Idioma original: alemán
Título original: Die Angst des Tormann Beim Elfmeter
Año de publicación: 1970
Traducción: Pilar Fernández-Galiano
Valoración: Soporífero
Prólogo escrito a posteriori de esta reseña, una vez leídas ciertas opiniones contrapuestas, con el suficiente peso para que tome esta excepcional decisión.
No se me dan muy bien las novelas con simbolismos. Nada bien. Leches, pónganle un asterisco al título, y uno, o desistirá, o le pondrá más empeño, o activará el modo simbolismo. Ah, claro, que todas las novelas contienen un simbolismo a uno u otro nivel. Pues pónganle dos asteriscos.
Es que...
Ya duraba demasiado la temporada de buenas lecturas. Y he aquí que me encuentro esta asequible (por duración) novela, con motivo de una curiosa iniciativa de mi biblioteca favorita: libros escritos en alemán, fuera de Alemania. A pesar de mi insistencia, no encuentro autores de Liechstenstein. Por lo que me consuelo con un austriaco.
El inicio promete. Si uno ha de valorar el libro por esa primera frase, la que describe cómo Josef Bloch es despedido de su trabajo como mecánico nada más llegar una mañana, uno diría, sin exagerar, que la cosa empieza bien. Pero no. A partir de ese momento, Handke se lanza a una narración sin respiro (o sea, irrespirable) donde se relata todo lo que le acontece al recién desempleado. Narración carente de toda lógica secuencial ni del más mínimo sentido. Vamos; Win Wenders hizo una película basada en este libro (le cuadraría más a Lynch, claro) pero no me han quedado las más mínimas ganas de verla. Y es que creo que ni siquiera aportarle un cierto sentido descabellado y onírico de lo visual conseguiría rescatar de esta novela lo más parecido a una trama coherente.
Ah: pero es que igual la cosa va de sentido lírico y juego con las palabras. La cuestión de la imaginación desbocada, de la ensoñación, de ciertas figuras retóricas basadas en ciertas licencias creativas. O etílicas, o lisérgicas.
Pues no; el lenguaje no puede ser más monótono y funcional, la narración, plana e incoherente, los personajes, absurdos hasta decir basta, los sucesivos encuentros, supongo, contendrán simbolismos y segundas lecturas que alguien sea capaz de hallar (yo no, con lo eternas que se me han hecho sus últimas veinte páginas, estoy yo pa' segundas lecturas, que nadie cuente con que vuelva a someterme a este suplicio), pero ni la pequeña y leve cumbre que supone un crimen cruel y absurdo hace de estas 140 páginas otra cosa que un mediocre, caótico y enfermizo ejercicio de pretendida imaginación. Por un momento pensé que iba a encontrarme ante un ejercicio de crítica social, ante un alegato simbolizando de alguna manera la alienación y la frustracion que para el hombre supone su exclusión de la sociedad vía supresión de su fuente de ingresos: ojalá El miedo del portero al penalty fuera eso, pero no. No me sale ni un solo motivo para recomendar esta novela aburrida e intrascendente. Ni siquiera habla de fútbol, narices. Sé que no debería ser tan negativo, que nuestra función debería ser acercar buenos libros a quien nos lee, pero ya que he empleado esas dos horitas, vamos a dejarlo ahí, en recomendar vivamente no prestar atención a este disparate, uno de los peores libros de supuesta literatura que me he echado a la cara. Bueno. Al menos me dijeron que tenía cara de haber dormido bien. Y al menos he evitado ciertas palabras que pensaba imposible evitar en su descripción.
Y ahora me viene a la cabeza que hubo una película que se llamó El penalty más largo del mundo. Pues vaya.
No sé si reseñáis este libro ahora a cuento del mundial, pero sobre fútbol os recomiendo "ruido de fondo"; ahí lo dejo, a ver si cae reseña...
ResponderEliminarLa cuestión del Mundial es casual. Completamente. No sé si "Ruido de fondo" es la novela de Don DeLiilo. No superé las prlmeras setenta páginas en mi primer intento y no vi una sola mención al fútbol. Gracias por el comentario.
EliminarCriticar la escritura de Peter Handke es cuanto menos atrevido.
ResponderEliminarDe osadía en este blog vsmos bien servidos. Ni las novelas sobrevaloradas nos arredran.
EliminarMuchas gracias Francesc. Un saludo
ResponderEliminarEste no acabo de entenderlo, pero de nada.
EliminarCreo que esta novela detalla los pensamientos de un psicótico mejor que un manual de psiquiatría, quizá ese sea su mejor mérito, ahora bien, hay que tener ganas,,,,
ResponderEliminarNo, Ruido de fondo de David Gistau, está relacionado con los ultras.
ResponderEliminarLa película que menciona viene de la adaptación de un cuento de Osvaldo Soriano, genio entre los genios.
ResponderEliminarDe paso, este autor acaba de ganar el Nobel.
ResponderEliminarLo lei.. Y al leerlo hay que recotdar que uno se adentra en una mente enferma y retorcida.. Por eso es tan enredado, detallista y extraño...
ResponderEliminarHablo del personaje...
ResponderEliminarDe acuerdo con tu crítica, Francesc. He leído que Bloch representa al hombre embrutecido tras los horrores de la segunda Guerra Mundial.... pero eso es difícil de ver con la simple lectura del libro
ResponderEliminarNo disfruté su lectura, salvo las primeras páginas y alguna más, me pareció tediosa, asfixiante y monótona... No la recomendaría!
ResponderEliminarBueno; no diría yo que la esté recomendado, precisamente.
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