Año de publicación: 2008
Valoración: muy recomendable
Escritores fallecidos prematuramente. Demasiados. Casavella, novelista barcelonés galardonado, uno de ellos. Dicen, por complicaciones de salud derivadas de ciertos hábitos de largo recorrido. Esto no es el rincón del morbo. No se juzga por la vida sino por la obra. Juro que casi siempre lo intento.
Su muerte volcó la atención no sólo sobre sus obras de ficción, capitaneadas por la trilogía El día del Watusi y Lo que sé de los vampiros, ganadora de un premio Nadal, sino también sobre su obra previa, en esta caso, como colaborador de multitud de medios culturales y periodísticos.
Su muerte volcó la atención no sólo sobre sus obras de ficción, capitaneadas por la trilogía El día del Watusi y Lo que sé de los vampiros, ganadora de un premio Nadal, sino también sobre su obra previa, en esta caso, como colaborador de multitud de medios culturales y periodísticos.
Elevación, elegancia y entusiasmo es, pues una recopilación de artículos y ensayos en diversas tonalidades críticas e informativas. Gran número de páginas, más de 1000, con el objeto por parte del editor de ser exhaustivo. Artículos que recorren más de dos décadas y en los que se aprecia su progresión, su paulatina madurez (de los veintipocos hasta su muerte a los cuarenta y cinco), y en los que se detecta desde la bisoñez crítica del que habla entusiasta de discos y libros que le gustan, hasta esa progresiva depuración del estilo, esa matización en la expresión de júbilo, ese abandono de la pose ligeramente de fan que progresa hacia otro nivel, conforme evoluciona de cronista a novelista.
En el fondo, esas tres palabras del título vienen como a definir la estructura del contenido. Que no es más (como si fuera poco) que un viaje caleidoscópico por sus artículos (cientos de ellos) sobre literatura, música, cine y algunas series. Afortunadamente su tiempo de vida le llegó para disfrutar las cinco temporadas de The Wire y reflejarlo en un artículo.
Puede que algunos discutiésemos una algo inexplicable filia por las sonoridades latinas (¡Agustín Lara!) y que su primer acceso entusiasta en artículos sobre grupos pop locales ahora nos resulta algo enternecedor (empeñado en alzar a los cielos bandas de las que pocos se acuerdan). Pero algunos de estos articulos los ha escrito un jovenzuelo de apenas veinte años, con ganas de gustar, de hacerse un nombre y de abrirse camino. Sí, puede que la parte dedicada a la música, por el tono que empleaba en función del público al que se dirigía, nos resulte la menos brillante. Pero las primeras 300 páginas, las que dedica en cuerpo y alma a las reseñas sobre libros y a los comentarios sobre literatura. Huyendo (aunque mencionando) del relativo distanciamiento académico de Harold Bloom, Casavella nos sume en un fascinante viaje por influencias, libros de referencia, relaciones de autores, de obras. Uno de esos artefactos que tanto nos gustan por aquí: una especie de viaje de placer literario portentosamente bien escrito y ameno de leer. Y de conservar: sitúense estas páginas a mano a la hora de buscar buenos libros si algún día no se nos ocurre qué leer.
Y el libro acaba con un útil indice por referencias al que podemos acudir a ver qué opinaba de Pynchon, qué pensaba de Tarantino, para qué narices mencionaba a Richard Hell o a Corín Tellado.
No olvidemos a este hombre, por favor.
También de Francisco Casavella en ULAD: El día del Watusi
En el fondo, esas tres palabras del título vienen como a definir la estructura del contenido. Que no es más (como si fuera poco) que un viaje caleidoscópico por sus artículos (cientos de ellos) sobre literatura, música, cine y algunas series. Afortunadamente su tiempo de vida le llegó para disfrutar las cinco temporadas de The Wire y reflejarlo en un artículo.
Puede que algunos discutiésemos una algo inexplicable filia por las sonoridades latinas (¡Agustín Lara!) y que su primer acceso entusiasta en artículos sobre grupos pop locales ahora nos resulta algo enternecedor (empeñado en alzar a los cielos bandas de las que pocos se acuerdan). Pero algunos de estos articulos los ha escrito un jovenzuelo de apenas veinte años, con ganas de gustar, de hacerse un nombre y de abrirse camino. Sí, puede que la parte dedicada a la música, por el tono que empleaba en función del público al que se dirigía, nos resulte la menos brillante. Pero las primeras 300 páginas, las que dedica en cuerpo y alma a las reseñas sobre libros y a los comentarios sobre literatura. Huyendo (aunque mencionando) del relativo distanciamiento académico de Harold Bloom, Casavella nos sume en un fascinante viaje por influencias, libros de referencia, relaciones de autores, de obras. Uno de esos artefactos que tanto nos gustan por aquí: una especie de viaje de placer literario portentosamente bien escrito y ameno de leer. Y de conservar: sitúense estas páginas a mano a la hora de buscar buenos libros si algún día no se nos ocurre qué leer.
Y el libro acaba con un útil indice por referencias al que podemos acudir a ver qué opinaba de Pynchon, qué pensaba de Tarantino, para qué narices mencionaba a Richard Hell o a Corín Tellado.
No olvidemos a este hombre, por favor.
También de Francisco Casavella en ULAD: El día del Watusi
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