Título original: Un long dimanche de fiançailles
Año de publicación: 1991
Traductor: Manuel de Lope
Valoración: Muy recomendable
Reconozco que llegué hasta este libro porque he visto en más de una ocasión la película homónima dirigida por Jean-Pierre Jeunet, que me encanta (vale, sí... también me gusta Amélie, lo admito). De otra forma, tal vez nunca me hubiese interesado por esta novela, ya que en las librerías a menudo se la coloca en las estanterías dedicadas a "Literatura Romántica" (entiéndase Danielle Steel o Nora Roberts, no Goethe o Schiller), sección que no suelo frecuentar.
La historia que cuenta Largo domingo de noviazgo, para quien no conozca la película, es la siguiente: en enero de 1917 cinco soldados franceses, condenados en Consejo de Guerra por haberse autolesionado para conseguir licenciarse del ejército, son arrojados, maniatados, a la "tierra de nadie", frente a una trinchera conocida como "Bingo Crepúsculo". En principio, parece que ninguno de ellos sobrevive, pero dos años más tarde, la novia del más joven de ellos, a partir del testimonio del cabo que les había custodiado hasta allí, un tal Esperanza (el apellido no está puesto al azar, desde luego), comienza a investigar lo sucedido y, cuando vislumbra la posibilidad -aun muy remota- de que su amado Manech siga vivo, a buscarlo removiendo cielo y tierra, si es necesario. Durante su pesquisa se irá cruzando con toda una serie de personajes que, a su vez, le irán relatando sus propias -y por lo general malogradas- historias, componiendo toda una estampa de aquella posguerra victoriosa, pero no por ello menos desgraciada. De esta manera, la novela, trenzada con una prosa de gran calidad, hay que decir, transita desde la novela romántica -que ciertamente es-, hacia la detectivesca, pasando, claro está, por la bélica (crudamente antibelicista, más bien). También, en gran medida, es una novela epistolar, pues así es como se transmiten buena parte de los testimonios.
El puzzle sobre lo que ocurrió aquel domingo de enero de 1917 es esa "no man's land" va completándose,poco a poco y a veces a trompicones, a lo largo de las páginas de la novela, mientras conocemos también las circunstancias de la vida de los personajes... Curiosamente -o no tanto-, varios de ellos también parecen vivir en esa "tierra de nadie" o, al menos, en la línea fronteriza entre la "normalidad" de la mayoría de la gente y la soledad de quien es considerado diferente, por una razón u otra: Manech -Jean Etchévery- ha caído en la inconsciencia de la locura, por culpa de la guerra; su novia Matilde Donnay es hija de una familia burguesa, de posibles, pero un accidente infantil la confina a una silla de ruedas, desde donde debe desenvolverse -y lidiar- en el mundo de la gente que puede andar. Otro de los condenados de Bingo Crepúsculo, el campesino Nôtre-Dame, es hospiciano. Ange Bassignano y su amante Tina son marselleses, hijos de inmigrantes italianos (como el propio Japrisot, cuyo verdadero apellido era Rossi) y su mundo es el de la prostitución y el lumpen carcelario... Igual que bordean esa frontera Bastogne -o "Eskimo"-, ebanista parisino que ha buscado oro en el Gran Norte; su amigo Biscotte, cornudo arrepentido, o incluso Célestin Poux ("el Terror del Ejército"), culo inquieto incapaz de quedarse mucho tiempo en ningún sitio... Con ellos compartiremos ese territorio sin dueño, entre dos trincheras, al que tan a menudo parecen empujarnos los poseedores de las certezas sin fisuras, los guardianes de las verdades absolutas.
En todos los pueblos de Francia, por pequeños que sean, existe un monumento con los nombres grabados de los hijos de la localidad caídos en la Gran Guerra, matanza que inauguró un siglo pródigo en ellas... Y se me ocurre que, en este año de centenarios -no sólo el de esa carnicería- recordar simplemente a esos muertos resulta más honesto que erigir estatuas o hacer homenajes a los vencedores o vencidos de ésta o cualquier otra guerra. Después de todo, si de algo podemos estar seguros es de que, en estos casos, los muertos siempre tienen la razón.
