Título original: La Terra Santa
Año de publicación: 1984
Valoración: Muy recomendable
Supongo que esto os ha pasado a muchos: hay un escritor que no conocéis, del que no habéis oído hablar nunca. Luego un día, alguien os lo nombra u os lo recomienda, y de repente está por todas partes: está en todas las librerías (antes también estaba, pero tú no lo veías), una cita suya encabeza este poemario, esa película está basada en una novela suya, aquel crítico escribió un ensayo sobre su obra... Algo así me pasó con Alda Merini: hace un año, no sabía quién era. La conocí porque una buena amiga italiana puso varias citas suyas en el facebook; después de eso, Alda Merini empezó a surgir espontáneamente aquí y allá, como si todo el mundo la conociera y me lo hubiera estado ocultando; así que cuando el fin de semana pasado encontré en una librería de Lisboa una edición bilingüe de esta obra, supe que tenía que comprármela.
Sospecho que este no es el mejor libro de Alda Merini, porque he leído otros poemas que me han gustado más, pero aun así es un poemario de sorprendente claridad, desnudez y dureza. La Tierra Santa no es un libro de lamentaciones, sino de meditaciones en torno a la ausencia, al aislamiento y a la locura. Es, en realidad, una selección de cuarenta poemas (saben a poco) realizada por su editora, Maria Corti, de entre todos los que Merini escribió durante sus internamientos en un sanatorio cercano a Milán. El manicomio, en la palabra de la autora, se transforma en una Tierra Santa alucinada y cruel, sin paraíso:
Ho conosciuto Gerico,Pocas veces, creo, la claridad clásica de la forma ha contrastado tanto con la crudeza del fondo: ese universo de muertos en vida (apartados de la sociedad, enajenados en más de un sentido) que es el manicomio. La poeta, dolorosamente lúcida, percibe la realidad que la rodea y la convierte en metáfora universalizable, por lo que el universo poético está lleno de muros, enfermedad, soledad y símbolos bíblicos y orgánicos básicos (pájaros, hierba, tierra, sol). Los poemas, generalmente cortos y de versos cortos, componen una obra coherente dominada por la ausencia: la ausencia de libertad, de armonía, de contacto humano.
ho avuto anch'io la mia Palestina,
le mura del manicomio
erano le mura di Gerico
e una pozza di acqua infettata
ci ha battezzati tutti.
Hace un año no sabía quién era Alda Merini. Ahora, que estoy en una cafetería de la Avenida Roma (pura coincidencia) leyendo este libro, mientras en una mesa de al lado una chiquilla canta canciones de misa, me gustaría poder seguir leyendo el resto de su obra. Y me apetecería llamar a Txiki para preguntarle si conoce a esta poeta, si la ha leído, porque creo que le gustaría.
¿Una buena de manicomios? ¡Me la apunto!
ResponderEliminarY ya de paso, recomiéndasela a Ian... ;)
ResponderEliminar