Título original: Gulliver's Travels (Travels into Several Remote Nations of the World. In Four Parts. By Lemuel Gulliver, First a Surgeon, and then a Captain of Several Ships)
Año de publicación: 1726
Valoración: interesante
Hace ya años que vengo diciendo que tenía ganas de leerme esta obra, para ver qué había realmente en un texto que ha pasado al imaginario colectivo como un relato fantástico adaptado, la mayoría de las veces, a un público infantil. Efectivamente, uno piensa en Gulliver y le viene a la cabeza la imagen de un hombre atado al suelo por cuerdas y rodeado de hombrecitos minúsculos (los famosos lilliputienses). Y desde luego, esa imagen está en la novela, pero hay mucho, mucho más. Y desde luego no es una novela para niños, ni mucho menos.
Los viajes de Gulliver es, sobre todo, un ejercicio de imaginación e ironía puesto al servicio del pensamiento filosófico y político (como sucedía, con otros parámetros, en su Una modesta proposición). Para hablar sobre los hombres (los ingleses sobre todo) y sobre los modos en los que los hombres se organizan socialmente, Swift inventa un protagonista al que el azar lleva a conocer sucesivamente cuatro civilizaciones diversas, y a cuál más extraña: los dimininutos liliputienses, los gigantes brobdingnagianos, los habitantes de la ciudad volante de Laputa (sic) y los sabios Houyhnhnms, unos caballos con un elevado sentido de la verdad, la razón y la justicia.
En realidad Los viajes de Gulliver es en muchos aspectos una sátira política, como dice la crítica. En este sentido, el golpe de gracia llega en la última parte del libro, cuando Swift comienza a describir, con mucha mala leche, el sistema político, judicial y social inglés. Después de trescientas páginas en que presenta civilizaciones ridículas que nos hacen sonreír con superioridad, el narrador empieza a describir su país natal... y no es menos ridículo ni absurdo que los demás. Aquí, algunos ejemplos, hablando de las razones "justificadas" para iniciar una guerra:
Difference in opinions has cost many millions of lives: for instance, whether flesh be bread, or bread be flesh; whether the juice of a certain berry be blood or wine; [...] It is a very justifiable cause of a war, to invade a country after the people have been wasted by famine, destroyed by pestilence, or embroiled by factions among themselves. [...] If a prince sends forces into a nation, where the people are poor and ignorant, he may lawfully put half of them to death, and make slaves of the rest, in order to civilize and reduce them from their barbarous way of living.
Y así.
Pero al margen de este deseo de mostrar lo absurdo de muchas de nuestras costumbres y sistemas supuestamente civilizados, el medio empleado para hacerlo es una novela fantástica llena de imaginación y humor, por momentos bastante irreverente y alocada (por poner un ejemplo: Gulliver termina siendo expulsado de Lilliput por apagar un incendio en el palacio Real meando encima de él). Algunas de sus invenciones, como la ciudad flotante de Laputa o la civilización caballuna de los Houyhnhnms, son ciertamente llamativas, y cada pocas páginas se encuentran ideas o pasajes que merecen la pena (aunque otras páginas o pasajes, también hay que reconocerlo, dan ganas de saltárselos olímpicamente).
Tampoco hay que olvidar lo que Gulliver tiene de quijotesco: del mismo modo que Cervantes en el Quijote parodiaba los libros de caballería (aunque el resultado vaya mucho más allá de eso, naturalmente), ridiculiza los libros de viajes "verídicos" en los que los autores intentan pasar por ciertas todo tipo de aventuras y criaturas extraordinarias -de hecho, cuando se publicó sin nombre de autor muchos tomaron a Gulliver por una persona real-; como don Quijote, Gulliver (¿algo que ver quizás con el adjetivo gullible, "crédulo"?) sale una y otra vez a la aventura -así se llama, de hecho, uno de los barcos en los que se enrola- y una y otra vez vuelve a Londres derrotado y cada vez más misántropo.
Solo una nota final (porque esta reseña ya me está quedando bastante larga) para decir que Los viajes de Gulliver es una de esas obras que han creado palabras nuevas para la lengua inglesa y universal: por supuesto, liliputian (liliputiense), pero también brogdingnagian (referido a algo muy grande, gigantesco) o yahoo, un término que no solo sirve para nombrar un conocido portal de internet, sino que designa, en inglés, a personas brutas o maleducadas.
También de Jonathan Swift en ULAD: Una modesta proposición
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