Título original: The Pedant in the Kitchen
Año de publicación: 2003
Traducción: Jaime Zulaika
Valoración: Recomendable
¿Cómo reseñar un libro que hace de la lectura un momento de encuentro, intimidad, identificación y buen humor y sin embargo no devela ninguna novedad ni porta un valor literario indiscutiblemente alto? ¿Qué decir de un texto amable, que nos lleva de la mano, nos instruye y nos divierte, recrea nuestra imaginación y también nuestro paladar, pero al finalizarlo lo sentimos de todos modos prescindible? Veamos.
Julian Barnes nos regala en esta obra la narración del recorrido que su afición de cocinero doméstico le ha dado la oportunidad de realizar. Descubrimos así un aspecto simpático del renombrado escritor, que se posiciona ya desde el título como un exponente particular de esta actividad: un pedant —que el traductor transformó en perfeccionista en un intento poco eficaz de reflejar esa actitud entre pretenciosa y obsesiva al detalle que el autor relatará—. Así es entonces que describirá los avatares por los que transitó su experiencia culinaria, enumerando las dudas, los complejos y las confusiones a que dio lugar la búsqueda de instrucciones certeras en manuales, recetarios y libros de cocina... y no encontrarlas.
Es este punto de vista el que opera a lo largo de todo el texto como generador de situaciones desopilantes, por ejemplo divertidas disquisiciones acerca de cuáles son los límites que debemos ponerle a nuestra autoexigencia como intérpretes de una receta, o qué cantidad y tipos de libros de cocina deberíamos poseer.
Barnes nos sorprende con un nivel de conocimiento e información sobre el tema increíblemente vasto, especialmente acerca de publicaciones clásicas y de importancia histórica. Se permite mostrar que esta práctica lo ha llevado a entablar una especie de relación personal con los autores de los libros de cocina más tradicionales, llevándose mejor con unos que con otros, y confiando en cada cual según el plato que preparará. Los critica, los compara, los compensa, analiza su personalidad de acuerdo a cómo tratan al lector, y obviamente todo esto resulta enormemente entretenido.
Los capítulos se suceden haciendo foco en los tipos de platos, en la manera de comprar mercadería o en los tiempos que llevan distintos preparados, por nombrar algunos de los tópicos en los que Barnes se detiene, y cada uno es abordado con frescura y erudición variada, pero siempre con buen ritmo y gusto.
El libro finaliza sin más, dejándonos casi iguales, quizá con ganas de cocinar, y tal vez con la certeza de que volveremos en el futuro para reencontrar alguna sonrisa. Puede que sea un texto ideal para salir de una lectura fuerte o mientras esperamos una nueva y atrapante ficción. Eso sí: lectores completamente desinteresados en la cocina, abstenerse. Los demás están invitados a pasar un buen rato.
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Firmado: Mr. io.
A-do-ro este libro y me llevaría a Julian Barnes a mi casa para que escribiera todo el día para mí!
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarSinceramente no creo que sea una lectura para mi. Aunque tampoco puedo descartarlo de todo, pero en estos momentos sé que no lo leeré.
Un beso