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miércoles, 11 de julio de 2012

António Lobo Antunes: Tratado de las pasiones del alma

Idioma original: portugués
Título original: Tratado das Paixões da Alma
Año de publicación: 1990
Valoración: Muy recomendable

No hace falta ya presentar a Lobo Antúnes: ya Yemila en su reseña de En el culo del mundo y yo mismo en la de Esplendor de Portugal hablamos de él en sus dos facetas de articulista-cronista, y de novelista, así que no voy a repetirme; solo volveré a decir una cosa que ya dije entonces: que Lobo Antunes me parecería un más que serio candidato al Premio Nobel, aunque quizás le perjudique ser de la misma nacionalidad de Saramago, por eso de que el Nobel últimamente intenta "premiar" a países y culturas distintas (con la excepción de Reino Unido, que debe de tener una bula especial).

Pero bueno, vamos a la novela, que es lo que interesa, y que es una novela hasta cierto punto similar y hasta cierto punto diferente a Esplendor de Portugal. Lo similar es la evidente preocupación por la técnica narrativa, la mezcla de planos temporales y de psicológicos, el retrato de la realidad contemporánea de Portugal. Esplendor de Portugal es probablemente más densa y más profunda en su tratamiento de los personajes y del problema central, que en aquel caso era el de los portugueses retornados durante y después de la descolonización; Tratado de las pasiones tiene dos ingredientes que la hacen una novela más llevadera: por un lado, tiene una trama casi policial que atrapa al lector, y por otra parte tiene una mayor carga de humor, llegando a veces a la farsa (por ejemplo en esa escena en la que el hombre del Ministerio habla con su mujer semidesnuda mientras su hijo destroza la casa a martillazos).

El arranque de Tratado... recuerda lejanamente a Conversación en La Catedral: dos hombres de clases sociales distintas conversan, y a través de esa conversación resucitarán los recuerdos y los fantasmas de pasados lejanos. En este caso, las dos partes de la conversación son un Juez de Instrucción y un detenido, al que conocemos inicialmente como "el Hombre" (aunque luego descubrimos que se llama Antonio y se apellida Antunes, aunque los elementos autobiográficos en la obra son difíciles de encontrar, más allá de la situación de la quinta en Benfica, un barrio que el escritor conoce bien). Los dos, ahora antagonistas, comparten una historia común: una infancia en la que los papeles estaban invertidos (el Hombre era hijo del señorito que empleaba al padre del Juez de Instrucción), y el diálogo se llena de tensiones, reproches, recuerdos y engaños.

A partir de este primer diálogo a puerta cerrada se inicia la trama casi policial, en la que acompañamos al Hombre, miembro de una chapucera célula terrorista de izquierdas, y al Juez, hombre frustrado y amenazado tanto por los terroristas como por las propias estructuras del poder, para las cuales no pasa de ser un "tonto útil". Los dos protagonistas-antagonistas se cargan progresivamente de ambigüedad: no sabemos si el Hombre ha traicionado a sus compañeros de célula, o si es el Juez el que se ha pasado al enemigo confiando informaciones confidenciales al Hombre.

Con esas tensiones, con una trama que se desarrolla con lentitud pero con ritmo constante y con la creación de un universo social y político alrededor de los protagonistas, Lobo Antunes construye una novela de muy alto nivel. Habrá que seguir leyéndole, por lo tanto; lo siguiente que va a caer, casi seguro, va a ser A ordem natural das coisas, que continúa la trilogía iniciada por Tratado... y cerrada por A Morte de Carlos Gardel.

También de António Lobo Antúnes: Aquí

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