Año de publicación: 1997
Valoración: recomendable
Resulta curioso comprobar la evolución de un escritor a través de su obra. Aunque sea un juicio algo precipitado con solo leer tres novelas suyas, es algo patente leyendo esta novela que Santiago Gamboa publicó a los 32 años. Esta es una buena novela policíaca, con un estilo y unos personajes remarcables, aunque puedan achacársele ciertas reminiscencias algo propias del género: el investigador (aquí un periodista) dispuesto a sacrificar su vida personal en persecución de la verdad, las figuras algo estereotipadas de las mujeres que aparecen (novias resignadas, prostitutas en constante estado cercano a la redención, mujeres fatales y misteriosas), los malos (funcionarios corruptos, etc.), y esa especie de sensación espiral en la trama, tan propia del género tanto en su vertiente literaria como en la visual.
Pero esperaba más: me ha quedado muy claro que ésta es una obra de tanteo, una toma de contacto a través de un ejercicio de estilo, una fase previa antes de que el autor ampliase su espectro, incorporase todas las tonalidades a su paleta y se decidiera, con rutilantes resultados, por obras más ambiciosas. Así, le he encontrado defectos completamente excusables a Perder es cuestión de método: una duración excesiva, una confluencia algo confusa de personajes, como si todo el mundo (casi todo el mundo) tuviera algo que esconder o algún motivo por el que suscitar sospechas.
La trama: en unos primeros capítulos de vértigo, un cadáver es encontrado empalado a orillas de un lago. Nada se sabe de su identidad y el cruel método utilizado para el asesinato induce a pensar en un crimen con mucho trasfondo. Silanpa, periodista de investigación, se emperra en descubrir por su cuenta: se olvida de su vida, de su relación con Mónica, deja de lado su ya bastante desordenada vida, obsesionado por el caso en que se encuentra sumido. Pronto surgen las sospechas y los intereses que andan detrás del caso empiezan a manifestarse. Alejado de la clásica trama de narcotráfico y crimen organizado, el desenlace vira hacia intereses económicos y políticos, algo que hoy en día resulta algo estereotipado.
Recomendable, sobre todo, como iniciación a los que sienten curiosidad por el autor y quieren, en un recorrido que yo he hecho al revés, comprobar su evolución. Para los que venimos de los espléndidos ejercicios de novela total que son sus obras más recientes, la palabra decepción no sería justa. Simplemente su radio de alcance es, no sin cierta lógica, más limitado.
También de Santiago Gamboa en UnLibroAlDía: El sindrome de Ulises, Plegarias nocturnas
Pero esperaba más: me ha quedado muy claro que ésta es una obra de tanteo, una toma de contacto a través de un ejercicio de estilo, una fase previa antes de que el autor ampliase su espectro, incorporase todas las tonalidades a su paleta y se decidiera, con rutilantes resultados, por obras más ambiciosas. Así, le he encontrado defectos completamente excusables a Perder es cuestión de método: una duración excesiva, una confluencia algo confusa de personajes, como si todo el mundo (casi todo el mundo) tuviera algo que esconder o algún motivo por el que suscitar sospechas.
La trama: en unos primeros capítulos de vértigo, un cadáver es encontrado empalado a orillas de un lago. Nada se sabe de su identidad y el cruel método utilizado para el asesinato induce a pensar en un crimen con mucho trasfondo. Silanpa, periodista de investigación, se emperra en descubrir por su cuenta: se olvida de su vida, de su relación con Mónica, deja de lado su ya bastante desordenada vida, obsesionado por el caso en que se encuentra sumido. Pronto surgen las sospechas y los intereses que andan detrás del caso empiezan a manifestarse. Alejado de la clásica trama de narcotráfico y crimen organizado, el desenlace vira hacia intereses económicos y políticos, algo que hoy en día resulta algo estereotipado.
Recomendable, sobre todo, como iniciación a los que sienten curiosidad por el autor y quieren, en un recorrido que yo he hecho al revés, comprobar su evolución. Para los que venimos de los espléndidos ejercicios de novela total que son sus obras más recientes, la palabra decepción no sería justa. Simplemente su radio de alcance es, no sin cierta lógica, más limitado.
También de Santiago Gamboa en UnLibroAlDía: El sindrome de Ulises, Plegarias nocturnas
Yo lei esta novela hace un montón de tiempo y recuerdo que, sobre todo, me pareció divertidísima. Quizás no sea lo mejor que haya escrito su autor, pero, desde luego, merece la pena leerla.
ResponderEliminarComparto tu opinión, gracias por el comentario.
ResponderEliminar¿Cómo consigo este libro?
ResponderEliminarQuisiera leerlo, pero por ningún lado lo encuentro. Parece que en todas las librerías esta agotado.
Conseguí el libro en una biblioteca de Barcelona: una copia de una de sus primeras ediciones que ya había pasado por muchas manos. Quizás en el todopoderoso Amazon??
ResponderEliminarGracias por el comentario.
considero que la realidad que expone en el libro no es surrealista, tendrías que hacer un análisis profundo de la sociedad en la que se basa para saber que tanto de absurdo o de error tiene,
ResponderEliminarGracias
Si yo lo que echo de menos en este libro es lo que algunos de los siguientes de Gamboa sí que tienen, que es más ambición, más subversión de límites propios del género.
ResponderEliminarCual te parece la novela más superior de Gamboa?
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