Idioma original: inglés
Título original: Getting Up. Subway Graffiti in New York
Año de publicación: 1982
Valoración: muy recomendable
Hoy en día estamos tan acostumbrados a ver grafitis en las calles de nuestras ciudades que, a menos que éstos conformen una imagen espectacular o hayan sido realizados por algún artista famoso (léase Bansky), ni nos fijamos en ellos. Tanto si nos gustan los grafitis como si no, hemos de reconocer que ninguno de nosotros (o muy pocos) suele saber dónde o cuándo nació el "fenómeno" grafiti, quién realiza estas pintadas, qué diferencia hay entre una firma y un mural, etc. Para la gran mayoría, un grafiti suele ser algo que afea las fachadas y que cuesta dios y ayuda quitar de las mismas.
Si queremos ir al origen, debemos saber que el grafiti surgió en los años setenta en Nueva York de manos de un grupo de adolescentes que en ningún caso pasaban los dieciséis años, y que adquirió tanta importancia que en 1982 Craig Castleman decidió escribir este libro, Getting Up, para explicar el fenómeno e intentar que la gente de a pie comprendiera con qué estaba lidiando.
Así, gracias al trabajo de Castleman, nos enteramos de qué es un taqueo, una pompa, una pieza, un vagón (o un tren) entero, qué significa "pisar" y "mangar" o quiénes son los toyacos. También podemos leer entrevistas realizadas con los grafiteros (o, como ellos se llaman a sí mismos, escritores) más importantes de la época, que explican cómo se las arreglaban para pintar en el metro sin ser atrapados por la policía, las normas del mundo del grafiti o cómo lograban moverse por toda la ciudad de Nueva York sin tener problemas con las diferentes bandas que vivían en ella e incluso llegar a ser respetados por éstas.
Pero Castleman también nos muestra la otra cara de la moneda: nos dice qué piensan las autoridades de Nueva York y, sobre todo, la compañía ferroviaria, que cada año se gasta un dineral intentando limpiar los trenes de las pintadas. Gracias a este autor somos testigos de los –siempre fallidos– intentos de evitar que los chavales pinten los trenes y de los esfuerzos y el dinero gastado en ello, así como de lo que opinan los viajeros al respecto (quienes, en general, preferirían que todo ese dinero se gastara en que el metro fuera más seguro y hubiese menos carteristas y atracadores, y no en que estuviera más limpio).
Getting Up es, sin duda, un libro más que recomendable para todos aquellos a los que les interese el arte o la cultura urbana y, sobre todo, para saber cómo y por qué un fenómeno creado hace cuarenta años por un puñado de adolescentes en el metro de Nueva York puede verse en la actualidad en cualquier lugar del mundo y gana adeptos cada día que pasa.
Tan sólo echo de menos un segundo ensayo (o un anexo o lo que sea) que explique la situación actual del grafiti y su mundo. Si ha cambiado su significado o los motivos por los que se realiza, quiénes son los escritores hoy en día y en qué se diferencian de aquellos pioneros adolescentes, etc. Habrá que escribir al señor Castleman y animarle a seguir escribiendo.
Qué interesante. Desde luego, parece que las cosas han cambiado mucho hoy en día. Es genial ver cómo muchas tiendas contratan grafiteros para que les pinten las persianas, y comprobar cómo el resto de grafiteros respetan las pintadas. (Claro que "pintada", ahora que lo pienso, suena despectivo... pero no sé bien cómo llamarlo).
ResponderEliminarSupongo que lo veríais en su día, pero me acabo de acordar de que un señor cura catalán contrató hace poco a unos grafiteros para que le hicieran un mural religioso en la bóveda del ábside de la iglesia parroquial.
Sorry, no encuentro más vídeo que el de La Razón (al loro con el título): http://www.larazon.es/mediateca/multimedia/112495
Por cierto, es un libro así como muy para regalar :-)
Bien! lo buscaré por aquí.
ResponderEliminarBacano blog.
Saludos ;)