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viernes, 9 de diciembre de 2011
Yiyun Li: Los buenos deseos
Título original: A Thousand Years of Good Prayers
Idioma original: inglés
Año de publicación: 2005
Valoración: Recomendable
En China, y en más sitios, las mujeres envejecen muy pronto. Porque son ignoradas, porque llevan una vida demasiado fatigosa y miserable, y en esas condiciones la belleza, el vigor y el lustre se alejan prematuramente y sin remedio.
Allí, y en otros sitios, la dictadura ha condicionado la vida de la gente.
Allí, y en todas partes, abundan los prejuicios y los que se apartan del menor de los usos sociales son rechazados por la comunidad.
Allí, y quién sabe dónde más, los campesinos piensan que la mujer perfecta es la que no se queja cuando la pegan, trabaja hasta deslomarse sin importarle que el marido holgazanee y, si tiene una función en la vida, es otorgar hijos varones a su esposo, pues “¿Para que sirve una gallina si no puede poner huevos?”. Cuando esto no ocurre lo mejor que puede hacer el marido es abandonarla. Esas mismas gentes piensan también que la venganza por la vida de un hijo lo justifica todo, hasta un asesinato en masa, pero que a las niñas es mejor ahogarlas cuando nacen, por pura humanidad, así se les ahorra la triste vida que les espera y, de paso, se adquiere la oportunidad de engendrar un varón.
Allí, y en tantos sitios, el hambre es una amenaza para muchos.
Allí, y en más sitios, la rebeldía se paga con la muerte.
Allí, en tiempos pasados, se acostumbraba a truncar la virilidad y la existencia de jóvenes de ambos sexos para dar sustento a las familias o rendir homenaje al poder. Y esto, las víctimas tenían que considerarlo un honor.
Allí, hace no mucho, la efigie del dictador estaba tan sacralizada que un parecido podía significar tanto una enorme prosperidad como un peligro insoslayable, la aceptación incondicional de la gente o su franca repulsa.
Allí, y en algunos sitios más, a la mujer que no se casa en la primera juventud se la considera una fracasada, se la trata con lástima y desprecio y está condenada a quedarse sola para siempre.
Allí, y en bastantes sitios, la emigración supone para muchos la única esperanza y los que se ganan la vida fuera son admirados por sus paisanos y considerados triunfadores.
Allí, y en muchos sitios, tener un hijo con deficiencia mental supone un oprobio y algunos se sienten obligados a ocultarlo para conservar el aprecio de la gente.
Allí, y en casi todos los sitios, el apego irracional de los mayores a las tradiciones que aprendieron de niños da lugar a un abismo generacional prácticamente insalvable.
Allí, y en cualquier sitio, la pobreza y la mentalidad conservadora suelen ir de la mano.
Allí, y en cualquier rincón donde haya alguien para quien sobrevivir carezca de sentido, la muerte es la mejor solución.
Diez cuentos durísimos, implacables con la realidad que contemplan, que presentan retazos de una serie de vidas anónimas – como el que inspiró la película Mil años de oración dirigida por Wayne Wang – cuyo conjunto compone un cuadro de lo que sucede en la China más humilde, sus desgracias cotidianas que apuntan a cuestiones universales y trascendentes, por cuyas espeluznantes escenas pasa la autora con rapidez, sin recrearse en detalles, y que, sin embargo, muestran descarnadamente las lacras de esa sociedad, el rígido caracter de lo campesinos, la crueldad de los poderosos, las enormes desigualdades, los dobles raseros, la desesperanza de los que ya no tienen nada que perder.
Tomo nota, buscaré este libro, esa mentalidad tan diferente a la nuestra siempre me atrae.
ResponderEliminarSaludos
No creo que te cueste encontrarlo porque en España se publicó en 2007 y creo que aún está en candelero.
ResponderEliminarNo es un libro angustioso pero cuenta historias duras, la portada pastelera no le hace justicia.
¡Seguro que te gusta!