Título original: Le ravessiment de Britney Spears
Año de publicación: 2011
Valoración: Recomendable
Mientras uno lo lee, hay un runrún que no cesa. El porqué. Saber el motivo.
Resulta que un tipo visita Los Ángeles, California, para dar con Britney Spears. Y nos lo cuenta, a toro pasado, desde un punto remoto, Murghab, en el lejano Tayikistán, cerca de la frontera afgana. Tan lejos, tan cerca. Del lujo a la miseria, del desierto a la opulencia, del clima de los famosos al frío de los corazones guerreros. El único denominador común, el de cualquier hijo de vecino, como el de un libro, principio y fin.
En un lado del hemisferio cazan los muy protegidos leopardos de las nieves por deporte, para matar el aburrimiento, en el otro persiguen famosos para la foto de la modelo sin bragas que dará la vuelta al mundo. Dos cacerías, dos maneras de acabar con el tedio, con la vida gris de supermercado, con el calendario sin mañana. Con el vacío de unas vidas sin demasiado sentido. En un lugar, delincuencia y derroche conviven en la misma esquina, en el otro, la vida no vale nada, en cualquier momento uno se la arrebata a otro como quien roba una cartera.
¿Entonces? Rolin va tejiendo un nexo entre los dos extremos cuando explica sus andanzas angelinas a Shotemur, un compañero en su exilio tayiko. Cuando los terroristas afganos no amenazan sus vidas, él relata las persecuciones vividas tras Britney Spears o Lindsay Lohan, de Sunset a Calabasas, sus momentos con los paparazzis de turno, el desfile de cuerpos frágiles, los escándalos que dan de comer a todo el mundo por ese pacto no escrito entre profesionales del “yo te doy noticia” y “yo te tomo un trozo de vida”. Los momentos íntimos entre cazador y presa que dan pie a un tierno síndrome de Estocolmo. La vida puede ser desdichada en una cualquier parte del globo, al pairo de la violencia ciega o en la soledad y el frío que espera en la cima, da igual si visten turbante o shorts ceñidos, tanto da si se habla de oro o arena, al final, alguien espera en la esquina para hablar de tratos y condenas.
¿Entonces? Es probable que algún día un grupo terrorista con ganas de notoriedad secuestre a una estrella de Hollywood, es probable que los medios se vuelvan locos con la sobredosis de audiencias que van a proporcionarles ese momento único de tensión mediática. Nos pasaremos el tiempo pegados al televisor, al ordenador, a la radio, escuchando testimonios, especulando con el vecino, esperando el trágico desenlace o la feliz liberación.
Entretanto, leamos que siempre es preferible.
Firmado: Tuli Márquez
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