Fecha de publicación: 2012
Valoración: muy recomendable
Que vivan las semanas temáticas. Cómo, si no, me hubiera acercado a este libro. Pues tuve que preguntarle a Aída, colombiana que trabaja en un establecimiento cerca de casa. Que me dio este nombre, y me dijo, no hacía falta pero me dijo, evita a Ángela Becerra. Cómo, si no, pues pasmado me he quedado de ver cómo publicaciones a las que acudo habitualmente en busca de referencias lo han ignorado, aún siendo publicado apenas hace 14 meses, en una de las grandes, toda una Random House Mondadori que seguro que emplea sus medios en promocionar libros que valen muchísimo menos que esta excelente novela, de la que no me consta hasta ahora su existencia, aunque su autor sea mencionado al lado del mismísimo GGM en la contraportada. Cómo, si no, pues pasmado me he quedado de ver la poca gente que parece haber leído esta excelente novela.
El estilo: magnífico, sumamente apasionante en su lectura, riquísimo en sus referencias, con ese equilibrio justo de estructura algo compleja pero por entero comprensible, con esa valiente intención de hallar siempre términos asequibles, de colaborar al máximo con el lector para que éste se sienta cómodo pero a la vez excitado (pues el libro no escatima en coartadas para relacionar autores, libros, iconos de la cultura contemporánea y lo que haga falta). Gamboa (diría, apuntaros este nombre: Bolaño triunfó sobre los 45 años y Gamboa tiene 47) tira de recursos a punta pala. Sabe ser poético, sabe ser soez, sabe ser culto, sabe hablar como un anciano y sabe hablar como una adolescente. Todo lo hace bien.
La historia: Manuel Manrique, joven estudiante colombiano, es detenido en Bangkok en posesión de una bolsa de drogas sintéticas. La justicia allí es implacable con estos delitos. El cónsul de Colombia en el país más cercano es convocado en su ayuda, y Manrique le pide que localice a su hermana Juana, desaparecida hace años en circunstancias poco claras, y a la que se siente absolutamente unido. Se abren varias historias: la del detenido, la de la familia, la del cónsul, la de la hermana, la de las personas con las que la hermana se relaciona en su vida. Todas ellas poliédricas, ricas, fascinantes a sus niveles y en sus entornos variados. Esa clase de historias que aparecen casi de manera fractal, como brotes esporádicos. Salpimentadas de referencias cultas que las ayudan, no de erudición autocomplaciente para epatar.
Que vivan, pues, las semanas temáticas. Sin ellas, lo que habría costado que a mí me hubiera llegado a las manos este libro, esta esplendorosa novela cuyas páginas coquetean tan a menudo con la genialidad. Tanto que sólo la necesidad de profundizar más en la obra de su autor, para ver si es que el momento le ha resultado propicio o, no creo, si la suerte se ha aliado con él por esas casualidades, lo aleja de la calificación de imprescindible.
También de Santiago Gamboa en ULAD: Perder es cuestión de método, El síndrome de Ulises
La historia: Manuel Manrique, joven estudiante colombiano, es detenido en Bangkok en posesión de una bolsa de drogas sintéticas. La justicia allí es implacable con estos delitos. El cónsul de Colombia en el país más cercano es convocado en su ayuda, y Manrique le pide que localice a su hermana Juana, desaparecida hace años en circunstancias poco claras, y a la que se siente absolutamente unido. Se abren varias historias: la del detenido, la de la familia, la del cónsul, la de la hermana, la de las personas con las que la hermana se relaciona en su vida. Todas ellas poliédricas, ricas, fascinantes a sus niveles y en sus entornos variados. Esa clase de historias que aparecen casi de manera fractal, como brotes esporádicos. Salpimentadas de referencias cultas que las ayudan, no de erudición autocomplaciente para epatar.
Que vivan, pues, las semanas temáticas. Sin ellas, lo que habría costado que a mí me hubiera llegado a las manos este libro, esta esplendorosa novela cuyas páginas coquetean tan a menudo con la genialidad. Tanto que sólo la necesidad de profundizar más en la obra de su autor, para ver si es que el momento le ha resultado propicio o, no creo, si la suerte se ha aliado con él por esas casualidades, lo aleja de la calificación de imprescindible.
También de Santiago Gamboa en ULAD: Perder es cuestión de método, El síndrome de Ulises
Pues te agradezco a ti y a Aida la referencia, porque seguramente hubiera pasado de largo con este libro. Un saludo
ResponderEliminarDe Santiago Gamboa, "El Síndrome de Ulises" y "Perder es Cuestión de Método" están francamente bien. Plegarias Nocturnas me lo regaló mi padre hace poco (le encantó) y será de lo próximo que lea.
ResponderEliminarHotel Pekín, sin embargo, no me gustó mucho. Aunque es entretenida, no está a la altura del resto de las novelas de Gamboa.
.
De Colombia recomiendo fervientemente a Andrés Caicedo. "¡Que viva la música!" y "Calicalabozo" son, en novela y cuento respectivamente, de lo mejor que he leído de escritores colombianos (incluso latinoamericanos). Imprescindibles.
.
Otra autor colombiano recomendable es Fernando Quiroz. "Esto Huele Mal" es una novela muy entretenida.
Gracias por los comentarios, y por las recomendaciones. "El síndrome de Ulises" será reseñado en pocas semanas. Y Gamboa me parece un actor demasiado poco difundido, para sus méritos.
ResponderEliminarAhora mismo estoy leyendo "El síndrome de Ulises", y me está gustando mucho. También me encantó "Santa Suerte", de Jorge Franco, otro autor colombiano, y tengo echado el ojo a "35 muertos", de Sergio Álvarez, ya que el adelanto que leí de la editorial me pareció brutal... Bravo por esta semana temática, parece que en Colombia hay muy buena literatura.
ResponderEliminarEn breves semanas saldrá una reseña de El síndrome de Ulises, tal como indico.
ResponderEliminarEstoy leyendo Plegarias Nocturnas -fantástico de momento- y, qué casualidad, !Que viva la música! es uno de los doce libros que le regalan a Manuel por su decimoquinto cumpleaños.
ResponderEliminarSaludos desde Panamá,
Cardel
Pues muy contento de coincidir en el juicio sobre el libro. Sigo sorprendido de que un libro tan brillante no tenga más repercusión, aunque cabe achacarlo a la escasa o nula promoción. Para eso estamos los blogs, supongo, para compensar esos desequilibrios e intentar que se reconozca el talento.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEs fantástico, por esa razón me tomé el trabajo de publicar un pequeño fragmento, MONÓLOGOS DE INTER-NETA V fragmenteando.blogspot.com
ResponderEliminarGracias, James, por el comentario. La verdad es que me gusta particularmente cuando, pasadas semanas, la gente encuentra las reseñas y deja su opinión sobre los libros. Santiago Gamboa es un gran escritor y pronto probaré con otra de sus novelas.
ResponderEliminar