Páginas

viernes, 18 de abril de 2014

Camilo José Cela: La familia de Pascual Duarte

Idioma original: español
Año de publicación: 1942
Valoración: Muy recomendable

Hace poco, cuando preparaba mi biografía lectora, descubrí con cierto asombro que todavía, después de cinco años, no habíamos reseñado nada de Cela. Creo que esto es significativo; no sé exactamente de qué, pero es significativo. Once o doce personas a las que les encantan los libros y la literatura, y nadie ha sentido la necesidad de reseñar ninguna obra del último Premio Nobel español... Creo que puede haber varios motivos para esto: en primer lugar, la imagen pública de Cela, que en los últimos años se convirtió en una caricatura de sí mismo; también, su postura política: Cela fue censor y reconocido colaborador del régimen franquista; por último, tampoco ayuda el que sus obras sean casi siempre ásperas, oscuras y de lectura difícil.

Y sin embargo, si olvidamos al personaje y su significación política y nos centramos en la obra, Cela es un escritor notable, un innovador y un experimentador con una prosa muy personal. Que no enamore es otra cosa; pero su calidad es innegable.

La trayectoria novelística de Cela se abrió precisamente con esta novela, La familia de Pascual Duarte, una obra que ya ha pasado a ocupar un lugar central en el canon de la novela de posguerra como iniciadora del "tremendismo" (así lo dicen todos los manuales) y que tiene fuertes lazos con la tradición literaria española, en particular con la picaresca -Cela escribió, unos años después, una continuación del Lazarillo- e incluso del Quijote por su estructura estratificada de narradores y manuscritos.

El núcleo central de la novela está compuesto por la confesión de Pascual Duarte, escrita desde la prisión (o mejor dicho, las prisiones) en la que espera para ser ejecutado mediante garrote vil por sus múltiples crímenes. A través de esta confesión descubrimos a un ser embrutecido, condicionado por su origen y su ambiente (un planteamiento bastante naturalista) y dominado por sus instintos y una irracionalidad violenta. La miseria y la muerte dominan el texto desde la primera hasta la última página, y por la fecha en que se publicó, y el periodo en que transcurre la acción, no es difícil imaginar el trasfondo de la brutalidad de la Guerra Civil en la imaginación del autor, y de sus lectores.

Con todo, también hay tiempo en la novela para momentos más tiernos, más líricos, en los que Cela demuestra su capacidad para una escritura poética que no suele asociarse con su obra. Se trata, por ejemplo, de las páginas que describen el duelo por la muerte de Pascualillo, o los enamoramientos de Pascual por sus sucesivas esposas, tan apasionados como sus odios. (Si resulta coherente que un personaje semianalfabeto escriba como escribe Pascual Duarte, esa es otra cuestión; aunque a lo mejor sobre eso deberíamos preguntar al ficticio transcriptor, y no a Camilo José Cela...).

No puedo dejar de comentar, también, el elemento más moderno en una novela por lo demás muy clásica, incluso en el estilo: me refiero a los cortes -líneas de puntos suspensivos que atraviesan el texto, en algunos pasajes de manera casi continua-, y que el lector puede suponer que corresponden con aquellos momentos en que el transcriptor ha preferido ahorrarnos la lectura de pasajes poco edificantes o demasiado gráficos; así, aunque lo que se nos narra es a veces muy duro, se deja a la imaginación lo peor, lo que ni siquiera puede ser dicho.

No sé, sinceramente, si La familia de Pascual Duarte es la novela de un Premio Nobel. Me cuesta mucho juzgarla desprejuiciadamente, como si no supiera quién es Cela, como si no hubiera visto sus anuncios de la guía Campsa ni su entrevista con Mercedes Milá hablando de sorber agua por el recto. Ni su carta ofreciéndose para delatar a otros escritores. Pero lo que sí puedo decir es que, releyéndola ahora, después de muchos años, la he disfrutado, y hasta me ha sorprendido en algunos pasajes menos conocidos. Quizás con el paso del tiempo, cuando se borre la memoria de su autor, la obra de Camilo José Cela merezca ser rescatada...


Otros libros de Camilo José Cela reseñados en Un Libro Al DíaLa colmenaPabellón de reposo

14 comentarios:

  1. Hoy era el día de Gabito..... Muy mal...

    ResponderEliminar
  2. Completamente de acuerdo

    ResponderEliminar
  3. Ciertamente hoy era el día de Gabriel García Márquez

    ResponderEliminar
  4. Queridos lectores, muchas gracias por vuestros comentarios.

    Entendemos vuestra posición. Respetamos y admiramos inmensamente a García Márquez, uno de los más grandes de la literatura universal del pasado siglo. Es, sin duda, uno de los referentes imprescindibles de este blog.

    Por eso, vamos a publicar, de hecho, una entrada de homenaje al maestro, pero hemos preferido darnos tiempo para hacerla bien y no publicarla precipitadamente. Mientras tanto, hemos rendido nuestro modesto homenaje a Gabo a través de nuestros perfiles de Facebook y Twitter.

    Gracias de nuevo por vuestras opiniones.

