Título original: The Dyke and the Dybbuk
Año de publicación: 1993
Valoración: muy recomendable
Rainbow Rosenbloom, taxista londinense, crítica de cine, adicta a la comida china, es la "dyke" ("lesbiana", "bollera" en inglés) del título. El dybbuk es, en el folclore judío, un espíritu maligno —se dice que el alma en pena de un muerto— que toma posesión del cuerpo de una persona viva para cumplir con alguna misión que no pudo completar. El dybbuk de este libro es mujer, lesbiana y tiene nombre propio: se llama Kokos.
Las vidas de Rainbow y Kokos se conjugan debido a una antigua maldición judía que pesa sobre la primera y que la segunda se tiene que encargar de llevar a cabo. La destinataria original del mal de ojo es Gittel, una antepasada de Rainbow que osó juguetear con los lésbicos sentimientos de Anya, la Apóstata, para después casarse con un joven judío. Es entonces cuando Kokos entra en acción para cumplir con la maliciosa voluntad de la despechada, que condena a Gittel y a las treinta y tres generaciones venideras a, entre otras cosas, perpetuar una progenie únicamente femenina.
El mal de ojo sellado entre Anya y Kokos habría requerido de la presencia demoníaca constante del dybbuk en los cuerpos de Gittel-más-uno, Gittel-más-dos, Gittel-más-tres... y así hasta que expirara el maléfico contrato. Pero quiere el destino que Kokos sea exorcizada (¿solo a mí me resulta difícil pronunciar esta palabra? "Exorcizada", ci-za, ci-za, ce-ce, za-za, zzzccc...) y desterrada al olvido de un árbol durante doscientos años, hasta que es liberada en la época de Rainbow. "I was treed", explica en inglés, apesadumbrada.
Así dicho, podría parecer que The Dyke and the Dybbuk es una historia de terror: nada más lejos de la realidad. La novela que tenemos entre manos es una comedia disparatada y desternillante. Kokos retoma sus quehaceres dybbukenses y posee el cuerpo de Rainbow, a la que obliga a hacer cosas ridículas pero completamente inofensivas. Terminará incluso enamoriscándose de ella, y la propia Rainbow desarrollará una cierta dependencia de su poseyente, en una suerte de síndrome de Estocolmo demoníaco. Es precisamente Kokos quien, con un humor exquisito, nos narra la historia en primera persona, revelándose como una criatura enternecedora con la que el lector empatiza y a la que termina cogiéndole cariño. Yo ya sé qué le voy a pedir al Olentzero la próxima Navidad, no os digo más.
Además, The Dyke and the Dybbuk parodia el funcionamiento interno de las grandes corporaciones: la empresa de Kokos ha sido absorbida por otra en el tiempo en que ella ha estado ¿"arbolizada"?, cada vez se prescinde de más personal cualificado cuyo trabajo puede ser llevado a cabo por tecnología cada vez más avanzada, etc. Pese a todos los inconvenientes, nuestra dybbuk hará todo lo posible por cumplir con la labor demoníaca que le fuera encomendada. Al fin y al cabo, es toda una profesional.
¡Qué historia tan... normal! :) Eso sí, dan ganas de leerla y de leer otras cosas de ella.
ResponderEliminarPor cierto, pregunta para nota, tú que estás a punto de ser una insigne traductora: ¿cómo traducirías el título al español? :DDD
Aaayyy, mala gente, mala gente... Pues supongo que no te sorprenderá que te diga que ya me había hecho esa pregunta yo misma. Tampoco te sorprenderá que mi respuesta sea una ? como una casa. Creo que intentaría mantener la construcción "La _____ y la ______", además de tratar de buscar algo aliterativo. Misión imposible, claro.
ResponderEliminarY hasta aquí puedo leer. Si algún editor está interesado en que le dé un par de vueltas a la idea, ya sabe lo que tiene que hacer ;-)