Idioma original: portugués
Título original: O reflexo verde da água
Año de publicación: 1934-1982
Valoración: Muy recomendable
Es verdad lo que dicen de que entrar en contacto con una cultura
distinta te abre las puertas a todo un mundo. En mi caso, por ejemplo,
irme a vivir a Portugal me ha abierto las puertas no solo a la cultura
de este país, sino a toda la "lusofonía" (Brasil, Angola, Mozambique,
Goa...) que en España es prácticamente desconocida.
Así, entre
conversaciones informales y visitas a la Biblioteca Nacional de
Portugal, hace poco descubrí la existencia de Joaquim Lopes Vieira (sin
relación con el poeta portugués Alfonso Lopes Vieira), un escritor
angoleño cuya obra se reduce a una sola novela, El reflejo verde del agua,
publicada originalmente en 1934 y reescrita una y otra vez (diecinueve
versiones en total) hasta su muerte en 1982. Se trataba, según declaró
Lopes Vieira, de recuperar el modo de transmisión de la literatura oral,
en la que el núcleo de la obra se mantiene, pero los detalles mudan,
mutan, se multiplican en boca de los sucesivos narradores. "Como el agua
de un río que es siempre distinta, aunque el río sea el mismo y tenga
siempre el mismo nombre".
La primera versión de El reflejo verde del agua es una novela breve (entre 110 y 125 páginas, según ediciones), clasificable como bildungsroman
o novela de aprendizaje, sobre un joven campesino angoleño que se
traslada a la capital en busca de mejores condiciones de vida. (Lopes
Vieira tenía en aquel momento veinte años, y sin duda este argumento
reflejaba sus propias inquietudes e inseguridades). En la versión
"definitiva" de 1982, el tema del viaje de la periferia al centro se
mantiene, pero extendido de modo casi fractal en todas las direcciones
imaginables: estamos hablando de una obra de 822 páginas en la que
cuesta reconocer el librito original del que nació.
Un estudio de las distintas versiones de El reflejo verde del agua
(yo he leído completas cuatro, y hojeado todas las demás menos la de
1972, que parece haberse perdido definitivamente) permite advertir cómo
se llega a tales extremos. Por ejemplo, la tercera versión, la de 1938,
es la primera en incorporar un personaje femenino fuerte, el de la
hermosa Ana Maria, que ganará aún más relevancia en las siguientes
versiones de 1940 y 1942. A medida que pasan las décadas, se advierte
también una mayor interrelación entre la aventura individual del
protagonista y el destino colectivo de Angola: así, las versiones de
1965 y 1968 son las más decididamente nacionalistas y anticoloniales,
mientras que las de 1980 y 1982 muestran ya un desencanto por los
gobiernos post-independencia, al estilo de las obras de Chinua Achebe.
Por
supuesto, una obra de este tipo plantea cuestiones críticas
interesantes. Por ejemplo, ¿debemos respetar las modificaciones del
autor y considerar El reflejo verde del agua (1982) como el
texto "definitivo", aun sabiendo que de haber vivido algunos años más
Lopes Vieira habría publicado una nueva versión de la novela? ¿O debería
considerarse que, a pesar de tener el mismo título, cada nueva versión
de El reflejo verde... es una obra distinta? Y si se tratase de
editar la obra, ¿qué versión se debería elegir? ¿La última? ¿La
primera? ¿Todas ellas en paralelo, aun a riesgo de crear un mamotreto
inmanejable? ¿Alguna de las intermedias (la que el editor de turno
considere "la mejor de todas")?
Esta última opción nos lleva, por
otro lado, al terreno de las valoraciones cualitativas: ¿puede hablarse
de "progreso" o simplemente de "transformación" en el paso de El reflejo verde del agua (1934) a El reflejo verde del agua
(1982)? ¿Mejora el libro con cada nueva modificación de su autor? ¿Es
necesariamente superior el escritor maduro y políticamente comprometido
de El reflejo verde del agua (1968) que el joven idealista de El reflejo verde del agua
(1942)? Es indudable que con el paso de los años la novela gana en
profundidad, ambición y riqueza; pero también pierde frescura y
dinamismo, así como, esto es indudable, la capacidad para enganchar a un
lector medio más interesado en la trama que en las intrincadas
relaciones geopolíticas del colonialismo.
Tal vez precisamente por
estas complejidades críticas y editoriales, Joaquim Lopes Vieira no ha
alcanzado todavía el lugar que merece en el canon literario
internacional. Aunque en Angola fue una celebridad prácticamente desde
su juventud, en el resto del mundo, también en Portugal, su prestigio se
sitúa muy por debajo de otros escritores angoleños de menor mérito. Por
no tener, no tiene ni siquiera un artículo en la Wikipedia en
portugués, y su obra es difícil de encontrar incluso en las librerías de
segunda mano de Lisboa.
Esperemos que esta breve reseña de su obra, única pero múltiple, sirva para que sea mínimamente (re)conocido.
Doy por su supuesto que se habrá rodado (y estrenado) una película por cada versión de la novela y habrán acudido a todas ellas millones de espectadores. (Aunque tampoco figuren en la wikipedia)
ResponderEliminarExcepto, obviamente, la de 1972.
ResponderEliminarHace un par de años un librero de Barcelona me habló de este libro: incluso me insinuó que seguidores de su evolución se habían tomado la libertad de ordenar y publicar las páginas o los párrafos que el autor iba descartando o alterando en cada revisión, buscando una especie de secuencia lógica.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarYo me voy a poner en huelga de hambre para que se reconozca internacionalmente la valía de este autor de una vez por todas.
ResponderEliminarJAJAJAJAJA... ¿Y quién viene siendo ese Juan Ruíz, Arcipreste de Hita? En fin, una pena de elucubración.
ResponderEliminarLa obra es muy bonita pero hay que leerla en portugués. No hay color.