    ResponderEliminar
  5. Mezclar Cela persona con su obra no tiene sentido. Da igual que fuese simpático, de izquierdas, de derechas, provocador o dócil, machista o defensor de los animales. Los lectores no estamos con el autor, ni tomamos un café con él, leemos sus obras, y estas son las que nos tienen que decir cosas. Pascual Duarte cambia la narrativa española en la década de los 40, La Colmena en los 50 y en los 60 vuelve a estar Cela con obras experimentales. Después podemos decir que no es un autor original, no lo es, toma otras obras como modelos, que en los últimos años su obra se resintió, que sí, o que su persona se comió al autor, por supuesto. Pero en una librería yo cojo un libro, y a mí me da igual que D´Annunzio fuese fascista o que Shólojov fuese propagandísta soviético... Yo leo su obra, los prejuicios me los guardo.
    Por otro lado, a mí Pascual Duarte tampoco me emociona mucho, la verdad sea dicha.

    ResponderEliminar
  6. ¿Te produce la misma desapetencia escribir sobre literatos que pertenecieran a la hinchada del totalitarismo contrario?
    De verdad que resulta ridículo este ponerse estupendo cuando uno habla de autores "de derechas". En fin...

    ResponderEliminar
  7. Cela fue un grandísimo escritor. Valiente como pocos y con un talento que será complicado igualar, por desgracia. Si era de derechas, de izquierdas o si le gustaba el zumo de piña es algo que me trae totalmente sin cuidado, lo cual es una suerte, visto lo visto. A Cela lo seguirán leyendo los nietos de mis nietos, y eso es algo que ni se puede atrever a soñar la plaga de modernetes superenrollados que escriben de lo chungo que es vivir hoy en día, de si han hecho caca esta mañana o de si Manolita la succiona peor que Juanito, todo ello con faltas de ortografía y sintaxis, por mucho que se pongan un palestino al cuello y digan "no a la guerra".

    ResponderEliminar
  8. La discusión sobre la identificación del autor con su obra ya ha aparecido en este blog muchas veces, y siempre hemos (he) defendido lo mismo que los que han comentado por aquí: que hay que leer las obras por lo que son, independientemente de que no concordemos con la ideología de su autor, o de que nos resulte personalmente repulsivo.

    Ahora, esto es la teoría; en la práctica no resulta tan fácil saber qué es eso de "juzgar la obra como tal". A mí, y a todos los de mi generación, para bien o para mal nos ha llegado una determinada imagen de Cela por muy distintos canales: por la televisión, por el sistema educativo obligatorio, por la crítica especializada... Pretender que somos capaces de abstraernos de todas esas influencias y juzgarlo como si fuera un autor del que no sabemos nada, es ser bastante ingenuo.

    También me parece ingenuo, por otra parte, hablar de la literatura como si no representase o transmitiese una ideología. No quiero decir que se pueda o deba hacer una lectura directa de Pascual Duarte en clave ideológica, hay que ser muy cuidadoso a la hora de hacer lecturas simplistas de las obras literarias; pero en cualquier caso, escribir y publicar es siempre un acto de intervención en la realidad social, y por lo tanto (por activa o por pasiva) es un acto político.

    Por otra parte, me parece muy curioso que para defender a Cela desde una supuesta independencia de la literatura con respecto a la ideología, haya que atacar a los escritores de la ideología opuesta. ¿No hemos quedado que los libros hay que juzgarlos por su valor literario, y no por lo que griten sus autores?

    ResponderEliminar
  9. Una crítica muy honesta y humilde, sincera con el lector y con el mensaje claro. Y de acuerdo contigo, a Cela hay que dejarlo reposar un tiempo, ya van a hacer 40 años de la muerte de Franco, pero aún no se han superado muchas cosas. Y lo digo como joven lector que casi ve ya la guerra y la dictadura como un suceso histórico más.

    ResponderEliminar
  10. Patética introducción guerracivilista. Qué tristeza. Adiós unlibroaldia, adiós.

    ResponderEliminar
  11. Pues adiós, anónimo, qué quieres que te diga.

    ResponderEliminar
  12. Muy buena novela. No creo decir nada nuevo si digo que junto a La Colmena y El - delicioso -Viaje a la Alcarria y el resto de sus crónicas viajeras por España son lo mejor de su obra.

    ResponderEliminar
  13. Coincido con Juan Gb. Por qué siempre los que defienden la calidad literaria de un autor al margen de su ideología ( la de sus defensores, claro) acaba recurriendo a insultar o ridiculizar a la ideología contaría? Puede que porque no sean precisamente lectores, con lo que ello debe suponer, sino forofos de su ideología. Hay mil ejemplos en el blog y qué casualidad, casi siempre son todos del mismo bando!

    Pues sí, La familia de Pascual Duarte es un novelón, el mejor de Cela. Dejemos en paz al personaje y que nos dejen en paz los hooligans de siempre. Hooligan y lector no suelen ir de la mano; ahí lo dejo...

    ResponderEliminar
  14. Gibson dice que Cela fue un cachondo mental hispánico, como robustiano cipotón.....

    ResponderEliminar

Deja a continuación tu comentario. Los comentarios serán moderados y solo serán visibles si los aprueba un miembro del equipo.