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miércoles, 2 de julio de 2014

Rudolph Herzog: "¡Heil Hitler, el cerdo está muerto!"

Idioma original: alemán
Título original: Heil Hitler, das Schwein ist tot!
Año de publicación: 2007 
Traducción: Begoña Llovet Barquero

Valoración: muy recomendable

Hace poco escuché a un guía decir que la gente (en general, aunque esté mal generalizar) viaja a Alemania de vacaciones no a ver museos o lugares bonitos, sino aprender historia. En concreto, a conocer algo más acerca de la Stasi, la represión comunista y, sobre todo, acerca del Tercer Reich, de los campos de concentración, de Hitler, de la persecución y muerte de los judíos... Es decir, el hombre aseguraba que el turismo en Alemania es un turismo tétrico, pues la gente viene a "disfrutar" con las miserias y tragedias sucedidas en el país.

Es cierto que en el pasado reciente de esa tierra han sucedido tantos horrores que cuesta hacerse a la idea de lo que tuvo que ser vivir allí. También se hace raro pensar en esos sucesos con cierto sentido del humor. Pero, ¿a qué se debe? ¿Acaso no podemos (y quizá debemos) reírnos de todo? Rudolph Herzog (escritor y director alemán, hijo de Werner Herzog) opina que sí; que, siempre se haga con respeto, el humor es quizá la única manera que tenemos de pasar página ante el horror y desdemonizar a los responsables del mismo.

Para ello, Herzog rodó en 2006 el documental Heil Hitler, das Schwein ist tot! (o Dead Funny), cuya versión escrita vio la luz en alemán un año después (siete años después en su versión en castellano). En este excelente ensayo, el autor investiga con profundidad los chistes que se contaban en Alemania desde antes de que Hitler subiera al poder hasta los últimos días del Tercer Reich. A pesar de la represión existente, el Führer fue diana de las burlas de la población (tanto de los opositores al régimen como de sus acólitos), que incluso se atrevía a reírse de lo que ocurría en los campos de concentración. Especialmente siniestros resultan los chistes que los propios judíos contaban sobre su situación, bien para albergar un mínimo de esperanza ante el destino que sabían que les esperaba, bien para hacer una autocrítica sobre su pasividad ante el mismo. Por ejemplo:

Durante la época nazi, una aldea judía del este sufre ataques, pogromos y ejecuciones cada vez más terribles. Uno va al pueblo de al lado y lo cuenta. Entonces le preguntan: ‘¿Y qué es lo que habéis hecho?’. Contesta: ‘La última vez no solo hemos rezado 75 salmos, sino los 150 completos. Y hemos ayunado como en el Día de la Expiación’. ‘Eso está bien’, le contestan, ‘uno no puede aguantarlo todo, hay que defenderse’.

Herzog también dedica unas cuantas páginas a analizar El gran dictador, la película de Charles Chaplin que fue el mayor ataque al régimen que se hizo mientras Hitler aún estaba en el poder, y La vida es bella, de Roberto Benigni, la cinta que rompió con el tabú que prohibía reírse de los horrores sucedidos durante el Tercer Reich.

Así mismo, el autor hace un exhaustivo estudio sobre el origen de los chistes y, más en concreto, de los chistes políticos y su poder catártico en la sociedad. Por todo ello, ¡Heil Hitler, el cerdo está muerto! es un más que recomendable libro que nos enseñará un aspecto de la historia que no conocíamos y con el que aprenderemos que el humor no sólo sirve para pasar el rato, sino, muchas veces, para poder hacer frente a nuestras peores pesadillas.

1 comentario:

  1. Me has despertado el gusanillo. A ver si me hago con él para este verano. Además el humor es siempre la más verídica de las formas de contar la historia. Un saludo

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