El puzzle sobre lo que ocurrió aquel domingo de enero de 1917 es esa "no man's land" va completándose,poco a poco y a veces a trompicones, a lo largo de las páginas de la novela, mientras conocemos también las circunstancias de la vida de los personajes... Curiosamente -o no tanto-, varios de ellos también parecen vivir en esa "tierra de nadie" o, al menos, en la línea fronteriza entre la "normalidad" de la mayoría de la gente y la soledad de quien es considerado diferente, por una razón u otra: Manech -Jean Etchévery- ha caído en la inconsciencia de la locura, por culpa de la guerra; su novia Matilde Donnay es hija de una familia burguesa, de posibles, pero un accidente infantil la confina a una silla de ruedas, desde donde debe desenvolverse -y lidiar- en el mundo de la gente que puede andar. Otro de los condenados de Bingo Crepúsculo, el campesino Nôtre-Dame, es hospiciano. Ange Bassignano y su amante Tina son marselleses, hijos de inmigrantes italianos (como el propio Japrisot, cuyo verdadero apellido era Rossi) y su mundo es el de la prostitución y el lumpen carcelario... Igual que bordean esa frontera Bastogne -o "Eskimo"-, ebanista parisino que ha buscado oro en el Gran Norte; su amigo Biscotte, cornudo arrepentido, o incluso Célestin Poux ("el Terror del Ejército"), culo inquieto incapaz de quedarse mucho tiempo en ningún sitio... Con ellos compartiremos ese territorio sin dueño, entre dos trincheras, al que tan a menudo parecen empujarnos los poseedores de las certezas sin fisuras, los guardianes de las verdades absolutas.
En todos los pueblos de Francia, por pequeños que sean, existe un monumento con los nombres grabados de los hijos de la localidad caídos en la Gran Guerra, matanza que inauguró un siglo pródigo en ellas... Y se me ocurre que, en este año de centenarios -no sólo el de esa carnicería- recordar simplemente a esos muertos resulta más honesto que erigir estatuas o hacer homenajes a los vencedores o vencidos de ésta o cualquier otra guerra. Después de todo, si de algo podemos estar seguros es de que, en estos casos, los muertos siempre tienen la razón.
La mejor película de Jeunet, junto con la negra y grotesca "Delicatessen".
ResponderEliminarDesconocía que existiera la novela.
Hola, David:
ResponderEliminarTienes toda la razón. Si he mencionado "Amélie", ha sido, sobre todo porque la protagoniza también Audrey Tautou, así que me parecía más adecuada esta referencia.
En cuanto a la historia que aquí nos atañe, francamente, no sé cuál elegiría, si tuviese que hacerlo: la película o la novela. Lo que le falta a una lo tiene la otra, y viceversa. Por fortuna, no es necesario elegir... :)
Un afectuoso saludo.
Este verano estuve en la Provenza y en cada pueblo tiene su monumento a los caídos por la I GM, y obviamente ahora este libro con el centenario de la I GM es totalemente adecuado para recordar lo que paso en esa guerra.
ResponderEliminarHola:
ResponderEliminarDe verdad que es una novela que merece la pena... me extrañaría que no te gustase. Y desde luego, una forma más amena de recordar la I G.M. que algunos "tochos" que se han publicado este año...
Gracias por tu comentario, Encanto
Si es tan bueno como la película merece ser leído, porque la verdad que a mí me encandiló.
ResponderEliminarKiss
La Estupenda
Hola, Estupenda:
ResponderEliminarYo creo quela novela es tan buena o incluso mejor que la película, aunque este tipo de comparaciones siempre son difíciles.La película, obviamente, resuelve visualmente momentos que en la novela han de ser explicados (y en ocasiones de forma mucho más redonda, como el bombardeo del hospital, por ejemplo), pero la novela es más seca, con menos "ocurrencias Jeunet" e indaga mejor en la psicología de los personajes.
En todo caso, yo recomiendo ambas, novela y película.
Un saludo.
Atención a la historia:
ResponderEliminarNovela que me recomendó vivamente un primo de mi mujer -ya había leído del autor "El tren de la muerte", novela que parece escrita por otra persona completamente diferente-.
Intento conseguir un ejemplar, y solo consigo echarle el lazo a la edición en catalán. En mi vida había leído un libro en catalán. Lo entiendo y lo hablo -de puta pena-, pero de ahí a leer un libro entero... Leo a trancas y barrancas el primer capitulo, y va y me engancha. Así que, como estábamos en agosto y no tenia nada mejor que hacer pensé " qué coño...", busqué en la misma biblioteca un diccionario y me metí en faena.
Resumiendo: me costó un huevo leermelo, y otro huevo entender todo lo escrito, pero recuerdo la experiencia con un cariño especial.
Por lo que disfruté con el libro, y porque yo soy así.
P.d. Un par de años después conseguí un ejemplar del libro en castellano. Y todavía no lo he abierto.
Hola, Enrique:
ResponderEliminarGracias por tu comentario y tu historia. Si conseguiste disfrutar de esta novela, leyéndola en un idioma que no dominas, eso sólo es prueba del carácter magnético de la narración ... y de tu admirable persistencia como lector, claro... ; )
Además, coincido en que el primer capítulo es excepcional; no me extraña que te quedaras enganchado.
Un saludo afectuoso.