las que también nos cuentan sus pormenores y sucedidos de su vida diaria, por banales que sean (y hablo de académicos de la lengua e incluso de algún escritor que suena para el Nobel).
Por lo demás, de nuevo un afectuoso saludo.